viernes, 29 de abril de 2011

Kassos



Salimos de Khalki y el viento volvió a mostrarse un poco esquivo; parecía que iba unas 6 horas por delante de nosotros pero seguíamos sin animarnos a salir de madrugada para "pescarlo"


Johan y Pilar estudiaron la meteo y la ruta; como el viento soplaba del N parecía que lo mejor era mantenerse en la cara norte de Karpathos y evitar que la isla nos hiciera de pantalla y nos robara el poco viento que había y además -como al día siguiente la previsión era de 0 viento- posiblemente lo mejor fuera ir directos a Kassos (63 millas) aunque eso significara saltarnos la visita a Karpathos (no nos habían hablado especialmente bien del puerto aunque la foto del derrotereo a mí me parecía muy majeta) y pasarnos todo el día en el mar.

A Pilar y a Johan parecía no asustarles la idea de 12 horas de navegación -todo lo contrario- y a mí... pues ¡adelante!



Empezamos con motor y vela pero pronto se estableció un buen viento que nos permitió dar descanso a la máquina: Pilar a la rueda tenía esa carita que tantas veces le he visto a Johan en iguales circunstancias. No parecía cansarse. Johan estuvo todo el tiempo trimando un poquito aquí un poquito allí, arrancándole unas decimillas a la corredera.



Hacía solecito y disfrutábamos de la navegación (yo con mi libro en la mano) como si el paraíso no fuera -o no neceistara ser- más que esto!



Yo, para estar a la altura de las circunstancias y del nivel de competencia que se respiraba a bordo, decidí hacer unas lentejas con albóndigas de carne. Estábamos MUY esocrados, pero ¿esto es navegar, no? así que me puse a ello.

La cocina del Alea es estupenda. Está situada el "pasillo" que va del salón al camarote de popa (tenemos bañera central) así que dispone de dos bancos grandes y cómodos; en uno está la cocina, el fregadero, la cocina; a su espalda -sobre el motor- una gran mesa de trabajo. Con esta disposición siempre se puede cocinar con la espalda apoyada en algún sitio (tengo también una barra para cogerme/atarme pero no la he usado nunca) así que la teoría es buena y parece fácil, pero...

La olla de presión en marcha -con su sofrito, sus especias, sus lentejas- y yo, espalda firme en la caja del motor, venga: que si la carne picada, que si el ajo, que si el poquito de perejil -de mi propia maceta!- que si hacer las bolitas, que si freírlas (esto lo más difícil, porque aunque tengo unas sartenes de esas altas, luego se queda ahí el aceite caliente y me gusta regular, tengo que estudiar el tema). Total, que en un ratito y mientras en cubierta seguían filosofando sobre los vientos, yo tenía unas lentejas listas para servir y estaba más cansada que si hubiera subido el Himalaya sin xerpa de apoyo.

¿os acordáis de que íbamos MUY escorados? pues nada, sacar los platos -de loza, que no nos gusta vivir siempre con platos de plástico- y hacer equilibrios para servir las raciones. Eso sí, ¡nos quedó la cosa fenomenal!

Y justito en el momento de empezar a comer ¡el viento cayó en picado -vamos que nos quedamos parados- y la escora desapareció por completo! O sea, que si me hubiera esperado una horita para cocinar habría sido como hacerlo amarrados a un pantalán, grrrrrrrr, cosas del mar



Seguimos con la vela y el motor, a ratos solo a vela. Hablando, dejándonos acariciar por la brisa, disfrutando de la puesta de sol, hasta que cayó la noche sobre el Alea.



Alrededor de las 21h. vimos no sin dificultad la luz roja que indicaba la bocana del puerto; en el último momento Johan decidió que mejor recogíamos las velas antes de entrar, así que nos aproamos y yo le pedí que me dejara recoger el génova (algo que NUNCA hago) y me dijo que sí.
Antes de recoger ni un metro le dije que algo no iba porque no podía recoger. Lo normal habría sido que él viniera a ver (normalmente el "problema" es que me falta músculo) pero ese día decidió ir a proa a ver si pasaba algo en el tambor del enrollador y fue en ese momento cuando vio que la luz roja de la entrada del puerto (bueno, esa y todas las luces del pueblo) iban y venían ¡escondiéndose detras del perfil de un rompeolas!

