jueves, 26 de septiembre de 2013

Canal de Panamá


Pasamos en Grecia más de dos años y en ese tiempo visitamos unas cuantas veces Atenas. 
Nunca llegamos a visitar el Parthenon
Esta vez estábamos dispuestos a que no nos pasara lo mismo así que decidimos no demorar la visita y hacer una escapada al




Yo puedo entender que a la gente le cueste entender que a mí, que me dedico a ir por ahí dando vueltas por el mundo, me den tanto miedo tantas cosas nuevas (entrar en un fondeo nuevo rodeado de coral, la idea de cruzar el canal de Panamá) pero es lo que hay. Así que parte de esta visita tenía como objetivo que yo viera que la cosa no era para tanto y que cientos de veleros pasan cada año. Yo me he leído cuanto blog sobre el cruce ha caído en mis manos, pero un vistazo en directo era el mejor de los acercamientos al tema

Tomamos un taxi y allí nos plantamos alrededor de las 11 de la mañana porque nos habían explicado que lo habitual es que los veleros crucen hacia medio día; ya dentro del recinto nos contaron que medio día (como en España) no son las 12 sino las 14 horas, así que íbamos a tener tiempo de disfrutar del museo -interesante y ameno- y de tomar un café... pero ¡mala suerte! no estaba previsto el paso de ningún velero, solo dos mercantes de esos que casi pasan encajados en el canal

¡yo quería ver un velero! ¡yo sólo quería ver un velero! Todo el mundo quiere ver uno de esos megamercantes que se encajan en lo ancho del canal con apenas un palmo a cada banda... yo quería ver cómo se las manejaba un velerito.

En fin, resignación... paseamos por el museo, tomamos un café y nos instalamos en la terraza más elevada para no perder detalle del modo en que se llenan los distintos tramos, se abren las compuertas...



y ¡milagro! Johan ve a lo lejos un par de palos y me dice que se aproximan dos veleros, yo que no me lo creo -la señorita de la entrada ha dicho que no hay veleros para hoy- y los palos que se acercan y ¡voilà! empiezan su cruce del canal.






Cuando ya se había vaciado de agua su tramo y nivelado con el siguiente, tachán, gran momento, las compuertas se abren y los veleros ya están del otro lado de la última de las exclusas que los separaba del Pacífico.



Yo tenía los pelos de punta solo de ponerme en la piel de los tripulantes del velero y el catamarán; no sólo habían cruzado el canal, habían cerrado una etapa de su viaje -fuera el que fuera- y habían abierto un nuevo capítulo, porque ante ellos se habría un nuevo océano. Emocionante, no se me ocurre otra palabra

Y entonces nos miramos a los ojos, imaginando al Alea aparecer tras la compuerta aunque eso no hubiera estado NUNCA  en nuestros planes y nos preguntamos

¿por qué no?
¿por qué no?
¿por qué no?
¿por qué no?

La única respuesta posible

¿quién sabe?

Y si cruzáramos -que todo está por ver y nada decidido-
 ¿cuál pensáis que es nuestro destino soñado?


viernes, 20 de septiembre de 2013

En la capital



Un día estás en San Blas, sin dar crédito a que un día más este rincón del mundo pueda regalarte algo único





¡¡¡Y al siguiente estás en mitad de una ciudad llena de rascacielos!!!


Bueno, eso de al día siguiente es un poco mentira; a estas alturas ya conocéis el trámite: navegar 45 millas hasta Puerto Lindo, dejar el barco bien fondeado, encargar a Hans que le eche un ojito a la auxiliar, coger el bus de las 7'30 de la mañana hasta Colón, cambiar por el expreso que va a Panamá, llegar a Albrook y buscar un hotel, vamos como quien dice un abrir y cerrar de ojos.

Panamá es una ciudad que -la verdad- no nos enamora, pero tiene sus puntos bonitos y es un buen destino para desconectar y cambiar de aires... y para nosotros como no un buen lugar para comprar.

En estos meses hemos ido... hemos ido bastante a Panamá!

Hemos paseado por su casco viejo que está en plena restauración y que si bien ahora tiene encanto, promete ser mejor cuando las obras concluyan y se llene de más vida.

 

Nos conocemos hasta la última de las tiendas náuticas -que ni son muchas ni están especialmente bien surtidas a pesar de ser esta ciudad punto de paso de cientos de veleros- porque nos hemos dado cuenta de que después de cinco años hay cosas que empiezan a necesitar de una renovación.

Nada es fácil -y así nuestra vida es más entretenida- hemos ido tres veces a la ciudad intentando comprar nueva cadena para el fondeo; la primera vez nos dimos cuenta de que aquí las medidas son americanas así que lo de comprar cadena de 10 mm no funciona; hay que comprar 3/8 de pulgada -además tiene que ser BBB que no es bueno bonito y barato sino algo que tiene que ver con la forma del eslabón- y para eso había que llevar el barbotén y ver qué medida es la buena para nuestro molinete.
Segundo paseo con el barbotén en la mochila: no va ninguna medida americana.
No desesperamos, tenemos un barbotén del anterior molinete que acepta diversos pasos de eslabón.
Tercera visita a Panamá con el segundo barbotén en la mochila. Ya sabemos qué medida es la que necesitamos... pero en ninguna de las tiendas tienen los 80 metros que queremos... La cuarta visita a Panamá tendrá que esperar a que regresemos de Colombia...

Hemos aprovechado para comprarnos ropa y renovar el armario; aquí los precios son más que aceptables.

Hemos descubierto que te puedes comprar una tarjeta de metrobus y te puedes mover sin recurrir al taxi para todo.

Hemos redescubierto el placer de caminar... la vida a bordo no nos da muchas oportunidades de pasear; en San Blas las islas se recorren en diez minutos (para andar una hora hay que darles seis vueltas, tres en cada sentido porque al caminar inclinado por la orilla del mar acabas con la cadera tonta) y el paseo marítimo de Panamá es muy bonito

Hemos redescubierto el placer de ir a un bonito restaurante y leer la carta... el placer de comer carne (que se transforma rápido en la añoranza de comer nuestro pescado recién sacado del agua)

Hemos disfrutado del cambio por unos días... para disfrutar de la vuelta a casa


domingo, 15 de septiembre de 2013

Alea. Seguimos

Aquí estamos de nuevo
Los niños vuelven al cole después de las vacaciones y el blog del Alea se pone en  marcha de nuevo.
Han sido tres meses de ir de aquí para allá, de recibir amigos a bordo, de descubrir nuevos rincones, de hacer listas de la compra... y comprar algunas cosas, de viajar -sin velero, con velero-, de hacer snorkel como adictos, de pescar como profesionales, de ver los rayos caer junto al barco y morirnos de miedo -por lo menos la grumete-, de navegar y de darnos cuenta de que queremos más!!!!
Pero nuestras ganas de contar y de volver a ser parte de vuestra rutina choca con la lentitud del internet que no nos deja subir fotos y a penas escribir.
No nos rendimos y si nos viéramos obligados a rendirnos ¡emigraríamos!
En serio... en diez días ponemos rumbo a Colombia
¿en busca de mejor wifi?
bueno también, pero básicamente para pintar de nuevo el velero
La lista de tareas es larga (vamos a pintar el casco completamente, no solo la patente; vamos a cambiar candeleros, guardamancebos, barnizar, y un etc tan largo que ya estamos cansados y aun no hemos salido de aquí) y entre esas tareas está la de poneros al día de nuestras andanzas... así que permaneced atentos
Porque hemos vuelto!