sábado, 29 de agosto de 2015

Seno Pia

La bajada del seno Garibaldi fue lenta y difícil, más de 8 millas a paso de tortuga intentando abrirnos camino por el hielo que se había desprendido durante la noche desde el glaciar. Llegados al brazo noroeste -el canal de navegación- de Pía sólo nos separaban unas 9 millas. Entre ambos aun se encuentra el ventisquero España pero la entrada y la navegación es bastante complicada... y bastante estábamos teniendo en las zonas “sencillas”.

Rumbo al Seno Pía navegando el brazo Noreste
La navegación era un regalo para la vista: la nieve que nos ha caído y caído y había dejado las montañas vestidas de blanco. El ventisquero España, como queriéndo que no nos lo perdiéramos, se asomaba al mar en un recodo reluciendo al sol.


La barra de entrada del seno Pía es un poco más estrecha y complicada que la del Garibaldi y la falta de ajuste entre las cartas y la realidad lo ponía un poquito más complicado, pero el punto de referencia que dan las guías es bueno y pasamos sin mayor problema.

A penas entrar, a estribor, había un ruido impresionante: una colonia de lobos de mar estaban dando un concierto en do menor...


El seno Pía se divide en dos brazos. El fondeo más popular, recomendado, seguro... se encuentra en el brazo este. Yo estaba deseando llegar desde hace semanas. Hemos visto muchísimas fotos de otros veleros: desde el mismo fondeo se tiene una vista del glaciar Romache y hay un árbol en el que los veleristas ponen un letrerito con el nombre del barco y la tripulación. Ya teníamos la tablilla preparada para nuestro letrero!

Johan, mirando la carta, desconfiaba mucho de la bonanza del sitio. En las guías señalan que el brazo oeste del Pía se congela con más facilidad y recomiendan “sin lugar a dudas” el fondeadoero Beaulieu (54°47'85S 069°37'65W) como el mejor de los mejores; Johan apostaba por el brazo oeste, no por el fondeo que hay al pie del glaciar y tal vez no por la caleta norte, pero sí por otra caleta, algo fuera de ruta, llamada caleta sur. ¡Pero me hacía tanta ilusión poner mi letrero!

Vista del glaciar Romanche en el brazo este del Seno Pía
Pues nada, Johan dijo que su intuición podía esperar -era temprano y nos quedaban horas de sol-y nos fuimos a Beaulieu; las vistas del glaciar, como se prometía, el fondeo, en un buen recodo, el fondo... completamente congelado. Buena intuición la del capi.

Fondeo Beaulieu... congelado


Nos acercamos y nos adentramos a ver si el hielo era finito y podíamos maniobrar (había que atar cabos a tierra) porque de ser posible no era mal lugar para quedarnos “congelados” hasta que las temperaturas subieran un poco, pero el hielo era ya tanto (unos 4 cm) que no íbamos a poder usar la auxiliar para ir a tierra.

nuestro caminito en el hielo
Ya tenemos en mente desde hace rato cuál va a ser nuestro siguiente tramo de la aventura de navegar: queremos estar en el sur hasta principios de marzo (y esperamos que mucha gente se anime a pasar un rato a bordo) y después queremos poner rumbo a Buenos Aires; en lugar de hacerlo por el Atlántico desde Ushuaia, queremos volver hasta Punta Arenas y salir al océano algo más al norte... así podemos disfrutar de la parte más espectacular del viaje en invierno y en verano!!! y entonces ¡pondré mi letrero!

fondeo en Caleta sur, oeste del seno Pía
Pero a lo que íbamos, Beaulieu congelado, o sea: plan B y rumbo al brazo oeste, caleta sur para probar suerte.

Para llegar a la caleta sur hay que hacer un desvío de una milla y media, el fondeo no estaba congelado; teníamos que llegar al final del saco y aunque las profundidades no cuadraban mucho con los libros, no fue difícil encontrar un lugar donde echar el ancla en unos 15 metros y llevar dos cabos a tierra (54°48'8S 69°43'0W). El entorno era precioso y ¡sí! no había arbolito de letreros pero desde allí mismo teníamos vistas a un glaciar. Decidimos quedarnos un día para pasear por la playa, que ya teníamos ganas de estirar las piernas.

vistas desde el fondeo
Subimos la auxiliar en la posición “antirrobo” (por el costado, dejándola colgando por la borda a la altura de la cubierta) por si por la noche congelaba que no se dañara. A la mañana siguiente la cubierta había desaparecido bajo una espesa capa de nieve; limpiar ya no era tanto la mayor de mis diversiones (es que me gusta mucho pero mucho jugar con la pala) sino la mayor de las necesidades: el bímini se nos iba a venir abajo, la auxiliar estaba soportando kilos de nieve, los cabos estaban desaparecidos!