Carrera hasta la bañera y cambio de rumbo YA, en el plotter no aparecía el espigón y tampoco había noticias al respecto en el derrotero; pusimos el rádar (sí, debería ser costumbre siempre que arribamos a puerto de noche, y es algo que solemos hacer, pero a veces la confianza te juega estas malas pasadas) y ahí estaba el espigón

¡menudo susto!




Entramos en puerto con los nervios un poco alteradillos y vimos con alivio que quedaba un único amarre libre pero ¡cachis! el barco que había en el muelle tenía tendidos unos amarres que ocupan todo el espacio. Nos acercamos a ellos e intentamos llamar su atención. Cuando finalmente aparecieron y les pedimos que retiraran el amarre que nos impedía ocupar la plaza libre, nos dijeron que ¡NO! que buscararmos otro lugar (no había) o que intentáramos meternos ahí con su cabo

Dimos unas vueltas, maldijimos a los de la motora y finalmente decidimos amarrar nuestra proa a su proa -y de ese modo el cabo no nos rozaría tanto el casco- ya que no teníamos otra opción

Nos ayudaron a amarrar y cuando Johan les preguntó porqué no podían poner el amarre que nos molestaba más corto nos dijeron que era MUY necesario cuando hacía mucho viento. Johan les pidió que nos ayudaran a poner un spring y ellos contestaron que no hacía ninguna falta porque no iba a hacer nada de viento ¡¡¿¿??!! En fin, que estadísticamente nos tocaba encontrar un griego poco amable, supongo.



finalmente amarrados 36º24'8N 026º55'4
calado 5m



A la mañana siguiente fuimos a hacer el papeleo a la guardia costera. Le comentamos lo de la luz del espigón -que no funcionaba- y nos dijo que, casualidades de la vida, se había fundido justo la tarde de antes. Tal vez para compensar nos perdonó un día de estancia (6 euritos) pero lo cierto es que la noche siguiente la luz de indicación seguía brillando, pero por su ausencia.



Como la previsión era de viento nulo, decidimos pasar el día paseando por Kassos, que la verdad sea dicha no tiene mucho que pasear, aunque se puede adivinar que en verano debe ser un lugar bastante más animado.



Eso sí, la isla dispone de un aeropuerto; paseando pudimos ver la pista de aterrizaje (propia de un juego de PlayMovil) corta, acabada en una curva, imposible de creer (y si me preguntáis a mí imposible de utilizar), y si no fuera porque habíamos visto llegar un avioncillo por la mañana habríamos pensado que era de broma!



Y el resto del tiempo se nos fue en charlar, disfrutar del sol de invierno, de alguna cervecita, del bienestar que supone estar con buena gente





en resumen, encantados de la vida!

miércoles, 27 de abril de 2011

Khalki



Después de muchos días -semanas- mirando la meteo y pensando si sería posible o no llegar a Creta (teníamos ya trazado un plan B para llegar al Peloponeso por las Cicladas, nuestros amigos franceses del Chirimiri renunciaron a cruzar a Creta y pusieron rumbo a Turquía... este paso no siempre se deja asaltar sin más!) parecía que la suerte nos sonreía.



Al día siguiente de la llegada de Pilar el viento iba en descenso -esperábamos que no demasiado- y con F3 podríamos poner rumbo a Khalki navegando por la cara norte de Rodas (para aprovechar el viento que era... del Norte)

La hora ideal para salir eran las 2 de la madrugada, pero quedaba feo recibir a nuestra invitada y no dejarla ni dormir la primera noche, así que nos dimos un paseito de despedida por las calles de la ciudad vieja, cena ¡y a dormir que al día siguiente tocaba sacar las velas!

A las 09:00h ya teníamos todo a punto para decirle adiós a Rodas. En la cocina, las macetas de perejil, hierbabuena y albahaca que nos habían regalado las amigas de Aselea, en las sentinas un buen vino y una botella de champan que nos regaló Chris, una botella de cava Freixenet (sí, sí, como lo leéis, cava del de casa comprado en Rodas) regalo de Concha y Euro, hasta un vinito casero fabricado por el padre de Pari!

En el corazoncito una muesca más: en Rodas dejamos buenos momentos, buenos recuerdos, pero sobre todo buenos amigos. Todos vienen -venís- de un modo u otro a surcar los mares con nosotros.




