domingo, 27 de septiembre de 2015

La última caleta antes de Williams... de momento!

Pues dejamos la última entrada en el camino de Santa Rosa (54°54'1S 068°09'7W) hacia Williams de donde nos separaban menos de 30 millas... pero decidimos hacer una paradita en el camino, no teníamos demasiada prisa en amarrarnos a un muelle.
Así que de entre todas las opciones elegimos caleta Burshem ( 54°53'9S 067°56'4W); se trata de un lugar con dos posibles fondeos: uno para estar libre al ancla y otro que parecía muy protegido según el dibujo de la guía era un lugar estrechito y perfecto para echar cuatro cabos.


Antes de llegar a nuestra meta (de la que apenas nos separaban 12 millas) aun tuvimos tiempo de cruzarnos con un pescador que se acercó a nosotros para ofrecernos ¡más centollas!; sin nada que darles a cambio... mantuvieron la oferta y cuatro buenas piezas fueron a la cacerola del Alea.

El fondeo nos pareció bueno, aunque una línea de pescadores nos cerraba la entrada hasta el final del saco donde el viento iba a molestarnos menos, de todos modos -y pese a que la diferencia entre lo estrechito del dibujo y lo amplio del lugar era evidente- podíamos echar cuatro cabos y esperar que pasara lo feo... que esta vez no era tanto porque las rachas que nos pronosticaba Miguel no iban a llegar a los 50 nudos.


Según el dibujo... teníamos que entrar con calzador. A veces estos dibujos me desorientan un poco!


Pero en realidad el lugar es así de espacioso y fenomenal
Pusimos los cuatro cabos y nos dispusimos a pasar unos días tranquilos, los últimos días de nuestra ruta... si es que nuestra ruta se acabara aquí. Como pensamos estar en la zona 5 meses y pensamos reandar todos estos lugares, la sensación de llegar a la meta queda algo desdibujada, y si a ratos nos parece que cuando lleguemos a Williams habremos llegado, a ratos parece que no sea más que otra parada en el camino.

El lugar era estupendo para pasear, en nuestras rutas (con menos nieve que en otros puntos) pudimos comprobar los estragos que había causado la tormenta que a nosotros nos tuvo amarrados en Emilita por 10 días


El lugar es bonito y si tienes tiempo, simplemente con sentarte a mirar puedes ver que lo que en principio te pareció una pared de piedra sin más es un muro que da cobijo a nidos y puedes ver como las madres van a pescar, alimentan a las crías...



El viento sopló pero con los cabos y el resguardo del lugar no nos molestó en absoluto. Ver el dibujo de las rachas sobre el agua -cuando confías en los amarres- es también algo entretenido

Dibujtos en el mar

También hubo días de calma chicha


Y al final una mañana dijimos que tal vez iba siendo hora de levantar el ancla y movernos un poco... con la seguridad de que vamos a volver


Nos planteamos seriamente hacer otra parada antes de Puerto Williams (estábamos solo a 13 millas) pero finalmente se impuso la sensatez (todavía andábamos con los depósitos sin agua) y pusimos rumbo a puerto.

Un rato más tarde ¡civilización! Puerto Williams se dibujaba a nuestra proa!!!!


Habíamos enviado un email días atrás avisando de nuestra llegada y nos dijeron que no había problema. Sin embargo, aproximándonos a la marina, nadie respondía a nuestros llamados por la VHF; finalmente fue nuestro amigo Mike, del velero Galactic, quien nos dijo que la radio de la marina estaba estropeada, que no había sitio en la marina pero que podíamos atarnos en una boya. No era nuestra idea después de tantos días deseando salir facilito a caminar... pero no estaba del todo mal!



Nos amarramos a la boya y rápido pusimos la auxiliar en el agua para ir a saludar a los amigos, pasear por las calles.. y llenar los 3 tanques flexibles de agua.

Llegamos al Micalvi, nos encontramos con los amigos, paseamos por las calles... pero lo del agua no pudo ser ¡las tuberías estaban congeladas!

La maldición del agua sólida!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Pero no fue grave. Al día siguiente el agua fluía por la manguera, tres días más tarde nos habían conseguido un lugar en la marina moviendo a unos cuantos veleros de aquí por allá.


Ya estábamos en Puerto Williams, el sur del sur!

PD... no estamos en el punto más sur de nuestra ruta porque Hornos nos espera ahí, un poquito más abajo ¿alguien se atreve?

sábado, 19 de septiembre de 2015

Como si no quisiéramos llegar a destino... despacito, despacito


Hoy casi nos ponemos al día explicando nuestros últimos fondeos antes de amarrarnos en la marina de Micalvi en Puerto Williams. Porque todavía nos quedan lindos lugares que compartir!