Total, que aun así pudimos ir a tierra porque la superficie estaba helada pero practicable y el día se había quedado bastante aceptable. ¡Habíamos pasado la noche de los -12° sin novedad! Desde Emilita hemos estado siempre con temperaturas por debajo de cero, normalmente dos o tres grados bajo cero. Lo de los -7°, -9°, -11°, ha sido sin problemas soportable, pero lo cierto es que hemos usado más calefacción (más horas, más intensidad) y hemos buscado una bolsa de agua caliente -como las de mi abuela- para la cama en las noches... no ha hecho falta más!

hielo simpático en el fondeo

Al día siguiente los planes eran visitar el ventisquero que corona el brazo oeste (de nombre Guilcher) y regresar al mismo fondeo porque quedaba claro que quedarse arriba era un riesgo que no queríamos asumir. Recogimos los cabos y el ancla sin problemas y fuimos a ver qué tal estaba de hielo el camino.

Mientras subíamos hacia el pie del glaciar la cosa no pintaba mal; no pudimos llegar hasta el fondeo de más al norte pero pudimos acercarnos mucho y como en otras ocasiones, dejamos flotar al Alea y nos dedicamos a disfrutar sin palabras.










Tanto estuvimos en “modo alelado” que no nos dimos ni cuenta de que los hielos se iban cerrando a nuestras espaldas, así que para cuando quisimos mirar ¡nos estábamos quedando atrapados!




brummmmm.... para abajo!!!!! Como íbamos bien de horario, decidimos seguir hasta caleta Volier que no era mucho más lejos y nos dejaba fuera de los problemas de congelación del ventisquero.




El único problema con el hielo es que la navegación es mucho más lenta y cansina. Pero el camino también tiene sus pequeñas sorpresas escondidas

paisajes espectaculares escondidos en la pared
 Johan tiene que llevar la rueda bien concentrado, pero sin más fuimos haciendo las millas que nos separaban de la entrada donde teníamos intención de acercarnos a la lobera para hacer un poco de safari fotográfico.



Fue maravilloso ver tantos lobos de mar y descubrir como la curiosidad era mutua ya que una decena de ellos se vinieron a nadar junto a nosotros por un buen rato.





Y así, dijimos hasta luego al Seno Pía, porque ¡vamos a volver! ¿alguien se apunta?





jueves, 27 de agosto de 2015

Empiezan los ventisqueros. Garibaldi

Salir de Emilita tuvo su dificultad. A las 9h estábamos desayunados y listos para iniciar la maniobra -teníamos 4 cabos a tierra- pero aunque la tarde de antes yo había estado un par de horas quitando nieve de la cubierta, durante la noche había vuelto a caer con ganas y teníamos más de 30 centímetros. Imposible ordenar los cabos, pensar en usar las velas, si antes no volvíamos a quitar palas y palas de nieve.



Con la cubierta algo más despejada nos pusimos a los cabos. Deshacer los nudos no fue mal -son unos cabos con los que da gusto trabajar- pero se me congelaron las manos en el proceso... además los propios cabos estaban completamente congelados, fundidos con los árboles que tan bien nos habían sujetado. La parte buena es que ya sin nudos estábamos tan “atados” como con ellos y pudimos subir a bordo la auxiliar en el mismo fondeo. Después, simplemente usando el motor del velero, adelantamos mientras recogíamos la cadena y los cabos dejaron tierra para volver a su lugar, a bordo.


Entre esto y aquello, eran más de las once cuando el último cabo quedaba bien adujadito en su lugar e iniciábamos la etapa de los ventisqueros!