Finalmente salimos a las 10'30 (siempre sin prisas). Desplegamos las velas. El viento era menor de lo anunciado e hizo falta recurrir al motor para ir adelantando y así, con motor y velas, fuimos haciendo las 35 millas que nos separaban del destino donde llegamos a las 17h tras un viaje relajadito




Al llegar vimos que había un muelle con una grandes piezas de plástico negras, todo apuntaba que debía ser el lugar de atraque del ferry (¿pasará el ferry en invierno?) pero era nuestra única opción ya que el puerto estaba lleno de barcos locales.

Nos acercamos despacio y al llegar ya habían arremolinados cuatro o cinco hombres que nos hacían señas indicando que sí, que podíamos quedarnos ahí y nos ayudaron en la maniobra, como siempre amables y colaboradores.

Ya estábamos en una nueva isla (36º13'16N 027º36'8E), el inicio del periplo 2011, que empieza aquí y nos ha de llevar muy lejos!



El lugar es pequeño pero terriblemente coqueto; muchas casas cerradas a la espera del verano pero encontramos sobradas tabernas, incluso un minimarket y una panadería.

La guardia costera registró nuestro paso por la zona; paseamos, nos tomamos una retsina con un "mezze" (tapa de acompañamiento) riquísima y nos volvimos al barco para la cena.




La cena con alguien a bordo siempre es un momento agradable y Pilar tenía mucho que contarnos. Ella ha cruzado tres veces el Atlántico (dos de ida y una de vuelta) y creo que literalmente la freí a preguntas ¿me aburriré? ¿es fácil vivir tantos días navegando? ¿cuánta agua se consume por persona durante la travesía? ¿recomendaciones para la compra? ¿es llevadera la convivencia en un espacio tan pequeño? y Pilar -que tiene una paciencia envidiable- me fue contestando, contando... vamos, una maravilla de nocha (de semana)

Todavía tenemos mucha Grecia que recorrer pero de alguna manera tanto Johan como yo y hemos empezado a dar nuestra particular vuelta del Atlántico...


A la mañana siguiente -a las 09.00h... increíble- ya soltábamos amarras y dejábamos atrás Khalki.



El Alea volvía a surcar el Egeo!!!

domingo, 24 de abril de 2011

Rodas

Aquí estoy de nuevo!

Acabamos de pasar unos días con gente a bordo, días con navegaciones preciosas, algún que otro chubasco y un buen número de anécdotas

En nuestro anterior post recibimos un mensajito (gracias Martín) en el que nos pedían que si era posible dar un salto y ponernos a explicar el presente, ya que es más atractivo saber dónde estamos en realidad que leer la crónica de las aventuras pasadas. Martín, tienes razón -más que un santo- y Johan está totalmente de acuerdo contigo

Peeeero, yo no me siento capaz de dar un salto y dejar atrás sin relato algunos tramos que me han enamorado, así que vamos a llegar a un punto de acuerdo y como vamos a estar 15 días sin gente a bordo, prometo ponerme las pilas y escribir mucho más seguido que de costumbre y si todo nos cuadra... en dos semanas he llegado al "hoy" y todos felices

Así que aquí estoy, preparada para escribir nuestras aventuras en Rodas donde hemos pasado más de tres meses; en mi mente me había imaginado al menos tres entradas para explicar esta isla, pero si quiero cumplir mi promesa tendré que comprimirlo todo en una única... que eso sí, lo siento, va a ser larguita, jeje

¿preparados?

pues ahí vamos

Dejamos Symi para dirigirnos a Rodas en un día sin demasiado viento, pero el suficiente para ir poco a poco con el génaker; la temporada de charter (estamos a finales de octubre) parece no acabarse nunca y a eso hay que sumar los numerosos barcos de propietario que hacen escala en este puerto antes de llegar a su destino invernal en Marmaris, una de las marinas más populares entre los navegantes para pasar los meses fríos. Veíamos mucho barco con nuestro mismo rumbo y nos temíamos que no hubiera plaza al llegar, pero Fernando del Ralip nos había indicado un fondeo así que decidimos no renunciar al paseo a vela y dejar el motor descansando



y al llegar al puerto... pues eso, que estaba a tope y no se veía un huequito para echar el ancla. Un alemán nos indicó que algún barco se había amarrado justo en la esquina (había una goleta inmensa y un rinconcito entre ella y la bocana) y que no era imposible pasar ahí una noche, que al día siguiente el salía temprano y podíamos ocupar su lugar. Así que ahí que nos pusimos, más fuera que dentro con el despertador puesto para "acosar" al alemán y asegurarnos una plaza dentro. Al día siguiente -no antes de las 11- estábamos amarrados como toca y podíamos empezar a disfrutar de Rodas.

