jueves, 29 de abril de 2010

Amorgós




Hubo una ocasión, cuando trabajaba en la biblioteca, en que acogimos una exposición de La Casa del Tibet de Barcelona; como el montaje era complejo me ofrecí a abrir la biblioteca a horas en que estaba cerrada al público y a ayudar en lo que pudiera.

Pensaréis que os habéis equivocado de blog o que se ma ha ido la pinza... pero ya veréis como NO

El día de la inauguración vino un lama a dar una charla y al finalizarla se acercó a mí para agradecerme la ayuda y me dio un abrazo... ¡qué abrazo!, no sé como explicarlo pero algo me recorrió de arriba abajo y al acabar me dejó llena de tranquilidad.

Hay gente que tiene el don de dar esos abrazos que transmiten una calidez incalificable... hace unos días un chiquillo de seis años me dio el último que he recibido. Amorgós es una isla que te abraza... exactamente con ese tipo de abrazos que os he intentado explicar!





Sin madrugar demasiado -que aquí las distancias nunca son largas- dejamos atrás Skhinousa y pusimos rumbo a Amorgós.




No sé por qué, pero me apetecía un montón esta isla. Después del chasco de Milos, no quería decirlo en voz alta, pero...

La previsión de viento era buena así que con todas las velas arriba y, y el viento seguía subiendo y tocó coger el primer rizo, recogemos un poquito el génova, cogemos el segundo rizo... menos mal que no se cumplió esa maldición del Mediterráneo de que el viento siempre te viene de proa y pudimos llegar a vela hasta la misma bahía donde está el puerto, Katapola!



En la guía señalaba que sólo un pequeño espacio del muelle tenía suficiente calado para nosotros pero al acercarnos vimos que había un ferry local que ocupaba casi todo ese hueco, un par de veleritos abarloados al muelle en lugar de con ancla y cabos -que se ocupa la mitad!- , un viento de costado espantoso, en fin, que decidimos ir a fondear para comer tranquilamente, analizar la situación y ...


Por la tarde volvimos a intentar ir al puerto acercándonos a preguntar la profundidad del único hueco en el que cabíamos. Nos dijeron 2'5 junto a la pared y decidimos probar. Como seguía haciendo viento de costado, nos acercamos de proa (a ver si sé explicar esto que seguro que es una maniobra la mar de normal) como decía, nos acercamos de proa que es más fácil apuntar con el ancla y la dejamos caer a unos 50 m del muro, fuimos soltando cadena -todavía yendo de proa-, cerca ya de la pared, giramos despacito el barco hasta dejar la popa apuntando al muelle, pasamos los cabos y ¡voilà! en el sitio.

Pero todo fue un pequeño desastre: el fondo junto a la pared era de menos de 2 metros (el calado de nuestro timón); le pasé los cabos a un voluntarioso señor que no sabía hacer un nudo -ningún tipo de nudo, es más, creo que no entendía de que le hablaba cuando le gritaba, en inglés, "un nudo, por favor, cualquier nudo", finalmente llegó un italiano y nos sacó del apuro!

¿alguien dijo que navegar era aburrido??

Como todavía no es temporada turística y no hay buses, decidimos alquilar un coche entre los tres para ver la isla, pero especialmente para no perdernos el famoso monasterio de Hoziviotisa.

El monasterio está en la cara este de la isla, en una pared de acantilados que caen al mar.

Está edificado sobre la roca, aprovechando concavidades naturales, con 8 niveles de altura y una anchura mínima, pintado de blanco brillante... ya impresiona al verlo desde el lugar en el que termina la carretera y empieza la subida de las escaleras.



Subiendo, las vistas espectaculares, el mar de un color que parece pintado por la paleta de un pintor... brillaba el sol...



La comida, el agua, todo hay que hacerlo llegar andando el último tramo de acceso




Desde una ventana una mujer nos invitó a entrar si deseábamos visitar el monasterio por dentro



todo es estrecho, pequeño, pero se mantiene bien cuidado!



Nos recibió la misma mujer en una pequeña sala en la que nos invitó a beber un vasito de raki y nos ofreció unos dulces típicos del lugar. Nos dijo que en verano pueden llegar a visitar el templo hasta 300 personas en un día -no sé si entonces pueden permitirse recibirlas a todas con bebida y dulces- lo que nos pareció increíble.

