domingo, 29 de agosto de 2010

Tinos, la religiosa

Desde Mykonos -con Edi, holandesa, a bordo- nos dirigimos a Tinos donde embarcaría Viviana, de Argentina.

No sé qué opinarán otros capitanes de navegar con féminas inexpertas a bordo, pero en el Alea se está convirtiendo en algo de lo más habitual y nos lo hemos pasado todas las veces fenomenal. No hay nada mejor que tener el barco lleno de risas femeninas y ganas de pasarlo bien!

La navegación -buen viento, rumbo perfecto, a vela, sin prisas- de apenas 10 millas nos llevó al nuevo destino.




Al entrar en puerto nos disponíamos, como siempre, a hacer una primera inspección visual para ver que lo que dice la guía todavía se corresponde con la realidad (nuestra Pilot es prestada y no es la última edición por lo que no es raro que algún puerto esté cambiado) cuando oímos un silbato tipo guardia urbano dirigiendo el tráfico y vimos que en la punta del espigón había una persona haciéndonos señas.

Nos hacercamos "al del pito" que nos preguntó cuánto tiempo queríamos quedarnos y si necesitábamos agua y luz. Puesto que no necesitábamos servicios nos envió a un muelle más alejado y hacia allá nos dirigimos.

El encargado -que nos ayudó con las amarras- nos indicó que debíamos hacer los trámites en la Coast Guard (los consabidos 11 euros por una noche, 5 por la entrada en puerto, 6 por noche) y que además debíamos pagarle 8 a él por sus servicios (nos ayudó a amarrar, nos indicó dónde y supuestamente iba a vigilar el barco si salíamos... aunque no volvimos a verlo por allí); eso sí: nos dió el recibo por el cobro de esa cantidad!



De Tinos nos habían comentado que era una de las islas menos turísticas (según nuestra guía no hay ni una sola discoteca) y que lo más destacado es su marcada religiosidad -es lugar de peregrinaje- y lo variado y bonito de su interior.



Pero como no queríamos alquilar un coche, nos conformamos con pasear por las calles del puerto, con sus recobecos llenos de bares que extendían sus mesas bajo la sombra de una parra y como no con visitar algunas de las iglesias que hacen famoso al lugar

La más famosa es la iglesia de Panagia Evangelistria, que conserva un icono milagroso de la Virgen; para llegar hasta ella hay que recorrer la calle principal (cuesta arriba) que está llena de los típicos puestos de souvenirs sólo que aquí en lugar de ser el típico molino de viento son motivos religiosos (en las tazas, en los trapos de cocina, en los imanes para la nevera... ) y cirios votivos de todos los tamaños imaginables




La iglesia, de estilo neoclásico, está en un recinto amplio.

En la planta baja hay diferentes estancias que se pueden visitar y que llaman la atención porque en la mayoría de ellas hay fuentes de agua, no en vano la isla es también conocida por tener una de las mejores aguas del país.

La capilla central tiene la imagen del icono milagroso -motivo de una peregrinación espectacular el 15 de agosto- y pudimos comprobar qué nivel de fervor despierta entre los creyentes (no se permite hacer fotos) que se dirigían a ella para pedir favores: murmurando al oído de la Virgen, llegando hasta ella de rodillas, haciendo donativos, etc.

Para agradecer "los servicios prestados" hay centenares de ofrendas que adornan la estancia, nos llamó la atención que muchas de ellas tienen forma de goleta y que suspendidas por cadenitas del techo parecen surcar el cielo de la sala... realmente especial.


Coincidió nuestra visita con un congreso que reunía a un buen número de popes.
Nos gusta ver la figura de los religiosos griegos (si los ves por la calle, normalmente acompañados por la familia, es habitual verlos empujando un cochecito de bebé) con su atuendo inconfundible y ver el respeto y la devoción que despiertan entre los feligreses (una pena no haber filmado como un pobre pope intentaba comerse una chocolatina y no había forma de acabar con ella por la de gente que iba a besarle la mano!!)





Y creyentes o no, no pudimos dejar de empaparnos por la belleza del mar sobre la cúpula de la iglesia... porque el mundo está lleno de momentos únicos, sólo hay que saber mirar.



miércoles, 18 de agosto de 2010

Delos la sagrada

Apenas a dos km de Mykonos está la isla sagrada de Delos.

Es posible visitarla con una excursión organizada desde Mykonos o ir en velero si el tiempo es tranquilo ya que la única opción es fondear frente a la isla.