Rodas, ciudad, es un lugar cargado de historia y resulta imposible al llegar dejar de imaginar el gran coloso que un día presidió el puerto



rebuscando un poco en la wiki, me enteré de que el coloso existió sin duda alguna, fue una obra gigantesca para agradecer la victoria en una batalla larga y complicada allá por el 305 a.C.; tardaron 56 años en contruirlo y en el 226 a.C. un terremoto lo tiró abajo; los lugareños decidieron dejar los restos de la escultura en el lugar que habían caído pues cosideraban que así lo había querido el oráculo; unos 900 años después los turcos no supieron ver las intenciones del destino en los montones de bronce que andaban por ahí tirados y lo interpretaron como un buen botín que llevarse del lugar... y ahí desapareció definitivamente el coloso.

Hoy dos pedestales dan la bienvenida a los veleros, con dos cervatillos -símbolo de la ciudad- coronándolos; menos espectacular pero aun así una imagen que se te queda en la retina







Y presidiendo la bahía en la que nos encontrábamos el castillo de Rodas, obra de los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalen que tuvieron aquí su "base" durante una buena temporada ya que esta isla fue un punto estratégico en la época de las cruzadas.




De entonces -siglos XIV y XV- data la construcción de la ciudad antigua que se conserva en un estado excelente y en la que -especialmente en una noche de invierno, cuando los turistas ya volvieron a casa- puedes perderte y sentir que has viajado en el tiempo...



tanto es así que ... nos perdimos, después de caminar por las calles empedradas, iluminadas apenas, tuvimos esa sensación de "por aquí ya hemos pasado tres veces" y decidimos preguntar a un lugareño -aunque cueste de creer la ciudad vieja está viva y habitada- para llegar nuevamente a la marina



¿se os ocurre mejor sitio para perderos unas semanas?


a nosotros tampoco

Además de la belleza de la ciudad, pronto vimos que ahí podíamos encontrar de todo -alguna tienda náutica, buenas ferreterías, buen trabajo en inox...- pero por encima de todo descubrimos que había gente encantadora con la que queríamos compartir algo de tiempo, así que aunque Rodas no sea el puerto ideal para pasar el invierno y fuéramos a penas cuatro veleros los que decidiéramos instalarnos allí durante unos meses, nos olvidamos de nuestros planes de seguir hacia Creta e hicimos de Rodas nuestro puerto base invernal.


¿qué tiene de bueno hacer invierno en Rodas?

como os he comentado, para nosotros el elemento fundamental de nuestra decisión se llama "gente".

A poco de llegar, ya instalados -después de cambiar dos veces de amarre- en nuestro lugar definitivo se nos rompió el guardamancebos (es la línea que va de proa a popa por los laterales del casco a modo de barandilla) y necesitábamos cambiarlos; encontramos una tienda de inox y cuando Niko, el de la tienda, nos dio a elegir entre dos posibles terminales, Johan me explicó la diferencia entre uno y el otro. La cosa fue más o menos así

Johan- y este terminal tiene esta y aquella ventaja
Niko- Do you speak Spanish?
Johan- yes, my wife is Spanish
Niko- ¡my wife speaks Spanish!!!
dos minutos más tarde
Niko (tendiéndome un teléfono)- my wife
Silvia (cogiendo el teléfono con cara de espanto) - ¿hola?
Pari (la esposa de Niko)- hola, soy Pari, y Niko me ha dicho que eres española...

a partir de ahí me enteré que había una asociación de hispanohablantes (hay gente de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Colombia, Perú, Venezuela, Chile, Paraguay...) en su mayoría mujeres, casi todas casadas con griegos y asentadas en la isla desde hace muchos años, pero también alguna persona griega -como Pari- que simplemente decidió aprender español

