martes, 22 de marzo de 2011

Lesbos 4: Plomarion, Skala Loutra y algo más

Sigo intentando ponerme al día con las crónicas y no hay forma!
Ya desde Creta, a mitad de marzo, sigo con el relato que aun anda
por octubre... a ver si pronto esto dejan de ser unas crónicas históricas
para convertirse en unas crónicas periodísticas!!!!


Dejamos Apoteke poco después de las 9 de la mañana y en un día de sol en el que pudimos navegar algunas horas a vela -hasta que el viento nos abandonó y tuvimos que echar mano del motor- llegamos de nuevo a Plomarion.




Este puerto, en la cara sur de Lesbos, tiene un problema que hemos encontrado ya en otros pero que aquí estaba muy acentuado: según de qué dirección sople el viento, en el interior del puerto se queda atrapada una ola que crea un incómodo mar de fondo que hace que los barcos bailen y bailen de una forma a veces muy desagradable

Abarloamos de costado al muelle, junto a las terrazas de los bares y justo bajo la ventana del despacho de la guardia costera, en el lugar que nos indicó esta, en el único espacio libre que quedaba.

La guardia costera -nuevamente y a diferencia de lo que estamos acostumbrados- nos hizo muchas preguntas (seguimos pensando que es por la proximidad de la costa turca); la primera de las dos veces -llegábamos desde Sigri- nos preguntaron cuántas millas habíamos navegado, cuánto tiempo habíamos invertido en el trayecto, pero también nos preguntaron detalles de Sigri: si estaba abierto el museo, qué horario tenía...




En nuestra segunda noche en el puerto se había levantado un viento importante y la ola que se había formado hacía que el barco se moviera arriba y abajo alrededor de un metro, era una verdadera coctelera! Veíamos a las defensas pelear por hacer su trabajo pero después de comprobar y ajustar los amarres poco más podíamos hacer que ir a la cama.

Alrededor de las tres de la mañana nos despertamos al unísono; el barco no golpeaba nada, no había ningún ruído extraño, pero el barco se movía de un modo diferente; Johan se vistió a toda prisa y al salir comprobó que la defensa redonda grande (cuando la compramos pensé que el capi estaba loco, pero ahora yo era la que estaba loca por ella... perfecta a bordo!) se había roto y flotaba en el puerto; la fuerza del vaivén y el roce continuo había hecho que el ojo de la defensa se hubiera partido, para no creérselo.



En ese momento la situación era un poco complicada; el barco que había detrás nuestro parecía que se iba a subir al muelle de un momento a otro, nosotros sin la defensa grande estábamos mal protegidos. A esas horas todavía habían un par de hombres pescando en el puerto (¿¿??) y junto al Alea dormía un "sintecho" al que ya habíamos saludado y que visto el problema vino presto a echar una mano (era un pescador al que la vida no había tratado bien, educado, amable... y que dormía al raso)

¿os podéis imaginar la escena?, tres lugareños conocedores del lugar y Johan en cónclave discutiendo la situación... a las tres de la mañana, y yo mirando mi pobre bola!

A pesar de la hora, la conclusión del grupo de debate fue que lo mejor sería ir a fondear a cinco millas de allí puesto que el plan de fondear dentro del propio puerto difícilmente tendría la bendición de la guardia costera... y menos cuando Johan la despertara para pedirle los papeles del barco a esas horas!

Sin embargo fue la propia guardia la que indicó a Johan que no era buena idea salir de noche, con el tiempo que hacía, a un lugar que no conocíamos y fue ella quien insistió en que nos quedáramos en el puerto, fondeados, justo en el centro, con todas las luces posibles encendidas para dejarnos bien... porque sino no podría dormir tranquila. Desde aquí GRACIAS!!




Así que cuando días después regresamos con Luz a este puerto, ya teníamos claro que no nos gustaba el muelle de modo que solicitamos permiso para amarrar en la cabeza del único pantalán que hay en el sector de barcos de pesca y donde habíamos visto un velero en nuestra anterior visita.



Con el permiso de la guardia costera fuemos para allá: ancla a proa y amarres a popa, el sitio es mucho mejor -los pescadores siempre están en un sitio mucho mejor- pero hay que tener cuidado al amarrar porque las cadenas que fijan el pantalán al fondo salen muy horizontales y hay que dejar un buen espacio de respeto por lo que es necesario que alguien ayude desde el muelle (no hay como acercarse para saltar a tierra desde el barco) pero para eso llevábamos a Luz que es de lo más eficiente y eficaz!



Por lo demás Plomarión es una bonita ciudad en la que no es difícil llenar las horas paseando



descubriendo rincones



encontrando carpinterías "de las de antes"



y como no descansando en un buen bar donde leer sin prisas o simplemente ver pasar a la gente




Pero Plomario también fue nuestro puerto base para hacer una escapadita en coche y que nos llevó a conocer el interior de una de las islas que hemos visto más a fondo.

De los pueblos interiores nos quedamos con Agiasos; ya a finales de octubre el turismo había desaparecido prácticamente y pudimos ver el día a día de un pueblo pequeño en el que las cosas eran muy parecidas a las que me explicaba mi abuela de su pueblo a penas hace unos años: puertas abiertas o simplemente con las llaves puestas, gente que se conoce y se saluda...





y también nos llevamos la sorpresa de descubrir un trocito de España -en forma de melocotón- frente a nuestros ojos



La excursión siguió rumbo a Lisvori para conocer sus aguas termales. Para nuestra sorpresa, al final de una tortuosa carretera, nos encontramos con un bar; desde su interior podía accederse a unas habitaciones con unas pequeñas piscinas o grandes bañeras para uso individual y una piscina algo más grande... de agua bastante verdosa!

Optamos por echar a andar para buscar el nacimiento de las aguas y al poco dimos con ella; el agua brotaba del suelo, a borbotenes, a temperatura de ebullición




y creando unas formas con unos colores que nos tuvieron ahí hipnotizados un buen rato



Para acabar un paseito por la playa de Vatara



Y de nuevo a desplegar las velas. Al día siguiente navegamos unas tres horas -todas a vela, manteniendo esa media tranquila de cinco millas por hora que nos caracteriza- para llegar a Skala Loutra en el segundo mar interior de la isla



Ahí nos recibió una bahía que daba un resguardo aceptable al vendaval que se formó por la tarde y un pueblecito ya dormido concluida la temporada turísitca y al que habían ido a parar un grupillo de ingleses que cenaban la otra mesa del único bar abierto mientras nosotros disfrutabamos de las Mythos y el café griego del día


En Skala hay una vieja fábrica reconvertida en hostal con encanto



y hasta una playa bien original



Para nosotros fue el punto de despedida de esta preciosa isla; regresamos a Mytilini para cerrar el círculo y despedirnos de Luz y desde ahí emprenderíamos el rápido camino al sur en busca de un poquito de calor invernal, pero esto, ya es historia para otro día (espero que prontito!)


si te apetece ser parte
ya sabes
hay un camarote que te espera!
www.sailingalea.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡¡Ansioso espero a la siguiente entrega de esta hermosa historia!!!




J