Salimos de la caleta “sin nombre” (o sea, que no sale en las guías, que los locales seguro que la tienen bautizada) desde donde visitamos a las gentes del faro y es día sí, con poquito viento -de popa- y corriente a favor cruzamos la confluencia de brazos sin ningún problema.
 

Nuestro objetivo era llegar hasta el fondeo Ferrari en el fiordo Yendegaia. Es un lugar que ha sido muy popular entre los veleros -especialmente entre los belgas y holandeses- porque allí hay (había) una hacienda de la que se hacía cargo una pareja de “guardeses”, él chileno y ella belga. Ella llegó a bordo de un velero... y se enamoró del lugar y del chileno, así que cambió el mar por la tierra (además de cambiar de pareja) y hace años que se instaló en el lugar. Ellos tenían caballos y ofrecían, además de la hospitalidad que por aquí nunca falta en su hacienda, paseos a caballo hasta el glaciar, se podía comprar carne de vacuno... en fin, todo atractivos.
 
El fondeo (54°51'5S 068°48'9W) a nosotros no nos pareció muy espectacular (había bastantes rachas) y -lamentablemente- la pareja ha sido trasladada y la hacienda está actualmente deshabitada. Ya lo sabíamos, pero el lugar era tan nombrado que a pesar de que nos suponía un desvío rumbo norte de 4 millas decidimos hacerlo con la ilusión añadida de encontrar agua potable en las instalaciones
 
Pero no, ni una manguera, ni un grifo, ni un aljibe, no queda nada más que edificios abandonados sin puertas ni ventanas.
 
 
 
El paisaje era -como siempre- bonito pero no nos pareció suficiente motivo para quedarnos con aquella ventolera racheada que teníamos encima y volvimos a desandar las cuatro millas y buscar una de esas caletas en que te puedes atar bien por todos los lados, que se anunciaban días con viento
 
 
Nuestro destino: Caleta Eugenio (54°55'8S 068°29'5W) donde confiábamos encontrar un riachuelo.
 
En el camino -¡increíble!- nos pareció ver un mástil en el horizonte, miramos con los prismáticos y ¡sí! era un velero, el primero con el que nos cruzábamos navegando desde Chacabuco!!!!
 


Los llamamos por radio y estuvimos hablando con ellos un buen rato. Son una pareja a bordo de un precioso velero de acero que llevan 25 años en la zona. Nos contaron cositas, la más “preocupante” que la marina de Micalvi estaba completamente llena pero nos facilitaron un mail para que pudiéramos avisar de nuestra llegada; ellos se iban de vacaciones un par de meses a Natales (¡con la pareja que vivía antes en Yendegaia) así que nos reencontraremos en Williams allá por noviembre.
 
 
Llegamos sin problemas a Eugenio. Es un lugar con una entrada angosta pero muy practicable (bien señalada por el kelp) con dos bahías de la que solo se puede ocupar la primera porque la otra es pura playa con la marea baja.




Atamos el Alea con tres cabos a unos árboles estupendos y nos dimos por satisfechos, un buen lugar donde pasear, remar... y pasar un par de días
 


Por la mañana nos fuimos a ver el riachhuelo (que se oía desde la cubierta) pero el agua era lamentablemente marrón -como ron añejo- y decidimos que nos podía servir para fregar los platos o para higiene personal pero no para beber, así que a esa excursión siguió otra para conseguir nieve limpia (facilísimo) y volver a cocinar


Nuestra máquina de agua


En un ratito podemos hacer unos 15 litros de agua que como solo utilizamos para cocinar y beber nos aguantan sin problemas unos 3 días. Lo cierto es que nos ha supuesto más una distracción que un problema grave!

Lavando platos en la cubierta con agua del arroyo
 
A la mañana siguiente decidimos que la nieve nos ponía difícil lo de caminar pero no había problema para ir remando así que nos dedicamos por un par de horas a ejercitar pectorales!
 


Para nuestra sorpresa, pastando tranquilamente junto a uno de nuestros amarres había ¡un toro!
 

Fue como una especie de shock darnos cuenta de cuánto llegaba a sorprendernos la visión del rumiante, como estos seis meses por los canales han hecho que ver un delfín, un león de mar, cormoranes, patos, hasta pingüinos fuera algo cotidiano y normal... y ver una vaca se hubiera convertido en una novedad.
 