Hay varias estancias en cada planta, la mayor parte no se pueden fotografiar, pero para que os hagáis una idea de las dimensiones, esta sería una sala.



Ella era una voluntaria que ayudaba a los monjes-nos explicó que actualmente sólo viven dos y que han llegado a vivir 18- con el mantenimiento del lugar y la atención a los visitantes; nos comentó que antiguamente existía un monasterio femenino en otro punto de la isla pero que actualmente está en desuso y que ella junto a otras mujeres habían iniciado la restauración con la esperanza de poder reabrirlo e irse a vivir en él... Ella vive en Atenas y anhela una vida de retiro.
Toda ella, el entorno, todo transmitía ese qué sé yo que intenté explicar al principio...

Nos invitó a pasar al mirador a disfrutar del silencio y las vistas... y justo en ese momento fui absolutamente feliz!




Con una sonrisa dibujada en la cara, volvimos al coche para recorrer la isla. Desde el punto central en el que se encuentra el monasterio hay unos 30 km hacia el norte y otros tantos hacia el sur.

En ambos extremos de la isla hay fondeaderos que, con buen tiempo, parecen lugares sacados de un libro de cuentos.



Al norte está el puerto de Aegli, un puerto nuevo al que llegan los ferrys a esta isla hasta ahora de las peor comunicadas de entre las Cicladas; esto ha dado una nueva vida a esta población que recibe ahora la mayor parte de turismo que llega hasta aquí



Y en el extremo sur de la isla, otro fondeadero -este normalmente lleno de pescadores- que invita a echar el ancla y olvidarse de que hay otro mundo más allá del horizonte




Tras buscar, encontrar y fotografiar el famoso barco hundido, dimos por finalizado el paseo en coche y regresamos a Katapola




El día aun nos regaló unos amigos: vimos llegar a un barco francés y nos dispusimos a ayudar con las amarras, viendo saltar a la tripulanta por la cubierta -controlando defensas, cabos- pensamos que tal vez eran un padre con su hija. Al acercarse vimos que eran una pareja; al ir a tomar una cervecita con ellos descubrimos que la que nos pareció "la hija" es una jovencita de 68 años (pelo rojo, falta naranja) que con su pareja de cincuenta y pocos llevan tres años descubriendo el Mediterráneo... bravo por ellos!!

Y después de esto y aquello, la estancia en Amorgós llegó a su fin



Y si alguien me pregunta cuál es mi isla favorita tengo que decir que no lo sé porque casi todas tienen un encanto especial... pero por si acaso haría una lista alfabética y de ese modo Amorgós estaría bien arriba!


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Información para navegantes

  • En la isla hay dos puertos, en Katapola se amarra con ancla y popa al muelle pero hay que vigilar porque está señalizado el espacio reservado para el ferry. Junto al ferry la profundidad -justo en la pared- es de unos 3 metros y va descendiendo en dirección a la playa; no encontramos servicios pero no pagamos nada (tal vez por no ser verano).
    En el norte, en el puerto de Aegli, sólo se puede amarrar en el mismo muro que el ferry y la pared es muy alta! pero se puede fondear en la bahía
  • También hay un fondeo al sur pero es importante ver la profundidad y normalmente está lleno de boyas de pescadores
  • Hay supermercados donde hacer las compras sin problemas
  • Vale la pena llegar hasta aquí!!

domingo, 25 de abril de 2010

donde nos lleve el viento... y finalmente Skhinousa!

Después de visitar, disfrutar y reir en Santorini, le dijimos adiós a Tomás y nos quedamos a bordo con Asier para seguir con nuestra ruta!

El siguiente puerto, si no queríamos hacer una navegación muy larga, volvía a ser Ios, y desde ahí rumbo a Skhinousa, Amorgós... y al Dodecaneso.




Navegar a bordo del Alea, se ha convertido en un placer (bueno, para mí, para Johan creo que lo fue casi desde antes de desplegar las velas por primera vez) aunque... hay días que...

El barco navega fenomenal.

