martes, 29 de marzo de 2011

Rumbo al sur 2ª parte. Samos-Kos




Y seguimos hacia el sur

En la ruta que trazamos decidimos parar nuevamente en Arki: ya que tenemos que repetir... que sea en una de nuestras favoritas!

Salimos con buen vuento de popa (¡milagro!) y 15 minutos después lo hacen nuestros vecinos suecos; quedamos para tomarnos una cervecita en el puerto de arribada



Sólo con el génova, viento de unos 15 nudos entrando por la aleta ponemos rumbo directo, justo detrás vemos como los suecos suben también la mayor y deciden ir haciendo bordos para ganar mayor velocidad. Llegamos a penas con 30 minutos de antelación, justo para recoger sus amarras. Conclusión: la diferencia de resultados de ambas estrategisa ha sido casi nula; conclusión 2: cunado el viento es bueno... ¡qué bueno es!

Pasamos ese día y el siguiente en Arki, que no nos decepcionó en absoluto;

paseito buscando calitas solitarias


monte arriba para verlo todo con prespectiva



y a casita a cenar que esta noche hay menú gourmet




¡Sí! lo habéis adivinado, nueva captura de capiJohan un estupendo atuncito de unos dos kilos (auque al sacarlo del agua gritábamos "ahí va, lo menos 4 kilos!!")




A estas alturas ya nos habían explicado que no nos ha entrado una sapiencia repentina en las artes de pesca; que la cuestión era que estamos en temporada de atún pequeño y que la zona -próxima a las aguas turcas donde parece ser no practican la pesca de arrastre y por lo tanto no destrozan los fondos- es ideal para lucirse con la caña

Salimos de Arki rumbo ¿Leros? ¿Kalimnos?
decidimos que podíamos pensarlo por el camino, según se nos diera el día


Finalmente llegamos a Kalimnos, o sea, que el día fue bueno para adelantar: navegamos 40 millas con un viento entre 8 y 12 nudos entrando nuevamente por la aleta que nos permitió desplegar el génaker y navegar con él más de 6 horas; todo un lujo. Claro que también nos permitió comprobar que cuando sube un poco el viento la maniobra de hacer bordos con esta vela la tenemos aun un poco verde; tendremos que seguir practicando!



Kalimnos sigue sin ser nuestro lugar favorito, pero nos gustó volver a pasear por sus calles, ver las terracitas concurridas... aunque la cena fue nuevamente a bordo ¡sí! otra pieza... esta vez cocinada en unas riquísimas croquetas!

A la mañana siguiente soltamos nuevamente amarras con Kos como destino; nos habían dicho que el amarre es "de pago" y como procuramos viajar "low cost" nos lo estuvimos pensando, pero Johan conocía la ciudad y pensaba que valía la pena así que allá que nos fuimos

No había mucho viento, pero como sólo eran 18 millas decidimos ir lentos pero a vela... y que yo practicara un poquito a la rueda... que aunque en la foto se me vea muy profesional, lo cierteo es que lo mío sigue siendo lo de inventar recetas de atún (todavía).



Por primera vez en semanas volvíamos a ver muchos veleros en el horizonte: las compañías de chárter de Kos y Rodas seguían activas -muy activas- a finales de octubre ¡bien!

Llegamos a Kos sin problemas y al embocar el puerto nos recibió un señor a gritos que nos indicó el lugar en el que debíamos amarrar; el precio de la noche (para un 44') 21,5€ (electricidad y agua no incluidas).



Al ir a hacer los trámites con la guardia costera preguntamos y nos explicaron que el muelle en el que estábamos tenía cedida la explotación a la marina de la ciudad (que está algo más al sur), pero no así el muelle que quedaba al frente y que en consecuencia costaría los consabidos 5,5€ en lugar de los 21'5.

Preguntamos también a los lugareños que nos dijeron que era cierto pero que se anunciaba un fuerte viento del sur y que donde estábamos era mejor (¿cierto? ¿lo decían para preservar su espacio? ¡quién sabe!) así que no nos quedó otra que creérnoslo y únicamente cambiamos nuestra plaza inicial por otra más hacia el interior, más protegida y nos fuimos a descubrir la ciudad.



Kos es muy turística; presume -seguro que con razón- de tener muy buenas playas -nosotros no salimos de Kos ciudad y no os podemos contar- y es destino de un buen número de compañías de chárter... y tiene motivos para ser popular!