Por fin, después de un largo camino, de una larga espera... estábamos en el brazo noreste.
La meteo que nos había dado Miguel para los próximos días era inmejorable: después de ser barridos por una depresión tras otra, de haber soportado viento y más viento, teníamos ante nosotros -como al salir de Natales- una previsión de al menos una semana, probablemente diez días de vientos suaves o nulos. Pero -todo tiene un pero- se iba el viento y llegaba el frío. Los partes de meteo de las tardes cambiaron su centro de interés; el tema del viento lo solventábamos en un plisplas -vientos de tal dirección de 4-5 nudos para todo el día- y las temperaturas centraban nuestra atención. El poquito viento iba a venir del sur, directo de la Antártica: seco... y frío!.

Para la semana siguiente a nuestro zarpe de Emilita la previsión empezaba en días de -2° bajando (dos graditos al día más o menos) hasta llegar a un par de noches con -11°, eso sí, según bajaban los grados bajaba la nubosidad y si la cosa no cambiaba nos esperaban al menos tres días de cielos azules y sol radiante.


Así las cosas, sacamos de los armarios la ropa más abrigadita, por primera vez decidimos no apagar la estufa por las noches y nos dispusimos a disfrutar de una nueva etapa del viaje.



El primero que nos encontrábamos en el camino se llama -sin más- Seno Ventisquero. Tiene un buen fondeo al pie del glaciar pero para llegar ahí hay que pasar por un par de angosturas y con las temperaturas que teníamos previstas nos daba un poco de miedo quedarnos congelados por ahí dentro, así que decidimos seguir hasta el Seno Garibaldi que tiene fama de ser uno de los más bonitos de la zona. El día estaba medio nublado a ratos pero sin nieve ni lluvia; tocaba ir a motor pero muy tranquilos. Las cartas -desde que cruzamos Cockburn- están muy desplazadas así que toca ir con el radar todo el tiempo y controlando mucho, especialmente ya dentro de los ventisqueros. En el Garibaldi -como en casi todos- hay una barra en la entrada, de poco calado, con un paso que señalan todas las guía y que no es difícil de localizar. Ya dentro fuímos haciendo norte envueltos de unas paredes verticales impresionantes, unos paisaje de esos que hacen que te quedes encogido y pequeñito.



Desde cualquier rincón teníamos preciosas vistas del glaciar




Hay tres fondeos: uno justo tras la barra, muy cerca del canal principal, otro, a dos millas del pie del glaciar con ancla y popa atada a la isla Pirincho que según la literatura te evita los hielos que bajan del glaciar y un tercero que da la guía de los italianos en una entradita a penas unos metros al sur de la isla.




Sólo al llegar a la altura de Pirincho empezamos a encontrar hielo en el agua, pero no nos gustó mucho la idea de quedarnos en ese fondeo porque la posibilidad de quedar “atrapados” estaba ahí, y el viento -aunque flojo- giraba al sur; en esas condiciones estaríamos fatal. La alternativa que daban los italianos no parecía muy viable, tal vez en verano, pero era un espacio mínimo y con la nieve no se veía ni un arbolito al que hacer firmes los cabos. Tal vez teníamos que volver a Emilita... mientras valorábamos la situación Johan vió una esquinita que no parecía del todo mal; fuimos muy lentos a comprobar el calado de la zona y vimos que teníamos el espacio justo para encajar al Alea, orientado norte/sur, atado a tres árboles. Era fácil salir a la manaña siguiente y si congelara y tuviéramos que quedarnos un rato, estaríamos protegidos para los vientos predominantes (54°44'4S 069°58'9W).


La tarde estaba maravillosa, Johan me dijo que mejor hiciera alguna foto porque tal vez a la mañana siguiente el paisaje fuera más gris... acertó!




El plan era navegar las 2 millas que nos separaban del pie del glaciar, disfrutar de las vistas y bajar de nuevo para poner rumbo a Seno Pía; sin embargo, lo que el día anterior eran unos témpanos a la deriva esa mañana era hielo casi cerrado.



A penas navegamos media milla hacia el norte antes de dejar que la sensatez se impusiera y viramos al sur. La navegación fue lenta y laboriosa (Johan está hecho ya un experto) y los hielos nos acompañaron hasta el canal principal.




 Íbamos a probar suerte en Pía.