Nos habían dicho que con lo pesado que era, con los ánodos frenando, con el peso que le habíamos metido, etc, etc (y aquí la gente cuando se pone a hablar encuentra montones de etcs) íbamos a ir tan lentos que nos moriríamos de la pena; se equivocaron: con 12 nudos de través cogemos una velocidad de 6 nudos sin el mayor esfuerzo, navegamos muy bien en ceñida, cuando hemos tenido vientos duros, con rizar la mayor y recoger un poco de génova, hemos seguido adelante sin que el barco jamás haya dado pantocazos, nunca hemos embarcado una ola en la bañera, con el génaker parece que nos deslicemos sobre el mar sin tocar el agua...



Desde luego no es perfecto: en algunos momentos querríamos tener una quilla con menos calado -no cuando navegamos muy escorados-, cuando viene gente a tomar una cervecita en la bañera, nos gustaría que fuera un poquito más grande -no cuando hay mal tiempo y la bañera parece un regufio contra todos los males-, cuando veo el montón de cabos reenviados en la bañera preferiría que estuvieran ordenaditos en el palo -no cuando hay que maniobrar con mal tiempo y no tienes que salir para nada!-, a veces, cuando un puntito de óxido aparece en algún rincón de la cubierta (normalmente porque alguien trabajó cerca con una radial) querríamos un barco de otro material -no cuando nos chocaron y a penas nos hicieron un bollito- pero si no es perfecto para nosotros es un buen compromiso entre seguridad, amplitud, estética...




Pero lo que más me gusta es que con el paso de los días, de las navegaciones, de las millas bajo la quilla, Johan y yo nos hemos convertido en algo así como una pareja de baile.

En las maniobras todo fluye, cada cuál sabe su cometido y lo hace sin pensar, una sola mirada nos permite entendernos, a veces los dos hacemos el gesto de ir a buscar el chaleco a la vez, o cogemos un cabo para tomar un rizo al mismo tiempo.

De esto me di cuenta más que nunca en nuestra travesía de Ios a... a dónde nos quiso llevar el viento.



Las previsiones -que no siempre aciertan- de viento del oeste nos hicieron dudar entre ir a Iraklia o Skhinousa y finalmente nos decidimos por la última. Nos levantamos a buena hora y tras un buen desayuno soltamos amarras.

Sin embargo a pocas millas, al salir del abrigo de la isla el viento giró hacia el sur-oeste con fuerza. La mayoría de puertos están pensados para el meltemi -viento del norte- por lo que cuando sopla fuerte del sur no siempre es fácil encontrar refugio y menos cuando tu destino es una isla que apenas llega a islote.

Nos miramos y casi sin palabras decidimos poner rumbo a Naxos, la distancia no era demasiada y el puerto ya lo conocíamos.

Tuvimos puntas de hasta 40 nudos, viento constante de 30 (siempre hablo de aparente que es lo que leo en el aparatito)... hubo un momento en que Johan me dijo: "tercer rizo", uno a cada lado del piano, yo bajando la mayor, Johan tensando el grátil, yo tensando la baluma.

En un momento de esa maniobra, Asier a mi lado, gritó "DELFINES!"

casi se me sale el corazón por la boca. Estaba tan concentrada, en mirar el indicador de viento (por encima de 35), en no equivocarme de cabo, en lo bajar más de la cuenta, en subir en cuanto pudiera... que su grito -creo que me había olvidado de que había más gente a bordo- me dejó completamente descolocada; le pedí que se cayara mientras trabajábamos, que no era el mejor momento, que podía hacer fotos sin salir de la bañera. Pero no se pudo aguantar y un momento después volvió a gritar "PERO ES QUE HAY DELFINES!".....................


A nuestro lado navegaba un barco -después sabríamos que charteado- con nuestro mismo destino. Sin embargo al llegar a la altura del puerto de Naxos vimos que cambiaba el rumbo y se encaminaba al norte de Paros

"cuando las barbas de tu vecino veas afeitar... pon las tuyas a remojar!"




Aunque el viento se había estabilizado, nos entraba cómodo de través. llevábamos tres rizos en la mayor y hacía rato que no bajábamos de los 8, al llegar al mismo punto que el otro velero tuvimos que tomar la misma decisión: era imposible entrar en el puerto con semejante mar!