Pasear por la ciudad es encontrarte en cada esquina con un buen número de restos arqueológicos


es confirmar a simple vista la proximidad de Turquía, su pasado común, la mezcla de culturas



Pero si queréis saber qué es lo primero que me viene a la mente cuando pienso en Kos, es un café BUENÍSIMO, acompañado de una tarta de manzana INSUPERABLE con una bola de helado de vainilla RIQUÍSIMA a la que me invitó Johan para celebrar quién sabe qué (tenemos por costumbre inventarnos motivos para celebrar cualquier cosa al menos una vez por semana)
Lo siento. No hay foto
Me temblaba el pulso y tenía la vista nublada...
cualquier día me pongo a dieta, ja ja!




si quieres ser un tripualea
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jueves, 24 de marzo de 2011

Rumbo al sur 1º parte. Lesbos-Samos

Y ahora tocaba bajar: rumbo sur

Millas y millas -algo a lo que no estamos acostumbrados de momento, aunque todo se andará- para ir en busca de Rodas (en aquel momento aun pensábamos que era Creta nuestro destino).



El primer tramo -78 millas- nos llevó desde Mytilini hasta Chios en unas 15 horas ¡y sólo dos de ellas a motor! o sea mucha vela y manteniendo esa media de poco más de 5 millas por hora que se ha convertido en nuestra base de calcular tiempos de ruta.

Ciñendo el primer tramo, ciñendo después bajo la lluvia, un poco más tarde ciñendo con un rizo tomado y finalmente ciñendo bordo tras bordo... llegamos a Chios! un buen día de navegación




Por primera vez en meses oímos el carrete de la caña de pescar y se nos iluminó la cara.

Johan iba cobrando la pieza sin dificultad -no pesaba 20 kg, ¿unos 2?- hasta tenerla justo en la popa del barco... y no pudimos subirla ¡se escapó! Estaba claro que necesitábamos una red y eso hizo que nos acordáramos de una historia que nos contaron sobre un pescador aconsejando a un profano en la materia: "no gastes demasiado dinero en artilugios de pesca, empieza con algo muy sencillo y cuando consigas que piquen empezarás a ver lo que necesitas: que no puedes subirlo, necesitas una red; que se rompió el hilo, necesitas otro más fuerte..."

Y lo cierto es que nosotros habíamos gastado dinerillos comprando todo tipo de señuelos y finalmente la pesca llegó con este artilugio tan sencillito que se llama purito y que nos recomendó un vecino de pantalán en Valencia!



En resumen, que debíamos ir por buen camino porque necesitábamos una red (señal de que habían picado)

A las 21h amarrábamos en Chios (38º22'N 026º09'E) sin problemas pese a ser de noche ya que el puerto es amplio y no había problema de espacio (sólo vimos otro velero con gente a bordo); eso sí, estábamos en un nuevo con la consabida ola interior hacía la estancia muy incómoda,
qué le vamos a hacer!

Puesto que mis dotes culinarias "en ruta" todavía son un tema a trabajar y sólo habíamos comido un bocadillo, salimos a cenar y a hacer una primera inspección del lugar que nos pareció muy agradable, grande y con mucha gente joven.

A la mañana siguiente -previsión de mal tiempo, día en puerto- salimos a comprar nuestra red y nos regalamos un café con unos pastelitos, una especie de buñuelos que te hacían en el momento, en un lugar donde podríamos haber estado toda la mañana libro en mano; pero empezó a llover y volvimos al barco, ya visitaríamos Chios cuando despejara... ¡pero no despejó!

Sobre la ciudad cayó el diluvio universal, hasta salió en las noticias nacionales: coches con el agua a la altura de las ventanas, bajos inundados, sirenas de bomberos por todos lados...

Así que Chios pasó a engrosar la lista de "cosas pendientes si la vida nos deja" y al día siguiente, encapotado pero sin lluvia, soltamos amarras para dirigirnos a Samos.



Salimos con la mayor con dos rizos tomados -por si acaso, subir siempre es fácil- y apenas fuera del puerto nos recibió un viento de proa que nos acompañó durante todo el canal que separa Chios de Turquía y nos obligó a apoyarnos en el motor para ir avanzando.

Pero pasado el estrecho un buen viento de 20 nudos hizo que dijéramos adiós a la máquina y navegáramos a vela -subiendo un rizo, bajando un rizo, subiendo, bajando- con una muy buena velocidad durante unas horas

Al llegar al abrigo de Samos hubo un momento en que las olas venían cruzadas, el viento roló al oeste y como ya oscurecía y no nos atraía hacer bordos hasta la media noche, pusimos nuevamente el motor y rumbo directo a Vathi.



Conocíamos el lugar de nuestra anterior visita -habíamos venido en coche desde Pitagorion- así que sabíamos que el muelle es MUY bajito, que por lo tanto hay que poner las defensas casi a ras de agua, también sabíamos que era un sitio incómodo y casi imposible con vientos del norte.