En cualquier caso todo antes de las 15h. ya que a partir de ese momento todo en la isla es silencio.

Nosotros -ya lo habréis notado- no somos especialmente amantes del turismo de tipo arqueológico, disfrutamos más -tal vez- de la contemplación de los tonos del agua, de ver la nubes dibujarse en el cielo... pero en nuestro periplo por Grecia ya nos habíamos saltado la visita a Delfos y todavía podemos oír a Jéssica quejarse porque no estuvimos en el anfiteatro de Epidavros ("papá, eso es imperdonable para un ingeniero acústico") así que esta vez estábamos decididos a empaparnos de pasado y pusimos proa a Delos, la sagrada.


Llegamos temprano lo que nos permitió elegir un buen sitio donde dejar al Alea -ancla a proa y amarrados a una roca por popa- y llegar con la auxiliar a la isla.




Las aguas ... para quedarse sin habla



pertrechados como turistas -gorro, gafas de sol, cámara de fotos- y con algo de información en el bolsillo (Delos es la isla en al que nacieron Apolo y Artemisa y fue un punto clave de la religiosidad y de la economía de la Grecia clásica, con habitantes de diferentes lugares que veneraron a sus dioses y convivieron con armonía en un espacio común) nos dispusimos a recorrer la isla.


Es un lugar perfecto para imaginar una ciudad completa y su funcionamiento, más allá de una ruina aislada, de un recinto religioso, Delos conserva su esencia de ciudad cosmopolita. Sólo nos quedó por ver el museo; "problemas de personal" -la historia de una crisis que hasta ahora no habíamos notado- nos dejó con las ganas. Pero ni el sol castigador ni el museo cerrado nublaron nuestro día.

Poco hay que explicar... sólo compartir unas imágenes con vosotros.






























Jéssica, ya hemos empezado a leer el libro sobre la cultura griega clásica que nos has dejado; prometemos estudiar, aprender, ser mejores cada día, pero hay que ser paciente con nosotros, cada uno es como es!

Y -que le vamos a hacer- de entre todo lo que vimos me quedo con esta pared, piedras sencillas que se unen con belleza para dar cobijo...



Y antes de las tres dejamos la isla para que poco a poco recobrara su silencio.

Y seguimos nuestro camino

Porque la vida sigue.



martes, 3 de agosto de 2010

La popular Mykonos

(Mil perdones por el retraso en las crónicas pero -afortunadamente- está siendo un intenso verano de recibir a gente a bordo -nuevos amigos para siempre, que van dejando su impronta y un poquito de su alma en las bodegas del Alea- y de descubrir rincones increíbles, pero también un verano en que el internet nos está dejando tirados a cada momento y lo de conectar se está convirtiendo en una odisea!, en fin, que nuestro relato sigue en mayo mientras agosto se ha impuesto en el calendario... pero seguimos aquí)


Y por fin llegamos a la famosa y sin par Mykonos... y la verdad, no nos gustó demasiado!

El puerto nuevo está a unos dos km del pueblo (más o menos) aunque eso no suponía ningún problema: somos de los que disfrutamos de la vida en puerto y está perfectamente comunicado con bus/taxi/autostop con el centro. La razón es preservar el puerto viejo del tráfico constante de ferrys, cruceros y veleros. Nada que objetar!

Pero por primera vez en mucho tiempo los megacruceros dejaban de ser una anécdota para ser la norma; como mínimo tres al día (en el puerto, fondeados) imponiendo su presencia -por unas horas que la idea es correr y ver mucho en poco tiempo- y a cual más grande... con deciros que un día nos encontramos escuchando a la Pantoja a través de la megafonía de uno de ellos!

Sin embargo -la verdad- hasta en este entorno pudimos disfrutar de algunas puestas de sol inmemorables



Hicimos la primera nocturna en mucho tiempo, tras un largo día de navegación placentera, a un puerto casi vacío en el que amarramos abarloados al muelle aunque a la mañana siguiente cambiamos para poner popa al muella utilizando los flamantes muertos de la nueva instalación; con el paso de los días descubriríamos que Mykonos es una parada habitual de los chárter que tienen base en Lavrio y que es el puerto que les toca los miércoles y jueves en su ruta semanal... el resto de los días el puerto tiene espacio de sobras!

Hemos estado un montón de días en este puerto y capítulo a parte merecen todas las aventuras "vecinales" que nos ha tocado vivir. Queda pendiente la cŕonica.