(estamos deseando poner fotos porque es difícil explicar -a ratos- lo bonito que es esto)
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At 27/08/2015 13:29 (utc) our position was 54°55.78'S 068°29.48'W

lunes, 24 de agosto de 2015

Caleta Emilita. Invierno en Tierra del Fuego

Llevamos días fondeados en Caleta Emilita. El tiempo está bastante feo y muchos días hemos amanecido con unas nevadas impresionantes sobre la cubierta (me paso el rato con mi pala de juguete quitando nieve como un niño jugaría en la arena de un parque).



Cuando nieva es imposible ir a pasear (el terreno es muy blando e irregular y la nieve no nos deja ver los agujeros y los malos pasos), pero también hemos tenido algún día sin lluvia ni nieve y hemos podido subir a la cima de la montaña y disfrutar de las vistas de todo el canal desde la cumbre.
El día que subimos paseando pudimos ver cómo la intensidad del viento iba subiendo con nosotros, monte arriba. Al llegar al punto más alto, Johan -yo me quedé resguardada más abajo- dice que hacía falta bastante voluntad para no salir volando.




Veíamos las rachas peinar la superficie del mar levantando olas, sin embargo, al bajar de nuevo, esas rachas a penas si se hacían sentir en el fondeo. Definitivamente es un buen lugar.



Aquí Alcamar Timbales está muy activa todo el día controlando a la flota que hay en sus aguas; cada tarde a las 17h hace un QTH (control de posición de los barcos) y si no contestamos nos llama de forma expresa para saber que estamos bien. A las 20h. da el parte meteorológico; hace un par de días en el canal Cockburn había olas de 10 metros ¡qué miedo!. También sirve de enlace con los pescadores y el mundo y a veces oímos como comunican con alguno para decir que ya llamaron al teléfono que les facilitaron y que el papá sigue hospitalizado pero estable y cosas por el estilo; a mí me sigue pareciendo entrañable.


Hemos pasado cuatro días en que Alacamar ha prohibido la navegación para las embarcaciones menores (hasta 12 metros) y recomendado lo mismo para cualquier otra de mayor tamaño y en la bahía estábamos con 7 barcos fondeados en su único cabito.

Podría decir que han sido días duros, en que el viento no ha bajado de 35/40 nudos y las rachas han estado día y noche por encima de los 50 y llegando a los 73 nudos, lo que en el fondeo se traducía en rachas contínuas de 40 nudos, decir que el viento nos ha vapuleado de lo lindo, entrando bastante de costado, tensando los cabos hasta hacerlos restallar, como látigos, ululando sin descanso hasta volvernos locos, que la nieve ha llegado a tener 25 cm en la cubierta -los cabos completamente congelados e inmanejables-, el frío cada vez mayor, que el barómetro ha caído en el plazo de 36 horas de 1020 a 954, que hemos pasado algún rato, alguna noche, abrazados en la cama sintiendo la fuerza de la naturaleza desatada fuera de nuestro cascarón...

barómetro en caída libre

nuestro récord, por el momento

nieva

y sigue nevando

sin comentarios, jajaja

extraordinario paisaje tras la nevada
Todo eso sería cierto pero sonaría un poco negativo y la verdad es que mientras pasaba todo eso -que ha pasado-, hemos estado leyendo a la lumbre de la chimenea -nos hemos fundido una serie de novela policíaca sueca de los años 60/70 que nos ha distraído de lo más-, disfrutando muchísimo de los recursos culinarios que nos quedan, inventando recetas con casi nada para chuparse los dedos, apurando los últimos traguitos de vino (la cerveza se acabó hace rato pero creedme si os digo que no cambiamos un té por una cerveza en estas latitudes), hablando con Miguel por la radio, jugando con la nieve (chupitos de ron con granizo!), ¡charlando por horas como si hiciera meses que no nos vemos!; también hemos cambiado el aceite del inversor, repasado filtros y demás, limpiado y recogido, sintiendo la seguridad que da estar en un barco en el que confiamos, atados con buenos cabos a mejores árboles, departiendo con Alcamar que nos ha vigilado (o mimado) todos y cada uno de los días.

patata hervida sobre crudité de verduras con centolla y allioli

pinchos de verdura, huevo duro y centolla con queso sobre fondo de palmito

Han sido 9 días de parón pero han sido unos días estupendos! Mañana salimos a ver si es posible visitar los ventisqueros... aunque tenemos miedo de que las entradas estén totalmente congeladas. Cruzamos los dedos y ya os contaremos. De momento seguimos disfrutando del entorno