Antes de acabar de ordenar los cabos (37º45'3N 026º58'6E) ya estaba la guardia costera pidiendo que fueramos a presentar los papeles YA. Bueeeeno, para allá que se fue Johan mientras yo me quedaba preparando la cena, porque al margen de que yo me había estrenado cocinando "en ruta" un guiso de coliflor exquisito ¡HABÍAMOS ESTRENADO NUESTRA RED!



Pasamos todo el día siguiente en Vathi, incómodos por la dichosa ola que había formada y Johan -como no- buscando un plan B entre los pescadores del lugar; hablando con éste y aquel encontró un mejor lugar en el muelle en el que atracan los pescadores medianitos y donde había un hueco para nosotros, así que nos movimos con nocturnidad y alevosía y pasamos mejor noche.

Al día siguiente esperamos a salir a las 13h. cuando la previsión del tiempo indicaba un descenso del viento; la Pilot habla "regular" del estrecho de Samos: viento que se encañona, una corriente en contra que puede llegar a los 3/4 nudos; así que preferimos "comernos" millas a motor pero ir más tranquilos.

Salimos del puerto con las velas arriba y para nuestra sorpresa pudimos ir sólo empujados por el viento todo el primer tramo -la cara norte de la isla- ciñendo a ratos, a ratos a un descuartelar a muy buen ritmo (vaya, tanto como para que yo hiciera una foto de la corredera!)




Al "dar la curva" el viento se pegó a la isla y no varió el ángulo con respecto al Alea; eso que nos ha pasado tantas veces en contra, con el viento en la nariz, esta vez nos pasaba para bien... este descenso estaba tocado por la suerte, sin duda!

En el estrecho encontramos corriente pero solo de 1'5 nudos así que podemos seguir a vela sin problemas y lo hicimos "regateando" con un Nauticat 35 que navegaba paralelo a nosotros. Sorteamos un peñón (nosotros por babor, ellos por estribor) y tuvimos que echar mano del motor, apenas 5 minutos pero... ¡descalificados! jeje

Llegamos hasta la bocana del puerto a vela ¡un día magnífico de verdad!

Amarramos sin problema popa al muelle; el Nauticat, que se había dirigido a la marina, apareció unos minutos más tarde: les habían pedido 41 €/día (por 35') y el muelle público a ellos les costaba menos de 5! La electricidad 2€/día.... porque queríamos seguir al sur que de no ser así lo mismo nos quedamos, nos pareció una estupenda opción para un invierno!

pero al día siguiente seguimos camino... pero esto ya será en el siguiente capítulo




si te apetece una buena travesía a bordo
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martes, 22 de marzo de 2011

Lesbos 4: Plomarion, Skala Loutra y algo más

Sigo intentando ponerme al día con las crónicas y no hay forma!
Ya desde Creta, a mitad de marzo, sigo con el relato que aun anda
por octubre... a ver si pronto esto dejan de ser unas crónicas históricas
para convertirse en unas crónicas periodísticas!!!!


Dejamos Apoteke poco después de las 9 de la mañana y en un día de sol en el que pudimos navegar algunas horas a vela -hasta que el viento nos abandonó y tuvimos que echar mano del motor- llegamos de nuevo a Plomarion.




Este puerto, en la cara sur de Lesbos, tiene un problema que hemos encontrado ya en otros pero que aquí estaba muy acentuado: según de qué dirección sople el viento, en el interior del puerto se queda atrapada una ola que crea un incómodo mar de fondo que hace que los barcos bailen y bailen de una forma a veces muy desagradable

Abarloamos de costado al muelle, junto a las terrazas de los bares y justo bajo la ventana del despacho de la guardia costera, en el lugar que nos indicó esta, en el único espacio libre que quedaba.

La guardia costera -nuevamente y a diferencia de lo que estamos acostumbrados- nos hizo muchas preguntas (seguimos pensando que es por la proximidad de la costa turca); la primera de las dos veces -llegábamos desde Sigri- nos preguntaron cuántas millas habíamos navegado, cuánto tiempo habíamos invertido en el trayecto, pero también nos preguntaron detalles de Sigri: si estaba abierto el museo, qué horario tenía...




En nuestra segunda noche en el puerto se había levantado un viento importante y la ola que se había formado hacía que el barco se moviera arriba y abajo alrededor de un metro, era una verdadera coctelera! Veíamos a las defensas pelear por hacer su trabajo pero después de comprobar y ajustar los amarres poco más podíamos hacer que ir a la cama.

Alrededor de las tres de la mañana nos despertamos al unísono; el barco no golpeaba nada, no había ningún ruído extraño, pero el barco se movía de un modo diferente; Johan se vistió a toda prisa y al salir comprobó que la defensa redonda grande (cuando la compramos pensé que el capi estaba loco, pero ahora yo era la que estaba loca por ella... perfecta a bordo!) se había roto y flotaba en el puerto; la fuerza del vaivén y el roce continuo había hecho que el ojo de la defensa se hubiera partido, para no creérselo.