Se reúnen, charlan de sus cosas, hacen actividades, sus hijos pueden hablar español entre ellos... y sobre todo se divierten y son capaces de compartir y contagiar la alegría que se les escapa por cada poro de la piel; así que sin comerlo ni beberlo esa misma tarde yo estaba ensayando villancicos para el concierto de Navidad en la iglesia de San Francisco (uno de los días más bonitos y divertidos de los últimos años)



y con esa capacidad suya de hacerte sentir parte integrante del grupo por derecho propio, sin preguntar cuándo llegaste, ni cuánto te quedas, ni qué tienes que aportar... pues he ido pasando de fiesta en fiesta


porque al que quiere divertirse no le faltan nunca excusas



aunque no todo ha sido fiesta; la asociación ASELEA tenía la intención de formar una biblioteca reuniendo los libros en español que cada cuál quisiera aportar ya que como os he contado alguna vez no es fácil conseguirlos estando en Grecia. Pues bien, ahí pudimos nosotros aportar nuestro granito de arena: nos reunimos unas cuántas veces para que yo pudiera darles cuatro nociones de cómo organizar una pequeña biblioteca, sus ficheros, el sistema de préstamo y de paso volver a sentir el gusto que siempre me dió mi trabajo en bibliotecas; y puesto que en el Alea llevábamos muuuuchos libros (y poco espacio) y ahora con el ebook nuestras necesidades estaban más cubiertas, hicimos un donativo de un buen número de libros que ahora están en Rodas ¿no es maravilloso?

por cierto, que si alguien quiere hacer más grande la biblioteca ASELEA de Rodas y regalar a estas gentes que a nosotros nos regalaron su afecto y su risa, un libro (el envio por correo no es excesivamente caro y sirve cualquier novelita que ya os hayáis leído y no os importe ceder) podéis hacer la donación a esta dirección

ASELEA
Stefanou Kazouli 7
85100 Rhodes
GREECE

¿y Johan qué hacía mientras yo iba de fiesta en fiesta?



Pues trabajar, ¡claro! en estas semanas hemos instalado (nótese que el plural que utilizo para hablar de trabajo es un poco tramposo) la BLU, cambiado el guardamancebos, cambiado las pletinas de los reenvíos de las escotas de génova que eran de acero y ahora son de inox, cambiado la roldana de recoger la cadena, cambiado las roldanas del carro del génova que eran de material plástico y las hemos sustituido por bronce, hemos hecho telas antiescora para las camas y muchas más cosas que me canso sólo con pensar

Pero también hemos tenido tiempo para pasear por las calles







Al conocer a gente del lugar se hacía todo más sencillo y por ejemplo pudimos disfrutar del mejor mercado de producto fresco (los jueves y los sábados)



Hemos llevado la fiesta a casa




Hemos disfrutado de los mejores domingos por la mañana de mucho, mucho tiempo




aprendiendo a ir en bici, con una temperatura estupenda (esta foto está tomada el 1 de enero) buscando un bar con vistas al mar para disfrutar del mejor café griego con un buen libro en las manos



o simplemente dándole al pedal para perdernos en los paisajes de la isla.

Pero volvamos al puerto, comentábamos que no es el mejor lugar para pasar el invierno en gran medida porque apenas unas millas más allá está la marina de Marmaris que por un precio similar ofrece una serie de servicios que Rodas no da (en Marmaris hay mucha gente que pasa el invierno a bordo, lo que te da una buena vida social, hay buenos servicios de duchas y baños...) aunque sí hemos disfrutado de conexión a luz y electricidad todo el tiempo que hemos estado ahí

Hemos pagado alrededor de 5 euros por día (luz y agua a parte). Por la luz y el agua cobran 5 euros (por cada concepto) si amarras por unos días, pero como íbamos a estar más de tres meses nos cobraron por contador -o sea, el consumo- y puesto que no hemos dejado de hacer funcionar las placas solares, no hemos pagado más de 15 euros al mes.

A pesar de que el puerto parece bien resguardado, se trata de un punto en el que no es raro que durante el invierno se alcance más de una vez al mes durante un par de días F9/10 lo que nunca es cómodo y después de la tormenta queda siempre una ola dentro del puerto que hace que a veces te sientas como en una coctelera.

Uno de esos días de tormenta Johan no quería ir a dormir "porque le parecía que el muerto no iba a aguantar"... yo me metí entre las sábanas a la hora acostumbrada.

