Buff,
tantos días si poder dar señales de vida.
Os
cuento, hay dos servidores para la radio de onda corta con los que
-usando el pactor, un módem- podemos tener correos a bordo (decir
internet es demasiado).
Nosotros
tenemos winlink y no hay servidores cerca de la zona, eso sumado a lo
escondido de los fondeos, sepultados entre altísimas montañas...
nos ha tenido incomunicados sin remedio.
El
otro servidor, sailmail, tiene un repetidor aquí en Chile. Ahora que
hemos llegado a Puerto Edén, vamos a intentar contratar una cuenta
con sailmail que según todos los veleros con los que hemos hablado,
funciona perfecto.
Para
nosotros es importante disponer de un correo para comunicarnos con
familia, amigos, escribir el blog, pero es FUNDAMENTAL, poder bajar
la meteo cada día.
Nos
ayuda de manera desinteresada y genial Miguel desde Bahía Blanca en
Argentina (cada día a las 22.00UTC en 14395) pero en algunos fondeos
la señal no nos llega. Si hemos podido cruzar el Golfo de Penas ha
sido porque el velero Galactic (navega un par de semanas por delante
de nosotros) ha tenido la gentileza, la paciencia, la bondad de
pasarnos cada día la previsión (ellos tienen sailmail). En fin.
Cosas que trae el camino.
Voy a
intentar hacer un resumen cortito, aunque me conozco y no creo que lo
consiga, del camino que nos ha llevado hasta los pies del glaciar del
seno Iceberg.
Salimos
de Chacabuco con un día soleado, corriente y viento a favor, la ruta
marcada en el ploter
disfrutando
de la cordillera (el fiordo Aysen es realmente bonito de navegar...
cuando está amable), íbamos con los amigos del Poloflat y el
destino era caleta Gato de nuevo.
A la
mañana siguiente Matt y Marie ponían rumbo norte y nosotros, rumbo
sur.
La
navegación no muy larga, tranquila, a ratos a vela a ratos a motor.
Llegamos
con buena luz a la caleta Carolina (45°34'02S 073°51'55W) y
amarramos con los cabos a tierra sin demasiada dificultad.
El
fondeo protegido y tranquilo, remamos un ratito por un riachuelo que
se adentraba en el brazo, para estirar músculos y a dormir.
Por la
mañana salimos con buena luz y nos dirigimos a la caleta Jaqueline
(45°43'33S 073°54'47W).
Al
llegar al fondeo vimos una línea de amarre puesta por los
pescadores, atravesabe toda la bahía (estaba en el punto en que
deberíamos haber echado el ancla e ido hacia atrás para atar a
tierra). No entendíamos muy bien si los pescadores -con poco calado,
quilla corrida- la pasaban sin más -no estaba muy tensa- y la usaban
para amarrar la popa tirando una línea por proa a tierra o cómo
funcionaba; como el parte era de calma, nosotros echamos el ancla más
a fuera y usamos la línea para poner dos cabos a popa. Más tarde
los pescadores nos explicaron que ellos prefieren usar esa línea
para atar el pesquero de lado y no usar ancla.
En el
fondeo hay una cascada linda y el tiempo estuvo muy tranquilo.
El
próximo objetivo era la caleta Mariuccia, protegida para todos los
vientos, porque el parte de meteo prometía unos días más bien
movidos.
Navegar
por los canales, más en invierno, tiene su truco, su arte, su
dificultad.
Las
horas de luz cada vez son menos (ahora mismo estamos en unas 8 horas
de luz) y las mareas traen corrientes en algunos lugares muy
considerables, así que hay que tener en cuenta muchos factores a la
hora de trazar la ruta: no quieres salir de noche ni llegar de noche
a los fondeos... pero si quieres -o debes- navegar con la corriente a
favor, a veces no te queda otra que salir o llegar de noche (en este
caso y si es posible, siempre elegimos salir sin luz por aquello de
que conoces el terreno).