En ese momento la situación era un poco complicada; el barco que había detrás nuestro parecía que se iba a subir al muelle de un momento a otro, nosotros sin la defensa grande estábamos mal protegidos. A esas horas todavía habían un par de hombres pescando en el puerto (¿¿??) y junto al Alea dormía un "sintecho" al que ya habíamos saludado y que visto el problema vino presto a echar una mano (era un pescador al que la vida no había tratado bien, educado, amable... y que dormía al raso)

¿os podéis imaginar la escena?, tres lugareños conocedores del lugar y Johan en cónclave discutiendo la situación... a las tres de la mañana, y yo mirando mi pobre bola!

A pesar de la hora, la conclusión del grupo de debate fue que lo mejor sería ir a fondear a cinco millas de allí puesto que el plan de fondear dentro del propio puerto difícilmente tendría la bendición de la guardia costera... y menos cuando Johan la despertara para pedirle los papeles del barco a esas horas!

Sin embargo fue la propia guardia la que indicó a Johan que no era buena idea salir de noche, con el tiempo que hacía, a un lugar que no conocíamos y fue ella quien insistió en que nos quedáramos en el puerto, fondeados, justo en el centro, con todas las luces posibles encendidas para dejarnos bien... porque sino no podría dormir tranquila. Desde aquí GRACIAS!!




Así que cuando días después regresamos con Luz a este puerto, ya teníamos claro que no nos gustaba el muelle de modo que solicitamos permiso para amarrar en la cabeza del único pantalán que hay en el sector de barcos de pesca y donde habíamos visto un velero en nuestra anterior visita.



Con el permiso de la guardia costera fuemos para allá: ancla a proa y amarres a popa, el sitio es mucho mejor -los pescadores siempre están en un sitio mucho mejor- pero hay que tener cuidado al amarrar porque las cadenas que fijan el pantalán al fondo salen muy horizontales y hay que dejar un buen espacio de respeto por lo que es necesario que alguien ayude desde el muelle (no hay como acercarse para saltar a tierra desde el barco) pero para eso llevábamos a Luz que es de lo más eficiente y eficaz!



Por lo demás Plomarión es una bonita ciudad en la que no es difícil llenar las horas paseando



descubriendo rincones



encontrando carpinterías "de las de antes"



y como no descansando en un buen bar donde leer sin prisas o simplemente ver pasar a la gente




Pero Plomario también fue nuestro puerto base para hacer una escapadita en coche y que nos llevó a conocer el interior de una de las islas que hemos visto más a fondo.

De los pueblos interiores nos quedamos con Agiasos; ya a finales de octubre el turismo había desaparecido prácticamente y pudimos ver el día a día de un pueblo pequeño en el que las cosas eran muy parecidas a las que me explicaba mi abuela de su pueblo a penas hace unos años: puertas abiertas o simplemente con las llaves puestas, gente que se conoce y se saluda...





y también nos llevamos la sorpresa de descubrir un trocito de España -en forma de melocotón- frente a nuestros ojos



La excursión siguió rumbo a Lisvori para conocer sus aguas termales. Para nuestra sorpresa, al final de una tortuosa carretera, nos encontramos con un bar; desde su interior podía accederse a unas habitaciones con unas pequeñas piscinas o grandes bañeras para uso individual y una piscina algo más grande... de agua bastante verdosa!

Optamos por echar a andar para buscar el nacimiento de las aguas y al poco dimos con ella; el agua brotaba del suelo, a borbotenes, a temperatura de ebullición




y creando unas formas con unos colores que nos tuvieron ahí hipnotizados un buen rato



Para acabar un paseito por la playa de Vatara



Y de nuevo a desplegar las velas. Al día siguiente navegamos unas tres horas -todas a vela, manteniendo esa media tranquila de cinco millas por hora que nos caracteriza- para llegar a Skala Loutra en el segundo mar interior de la isla



Ahí nos recibió una bahía que daba un resguardo aceptable al vendaval que se formó por la tarde y un pueblecito ya dormido concluida la temporada turísitca y al que habían ido a parar un grupillo de ingleses que cenaban la otra mesa del único bar abierto mientras nosotros disfrutabamos de las Mythos y el café griego del día


En Skala hay una vieja fábrica reconvertida en hostal con encanto



y hasta una playa bien original



Para nosotros fue el punto de despedida de esta preciosa isla; regresamos a Mytilini para cerrar el círculo y despedirnos de Luz y desde ahí emprenderíamos el rápido camino al sur en busca de un poquito de calor invernal, pero esto, ya es historia para otro día (espero que prontito!)


si te apetece ser parte
ya sabes
hay un camarote que te espera!
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