Lobos de mar tostándose al sol


El fondeo dejaba a las claras que estábamos acercándonos de nuevo a la civilización, porque si el toro nos sorprendió ni contaros cuando en un momento dado nos sobrevoló un helicóptero.... sin comentarios.
Dos días más tarde decidimos seguir nuestro rumbo -cada vez más lento, como queriendo no llegar- hasta un nuevo fondeo del que nos separaban a penas unas millas, así que recogimos todos los cabos, levamos el ancla y nos fuimos a Santa Rosa, donde había otra hacienda y por lo tanto una nueva posibilidad de llenar los tanques de agua (porque seguía nevando pero ni chispita de lluvia).
 
 
 
Llegamos al fondeo (54°54'1S 068°09'7) al que se accede por una entradita muy pero que muy chiquita (yo cada vez me asusto menos de las cosas) que da paso a una caleta casi cerrada, con una boya para amarrar el barco de los propietarios de la finca que deja espacio sin problemas para fondear libre, solo al ancla.
 


El fondeo es agradable, pero cuando bajamos a tierra lo encontramos todo cerrado, descuidado y bastante suciete... es mejor lugar para fondear que para pasear.
Eso sí, seguimos reencontrándonos con la fauna “normal” y un gatito hizo todo el paseo a nuestro lado (y os prometo que un gato me pareció algo bastante exótico)
 

Y como no vacas
 


y más vacas
 

También vimos esos árboles típicos de la zona peinados por el viento
 
 
 

De agua potable ni rastro!
Al día siguiente volvimos a apuntar al agujerito de acceso a la caleta y salimos de allí rumbo a otra parada que nos permitía atarnos con cuatro cabos porque la previsión de fuertes vientos para los siguientes días se nos venía encima
 
Ahí podéis ver el huequito de entrada al fondeo

 
Para llegar hasta allí se podía salir al canal principal (fácil) o zigzaguear entre las islas e islotes que salpican la costa norte de la isla Navarino (menos fácil especialmente porque Navionics sigue sin ser muy exacta en esta zona). Johan desde luego eligió lo menos fácil.... es que las guías hablan de que es una zona con una extrema abundancia de aves ¡y no nos lo íbamos a perder!
 
La verdad es que era impresionante ver cuántos pájaros y de cuántas clases había en el agua, cualquiera diría que tenían organizada una fiesta con happy hour!!!
 
 
 
 
Y así de entretenidos llegamos al siguiente fondeo, pero no os cansamos más por hoy.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Alcamar Yamana


En tiempo “real” llevamos unos días felizmente amarrados en Puerto Williams. No podemos decir que sea el final del viaje porque nos falta conocer Ushuaia y hay muchos fondeos en la zona que están esperando que los visitemos, pero sí, la verdad es que estamos con un dulce regusto a “misión cumplida”, felices de pasear por las calles, compartir con las tripulaciones de los otros veleros que hay por acá.

Estar en la ciudad, o pueblito, o enclave, nos da acceso a internet así que hemos podido poner fotos en todos los post desde Puerto Natales hasta aquí, por si alguien quiere curiosear estos son los enlaces (puedes pinchar sobre el texto):

Primeros síntomas de congelación
De Smyth a Magallanes
Chapuzón
Adiós a Magallanes
Centollas
Brecknock
Canal O'Brien
Caleta Emilita
Garibaldi

Pero en nuestras crónicas, nos habíamos quedado en Caleta Olla y hasta llegar a puerto aun pasamos muchos días. Hay tres buenas crónicas esperando ver la luz. Aquí va la primera de ellas:

Yo creo que me habría quedado por semanas en caleta Olla, ainshhh, qué enamoramiento me cogió a mí con el lugar: buenos paseos, vistas inmejorables, animales por todos lados... pero sabemos que vamos a volver y queríamos llegar a Williams así que después de un par de días en Olla pusimos rumbo a Yendegaia.


Salimos con apenas 3 nudos de viento del este, en contra pero tan suavito que no nos pareció problema. Como siempre desde que estamos en Tierra de Fuego, lo primero, ya en marcha, fue avisar al Alcamar (Alcaldía de Mar) más próximo – Yamana- de nuestros movimientos. El señor de Yamana nos atendió como siempre amable pero nos indicó que ante su puesto de control (punto en el que confluyen el brazo noroeste, el suroeste y el canal Murray) había unos 25 nudos del este, lo dijo con voz de “yo os aviso”.