Sin
embargo, saliendo de Jacqueline, todo nos cuadraba perfecto: pocas
millas de camino, salida justo con la luz de la mañana, corriente a
favor pero apuraditos de tiempo para pasar el canal Pelluche antes de
que cambiara la marea.
Guau!
Lo de navegar con corriente y viento a favor es como estar en una
atracción de feria. El Alea iba la mar de feliz a 10 nuditos (había
unos 2'5/3 nudos de corriente empujándonos) con las velas
desplegadas, fiuuuuuuu, corriendo sobre el agua; bonito, muy bonito.
Tocó
poner una horita el motor para asegurarnos de que pasabamos Pelluche
en buenas condiciones y por fin, con luz, llegamos al fondeo
(45°48'0S 074°23'5W). Es en verdad protegido, muy muy protegido,
pero al llegar el viento estaba bastante levantado y la corriente era
importante; el espacio donde meter el velero: bastante chiquito.
En una
poza antes del huequito que recomiendan las guías echamos el dinghy
al agua, ya situados Johan echó el ancla, yo me metí en el bote y
con el cabo hecho firme en la cornamusa que hemos instalado en el
espejo de popa de la auxiliar, me puse a remar (yo veía que la cosa
urgía porque era difícil mantener el velero en el centro del
hueco). La corriente me llevaba a donde le daba la gana
- a tu derecha, a tu derecha, me gritaba Johan
- no puedo, no puedo, contestaba yo a todo pulmón
- Silvia, cualquier punto lo más a la derecha posible, insitía impotente
- no puedo, no puedo, me desgañitaba yo, ya con lágrimas en los ojos
y zás,
me estampé contra la playa, muy lejos del punto donde tenía que
buscar un árbol; intenté ir por tierra hasta algún lugar adecuado
y en menos de un minuto tenía el agua (ay señor!, qué fría) a
medio muslo. Encontré un arbolito e hice un nudo... Johan estaba
casi en las rocas cuando por fin pudo cobrar el cabo.
Una
vez hecho firme el primer cabo Johan remó para poner hasta dos más
(yo cagadita de frío, con el agua subiendo pierna arriba por la ropa
mojada) y nos dimos por satisfechos (tengo que mejorar, tengo que
mejorar)
Al día
siguiente corregimos los cabos (el mío quedaba
MUY
sumergido con la marea alta) en un día con el mar como un plato, ni
rastro de las penurias del día anterior.
Y así
empezó nuestra laaaaaaaaaaaarga estancia en Mariuccia.
Estábamos
a unas 15 millas de un fondeo -Malibú- que nos habían dicho era
precioso, pero que en las guías avisan que está sujeto a fuertes
rachas cuando hay viento del norte (era lo esperado para los próximos
días) y a unas 45 de Skyring, el siguiente lugar seguro, rumbo
oeste, ya frente al océano, un buen punto para saltar Penas.
Pero
un día tras otro teníamos parte de 30 a 50 nudos normalmente NW
-que por la trayectoria en los canales horizontales se convertía en
W- , algunos días algo menos, unos 25-30 pero del W, o sea, siempre
justo de nariz... y llovía y llovía.
Por un
lado estábamos locos de ganas de movernos, pero Mariuccia se había
demostrado un lugar perfecto (oíamos el viento aullar por encima de
nosotros pero el anemómetro nunca marcó más de 20 nudos en el
fondeo). El barómetro iba loco cuesta abajo;
los
cabos nos tenían firmes en el lugar, el entorno era bonito. Lo
sensato era esperar. Habíamos venido a los canales a navegar
“seguros y sin prisas”. Teníamos que llevar a la práctica lo
que habíamos hablado tantas veces y esperar; aprender a ser
pacientes, saber aprovechar el buen momento y no correr a la
desesperada.
1 comentario:
Que lindas fotos! Me gustaría que no les tocara más mal tiempo, pero eso es imposible hasta noviembre quizás!
Mucha suerte amigos y cuídense!
Un abrazo
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