Hay únicamente un pantalán que ofrezca agua y electricidad (previo pago de una tarjeta de 20€... mejor pasear hasta Syros donde se consigue lo mismo por 1'80€) pero ofrece buena protección (importante estudiar la dirección del viento a la hora de elegir el pantalán) y es gratuito y "tranquilo" -si te evades de los numeros ferrys y cruceros- pero por lo demás es un lugar al que poco se le puede criticar.

Por el método de autostop (a particulares e incluso a buses) nos fuimos desplazando al centro más de una vez.

La verdad es que por primera vez en mucho tiempo sentíamos que estábamos en un lugar abarrotado, eso que se llama un lugar turístico (con mayúsculas) con gente por todos lados, con españoles en viaje relámpago por todos lados, con dificultades para avanzar por las calles ¡y sólo era mayo!

supongo que el problema es que nos habíamos acostumbrado a esas islas en las que la población de cabras superaba con creces a la de humanos y que ya no recordábamos el fenómeno turístico en toda su magnitud.



Hay un gran parking a la entrada de la ciudad y taxis, buses y coches acaban normalmente ahí su recorrido. En el último tramo a pie pudimos disfrutar de nuevo de la visión de los pulpos al sol




Y nuestro primer paseo nos llevó a lo más famoso de la ciudad de Mykonos, la zona que se conoce como la pequeña Venecia (edificios antiguos colgados sobre el mar, tabernas casi en la orilla, vistas privilegiadas para la puesta de sol... y cervezas a 7€, spaguetthis a 30€ los más baratos)


Y las cosas como son, tuvimos la "suerte" de disfrutar de un día de huelga de ferrys -no opinó lo mismo Izaskun, que venía a pasar unos días con nosotros y pasó más dificultades que si participara en una ginkana para llegar al Alea- que nos dejó pasear por unas calles inauditamente vacías



decorados de ensueño que habían perdido a sus actores por un día (de verdad que cuando llega un crucero se nota cómo van desembarcando en las lanchas en grupos de 25 o 50... algunos con el mismo chaleco identificativo: en fin, otra forma de viajar, tan respetable como alejada de la nuestra)




Y aunque desde el puerto podíamos ver puestas de sol increíbles



No nos resistimos a ir a la playa para ver "la puesta de sol" de Mykonos




Eso sí, compartida con la multitud




Y de las imágenes que la luz del ocaso esconde detrás de cualquier esquina




Y en uno de los días que estuvimos en la isla -que fue nuestro puerto base durante el mes de mayo- alquilamos un coche junto a Edit para descubrir qué rincones escondía


Nos hablaron de un monasterio de mármol en un pueblecillo en el interior y para allá que nos fuimos


El pueblo era pequeño -famoso por sus tabernas y restaurantes- y el monasterio no nos decepcionó.

Lo mejor ver al pope




y descubrir que -sin duda- algún antepasado suyo había sido modelo para la talla de la torre (no negaréis el parecido ¿verdad?)



Y desde ahí nos dedicamos a recorrer las distintas playas de la isla, esas que -junto a discotecas y lugares de marcha- la han hecho famosa. Y si bien es cierto que son playas de arena -algo poco habitual por estos lares donde abundan las piedras- no nos parecieron tan especiales... tal vez porque estaban todavía vacías, preparándose a marchas forzadas para recibir a los turistas del verano



Sin embargo en nuestro peregrinar dimos con un pueblecito de pescadores precioso, tranquilo y nos tomamos uno de los mejores cafés griegos del mundo, mirando las barquichuelas




Y llegamos a una bahía que se sitúa al norte de la isla, playas famosas, buen resguardo para el escaso viento del sur



y ahí desplegamos todos nuestros medios y nos regalamos una comida con las olas como banda sonora y el mar como escenario: cinco tenedores!!



Y terminamos el día visitando el faro de la isla, imponente aun en su descuido



y como siempre jugamos a que nos comprábamos un faro y vivíamos en él -en algún lugar remoto y alejado- y alquilábamos habitaciones y salvábamos a los veleros de las rocas, y éramos felices...



y en los días que hemos pasado en la isla hemos disfrutado del azul del agua, hemos salido a fondear en alguna calita, hemos visitado la isla de Delos, todo como nos gusta, sin prisa y para mayor alegría, acompañados



En fin, que tal vez no sea nuestra isla favorita... pero tampoco es un mal destino ¿verdad?