Llegados a las inmediaciones del puesto de la Armada, los 25 nudos eran ya 30, el mar incomodísimo porque el viento soplaba en dirección contraria a la corriente formando una ola feota y por un momento tuvimos una racha de 53. Nuestra velocidad iba de los 6 nudos a los 2 y de los 2 a los 6 sin ton ni son. Más tarde, nos explicarían que estas rachas son un fenómeno que se da en la zona debido a la confluencia de tantos brazos distintos y si lo intentas con el viento en la nariz pueden pasar estas cosas. No nos costó mucho decidir que volver a Olla (¡bien!) de la que solo nos separaban unas 7 millas y esperar al día siguiente en que la previsión era de viento del oeste y por lo tanto a favor. Flops! media vuelta.

Menos de una milla desandada, Johan vio un recodo que parecía protegido: buenos árboles, agua calmita. Nos acercamos y vimos una línea de pescadores cruzando el fondeo: buena señal. Decidimos quedarnos.


Echamos el ancla en apenas 5 metros evitando el kelp y dimos atrás hasta quedar a ras con la línea de los pescadores. Fui a tierra a atar un par de cabos, guau, qué arbolazos más bonitos; podía venir un huracán que no nos íbamos a mover un palmo!!!



El día seguía siendo frío pero las temperaturas tan extremas ya estaban pasadas; hacía un solazo impresionante y el termómetro ya estaba por encima de cero (vale, solo +1°, pero ¡positivo!) así que preparamos algo de comer y por primera vez en semanas (¿meses?) comimos en la bañera disfrutando de las vistas.



Por la tarde decidimos visitar la Alcaldía de Mar, los llamamos por la radio para preguntar si había inconveniente y nos dijeron que éramos bienvenidos, así que nos calzamos las botas y allá que nos fuimos. La distancia no era larga, pero la nieve ponia difícil el camino; Johan iba delante haciéndome caminito, yo sólo tenía que pisar sus huellas, a veces el hueco en el que tenía que meter mi pie para encontrar la huella del suyo era tan profundo que la nieve me llegaba a medio muslo, en resumen, íbamos lentos, lentos.
 




 En una horita estábamos en casa de la gente de Yamana, nos recibió dando brincos Florencia, la niña de 5 años de la familia. Yo iba vestida como sigue: camiseta de ropa térmica interior, camiseta de manga larga, suéter polar, chaleco polar, chaqueta impermeable; pantalón interior térmico, pantalón de paseo, pantalón estanco, dos pares de calcetines... y me sentía bien, bueno, después del paseo algo acalorada. Florencia vestía: calcetines, botas, pantalones de malla tipo legins y camiseta de tirantes...

Pasamos toda la tarde con la familia, que no recibían ninguna visita desde hacía tres meses. Nos contaron que todos los puestos de Alcamar están ocupados por familias con niños, el tiempo del servicio es de un año, que puede prorrogarse hasta un máximo de cuatro pero cambiando de faro; prestan servicio 24h al día.



No pueden recibir visitas (de familia y amigos, se entiende). Periódicamente reciben víveres y si quieren algo fuera de lo estipulado (algún alimento especial o cualquier otra ocurrencia tipo libros, música, películas, ropa...) hay un barco que hace la ruta regularmente entre Williams y Punta Arenas y cualquiera puede comprarles cosas y hacérselas llegar por esa vía. Todas las Alcaldías salvo dos (y Yamana era una de esas dos) tienen conexión telefónica y de internet vía satélite, ello solo por radio. La familia coincidía en afirmar que estaba siendo un tiempo genial, que estaban muy felices e poder estar en el faro!


Regresamos al velero con las justas para que no nos cayera la noche encima, habíamos cenado juntos, tomado tés y cafés... pasado un día genial.

El regreso fue más rápido porque pudimos encontrar nuestras propias huellas!

Al llegar a la playa descrubrimos que estábamos en el punto más bajo de la marea y que habíamos vuelto a fondear en uno de esos lugares en que hay una laaaarga playa que aparece cuando el agua se va. Resultado: la auxiliar estaba a 20 metros del agua en medio de un mar de piedras. Pero no hay que sufrir que Johan es ingeniero y yo he visto algún que otro capítulo del canal Historia... así que buscamos unos troncos redondos, manejables y si los egipcios pudieron mover las piedras para hacer las pirámides, en 10 minutos el bote flotaba en el
agua!!! Me está encantando este viaje, mucho, pero mucho!!!