Poco después de las 00h. Johan me dió el grito de "el muerto se ha roto" (a mi me gusta más que "el muerto se ha muerto" pero no era momento de bromas), afortunadamente teníamos dos muertos y el otro gozaba de mejor salud, pero el barco se iba contra el muelle!

Me levanté a toda prisa y me puse apenas un pantalón del pijama y una chaqueta fina (pensé esto es cosa de un momento ¿en qué estaría pensando yo?) y casi me mata un enfriamiento... nos llevó un buen rato asegurar la proa a otras embarcaciones (nos atamos a tres para no cargar a una sola con nuestro peso) y pusimos el motor y nos mantuvimos toda la noche de guardia con mínimo avante.

Por la mañana y con la ayuda de nuestro vecino polaco (gran personaje) pudimos llevar el ancla en la auxiliar y hacerla firme sin problemas...

Unos días después, a media tarde, también con un viento importante, vimos como el barco se escoraba mucho pero mucho, como la proa -a pesar del muerto que seguía vivo y del ancla- se desplazaba asombrosamente a babor... y de repente el silencio más absoluto

Mientras todo esto pasaba yo me iba poniendo a toda prisa el traje de aguas

-¿pero qué haces? me preguntó el capi
- sea lo que sea, esta vez me pilla abrigada, contesté muy seria

salimos a ver qué había pasado y para nuestra sorpresa, un barco/restaurante que había amarrado poco más allá de donde nos encontrábamos estaba completamente destrozado.

Nos dijeron que habíamos sufrido un pequeño tornado, muy localizado, pero con suficiente fuerza como para arrancar el segundo piso del restaurante y dejar mesas, sillones e hierros por todo el puerto, afortunadamente para nosotros... despidió todo hacia el lado contrario en que nos encontrábamos



en fin, que es un puerto en el que se puede estar un invierno, pero posiblemente no el mejor puerto en el que pasar el invierno

eso sí, a nosotros, la gente que hemos encontrado -no caben todas las historias en un post- nos ha compensado sobradamente cualquier incomodidad -que no han sido tantas- y el balance no puede ser más que positivo





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Info para navegantes

la marina de Mandraki es muy popular por lo que no siempre es fácil conseguir plaza; puede intentarse a través de una agencia pero el precio se dispara un poquito
hay dos buenos fondeos justo a la espalda de Mandraki y en la bahí en la que se encuentra la marina seca
Hay una nueva marina -en construcción desde hace un montón de años- que dicen estará a punto el próximo verano 2011... no sabemos precios
Mandraki cuesta el canon estatal (para nosotros 5'5 €/día) y el servicio de luz y agua 5 díarios por cada concepto
en la misma marina hay un supermercado que suministra campingaz (gas griego)
en Rodas es fácil conseguir casi cualquier material (hay un par de tiendas náuticas, tiendas de electricidad, electrónica, ferreterías...)
Es un lugar perfecto para ir de compras (supermercados junto a la marina y mercados con producto fresco, un par de Lidl a los que se llega fácil con el bus)


aquí estoy yo haciendo compras para cruzar el charco jeje



Hay lavandería a escasos metros de la marina
El aeropuerto está muy accesible -con bus o con taxi- y hay líneas de bajo coste que llegan aquí
La isla tiene buenos fondeos... que no hemos podido conocer

lunes, 18 de abril de 2011

Symi



Aquí nos tenéis de nuevo... después de unos días -demasiados- de desconexión

(es que el mar nos tenía secuestrados)

Y llegamos con ganas de escribir -mucho y deprisa para ponernos al día- pero antes de volver a las olas, el viento, las previsiones, los recuerdos, las fotos, las sensaciones, hoy toca hacer una paradita y daros a todos las GRACIAS, una, dos, cien veces... cien mil veces



Porque en estos días en los que andábamos navegando con un viento fenomenal, descubriendo puertos nuevos, redescubriendo algunos de nuestros lugares favoritos, haciendo nuevos amigos y reencontrando a viejos conocidos... un día hemos entrado en esta nuestra casa y hemos visto que hemos llegado a los 100.000 visitantes!!!!!!!!!!!