Nos fuímos a dormir con la sensación de día aprovechado hasta el último minuto, sí, es cierto, no habíamos llegado a Yendegaia pero ¿quién nos esperaba allí?. Al día siguiente... volveríamos a intentarlo.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Una anécdota ¿simpática?

Como el parte de meteo seguía pronosticando unos días sin viento y teníamos un sol radiante -a pesar de seguir bajo cero- decidimos quedarnos en Olla un par de días y caminar por los alrededores.



En las guías hablan de dos excursiones, una desde el fondeo convencional (a la que no podíamos acceder porque teníamos que llegar con la auxiliar y seguia todo congelado) y otras dos desde la playa principal que teníamos frente a nosotros: para visitar el faro y para ir a ver el glaciar Holanda.



El paseo hasta el glaciar no tenemos claro si dura un par de horas (o un par de horas cada trayecto) pero en cualquier caso no fuimos capaces de encontrar el camino que nace en un río que estaba completamente congelado. Pero tampoco había mayor problema porque las vistas desde la playa no estaban nada mal.


Pero el paseo hasta el faro es sencillo y muy agradable, incluso con la nieve en la montaña.
Al principio vimos un grupo de guanacos que no mostró asombro por nuestra presencia hasta que estuvimos a penas a unos metros de ellos; 



montones de pájaros, a los ya familiares patos de todo tipo, gaviotas y cormoranes, se sumó en este paseo un preciosos pájaro de pico rojo que es extremadamente confiado.


Las vistas desde el faro increíbles.




Con el sol, el Alea lucía como no lo había hecho antes en Tierra de Fuego.





En uno de los intermedios a bordo entre tanto paseo, fuimos a bombear agua del grifo y ¡sorpresa! no teníamos agua... ¡sí! lo último que nos imaginábamos que nos pudiera pasar en este viaje. En verdad era algo que estábamos esperando hacía un ratito. Es cierto que todo el mundo nos dijo que llovía sin piedad en los canales y por lo tanto hemos gastado agua con un poco más de alegría que en otras ocasiones; también es cierto que hemos bebido tantos tés y cafés que el consumo también ha sido más alto del habitual (que se complementaba a base de cervecitas frías que ahora no bebemos). En cualquier caso hemos llenado los tanques sin problema ninguno cada tres semanas y siempre hemos estado bien servidos de agua.

Pero, y es con este pero con el que no contábamos- desde hace un mes no llueve ni una gota; nieva insistentemente pero nosotros que recogemos agua de lluvia en la cubierta, no tenemos como llenar el tanque con la nieve.

No hay problema, plan B (somos el equipo plan B por excelencia), hay numerosos ríos y cascadas. Estábamos avisados de que los ríos normalmente tienen agua un poco turbia (los pescadores nos cuentan que es porque en lo alto del curso hay muchos castores trabajando madera, sea como sea, el agua es así de color ron añejo y no apetece llenar los tanques con ella) además llegar al curso del río tenía también algo de truco con el hielo en los márgenes; 

riberas congeladas

pero que hay numerosas cascadas. Preparados para ello, salimos de Puerto Montt con un embudo de muy buen tamaño, con un filtro para eliminar partículas, con una manguera adaptable al embudo, y tres tanques flexibles de 20 litros. Así que cargados con nuestro equipo recolector de agua, nos fuimos a buscar la cascada que ya sabíamos estaba en un extremo de la playa

Pero, hay que ver con los peros... la cascada no nos quiso regalar ni una gota. Estaba completamente congelada.


Así las cosas, no nos quedó otra que recoger nieve para fundirla y “fabricar” agua. Es una actividad que nos ha tenido bien ocupados un ratito al día por más de una semana. Ahora somos los “watermaker” más guais de la zona.



Podríamos correr a Puerto Williams (está ya muy cerca) pero vamos a seguir así, alternando danzas de la lluvia (que no funcionan), con la búsqueda de cascadas y la recolección de hielo.
Habrá quien piense que esto es un desastre. Yo me siento la más aventurera del mundo, cerca de lo más básico, autosuficiente cuando la vida lo exige. Feliz como una perdiz.

espero que entre tanta bufanda se  vea mi cara de felicidad!

 Claro, que el escenario ayuda!




Subo este post ya desde Puerto Williams donde llegamos hace dos días. Nos faltan unas cuantas crónicas para poner el blog al día, pero mientras escribo aprovecho para ir añadiendo los fotos en los post anteriores (son muchos y me va a costar unos días) . De momento ya podéis ver las fotos de Caleta Olla   y de Seno Pía
Esperamos que os gusten!