Porque lo cierto es que escribimos porque nos gusta, porque se convierte en nuestro diario de viaje... pero sobre todo porque si algo hemos descubierto desde que salimos es que la aventura es más y mejor porque no viajamos solos; porque sabemos que hay mucha gente ahí detrás, que llevamos la sentina llena de amigos lectores; porque a veces nos despertamos y alguno de vosotros nos ha dejado un mensaje que nos deja sin aliento y nos hace ir todo el día con una sonrisa tonta en la cara..................................... porque sois todos un poquito Alea!

(ahora os tenéis que imaginar que se me está cayendo una lagrimilla en el teclado, que yo soy así
y con una camisa estupenda colgada en el armario esperando la cena de celebración que llegará en cuanto nos salga el sol, que es muy veraniega porque calculábamos que el gran día tardaría en llegar más de lo que ha tardado)


Y dadas las gracias (seguro que no suficientes pero sinceras) tengo que pedir perdón



porque vosotros no me falláis y sin embargo llevo 10 días sin escribir y siento que os fallo cuando no escribo, pero es que llevamos días con gente a bordo y el tiempo se me escapa de las manos cuando tenemos visita, porque navegamos más, porque nos gusta hablar en la bañera, porque el viento nos ha acompañado y no encontraba en momento para escribir!

Pero aquí estoy, y amenazando con escribir mucho (que tengo ya un montón de crónicas escritas a mano) para llegar al día en que escriba hoy lo que nos pasó hace un rato

buff, ya estamos como siempre, mucho hablar y todavía no he empezado nuestra crónica.

Érase una vez -allá por finales de octubre- un velero naranja que dejó el puerto de Nissyros para poner rumbo a Panormitis, una bahía protegida y preciosa de la que nos habían hablado muy bien en el sur de Symi, una estupenda escala en nuestro camino hacia Rodas...



y como casi siempre -afortunadamente- el velerito tenía un plan B...

Yo me mareé nada más salir del puerto (sí, no me pasa a menudo, pero todavía me pasa de vez en cuando) y me retiré a mis aposentos de tripulanta enferma (me tiendo en el sofá del salón, ojos cerrados y abandonada del mundo)

Navegamos con bastante viento hasta que en un momento Johan me llamó a cubierta: el viento seguía en aumento, como siempre de morros (perdón, de proa) y teníamos que coger rizos y replantearnos la ruta: Panormitis -de la que nos habían hablado fenomenal y nos habían dicho tenía buen resguardo para cualquier tipo de viento- estaba justo con el viento entrando con furia por la bocana; si las cosas no nos iban bien no íbamos a poder salir -bueno, iba a ser difícil- y con los chalecos y las líneas de vida puestos, pusimos rumbo al plan B: nos íbamos a Symi ciudad que quedaba más a resguardo a pesar de que no nos habían hablado tan bien del puerto



Tras pasar por un pasito estrecho (yo diciendo, otra vez, "ay, Johan, que por ahí no cabemos" que es que parece que no aprendo que no somos tan grandes) nos recibió un pueblecito de cuento



bueno, más que de cuento, a mí me pareció que debía estar financiado o patrocinado por puzzles Educa!



La maniobra de amarrar fue perfecta y ahí estábamos, prestos a caminar arriba y abajo de aquel pueblecito de casas que parecían de juguete; eso sí, tras visitar a la guardia costera que por estos lares seguían mostrándose más exigentes con el cumplimiento de la ley (o sea, con el pago del canon de uso del muelle) que en otras zonas de Grecia



Habíamos leído que la ciudad había estado muy dejada de la mano de Dios, con las casas degradándose sin remedio hasta que el turismo se fijó en ella y empezó a comprar y a restaurar. Vimos algún ejemplo "en vivo" del proceso de mejora de la isla ¡alucinante!



Únicamente la ciudad nos pareció, como explicarlo, un poco sin alma: tal vez porque el turismo se estaba acabando por esta temporada y los lugareños aun no habían recuperado el ritmo normal del día a día de la temporada baja, tiendas de souvenirs y tabernas y bares sin demasiado público, cierto aire cansado, sin la calidez de otros lugares... pero con un encanto contra el que no tenemos nada que decir



Y tras un par de días de paseos tranquilos, los necesarios para que el viento nos volviera a ser propicio, abandonamos la ciudad de las casitas para poner rumbo a Rodas, que sería nuestro hogar invernal, aunque a estas alturas todavía no lo sabíamos!



seguimos en ruta
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