En fin, ¿no dicen que navegar es ir dónde te lleve el viento? pues al cabo de una horita más, después de navegar con el viento de proa el último tramo, de recibir un par de rociones, fondeamos en Naousa y a penas un rato después de comer el viento había parado lo suficiente como para ir a puerto!

Así es como Asier pudo pasear por las otras famosas islas de las Cicladas: un día en Paros, un día en Naxos... y finalmente RUMBO A SKHINOUSA, que todo llega

Sólo dos días después el mar estaba como un plato, el viento brillaba por su ausencia y tuvimos que hacer el trayecto a motor.

¡qué cosas tiene la madre naturaleza!




Tan tranquilito estaba el día que le dimos descanso al piloto automático y al capitán y Asier se hizo cargo de la rueda casi todo el trayecto



Y llegamos a Skhinousa -a penas una Chora y algunas familias- y disfrutamos de sus aguas increíblemente cristalinas




y Asier, que para algo es un chicarrón del norte- no pudo dejar de darse el primer baño de la temporada




En la guía indica que el fondo no es demasiado bueno para fondear, así que después de un primer intento fallido -y eso que la Rocna es casi infalible- y viendo el muelle tan vacío, decidimos amarrarnos de costado



En el puerto a penas dos o tres casas y un par de tabernas, una de ellas cerrada y la otra casualmente abierta porque tenían una celebración familiar; por la tarde paseo a la Chora -muy cortito, la isla no da para grandes distancias- donde pudimos darnos otro baño de blanco y azul!



La isla ofrece buenos paseos y preciosas vistas




y desde luego la posibilidad de disfrutar de una cerveza bien fría y unos dulces tradicionales




Vaya, que se vive bien, no hay más que ver lo bien que se les crían los pájaros



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Información para los navegantes

  • en la bahía donde llega el ferry el fondo es muy duro y cuesta que el ancla coja
  • se puede amarrar en el muro pero sólo en el lateral porque en el pequeño muelle frontal llega el ferry (incluso los muy grandotes) aunque no provocan mucha ola
  • hay un buen fondeo al este de la bahía principal
  • no hay servicios de luz, agua y nosotros no vimos ninguna gasolinera...
  • es un buen lugar para hacer una paradita!

martes, 20 de abril de 2010

Santorini, la perla!



Parece que cuando uno se pone a pensar en las islas griegas es imposible que la imagen que le venga a la cabeza no sea la de las cúpulas azules de Oia en Santorini... y ese era nuestro próximo destino.

Nos habían comentado que no era fácil amarrar en la isla. Leyendo un poco su historia resulta que es una isla que sufrió una erupción volcánica (como dirían en los cuentos "hace muchos, muchos años") que hundió todo el centro dejando una forma como de croissant con una pequeña isla en el centro -el cráter, todavía humeante- y otra isla en la parte oeste -Thirasia-

Thira, la isla más grande de las tres resultantes de la explosión, la más habitada, la más famosa, tiene acantilados muy altos y esa misma altura que repite hacia abajo; en muchos puntos el mar tiene una profundidad de 300 metros!

Han construido en el sur una marina... con bastante poco acierto ya que está muy abierta y el viento arrastra sin remedio arena a su canal de entrada. Llamamos por teléfono el día anterior para asegurarnos que hay fondo suficiente para entrar y nos dicen (directamente en la marina) que el fondo es de 2,50... pasamos por los pelos pero nos aseguramos una estancia tranquila para un par de días.

Asier, que nos venía a ver desde España, vuela hasta Thira. Nosotros preferimos que la gente vuele a Atenas y se desplace hasta el Alea en ferry porque eso nos da más margen de movilidad -que con el mar y el viento nunca se sabe- pero parece que Santorini fascina... y él había comprado un vuelo hasta allí; y el Alea no quería faltar a la cita.

En la guía que manejamos dice que la entrada al puerto no es fácil porque se accede a él por un canal no demasiado bien señalizado de entre 3 y 4 metros de profundidad (que si cuando vea la iglesia tal ponga rumbo 45º a qué sé yo cuál parte) y avisa de que es una buena forma de subir la adrenalina de quien va por primera vez...

A estas alturas ya sabéis que soy un poquito histérica :-) así que no hace falta que os diga que mi adrenalina estaba a punto desde dos días antes

Aunque la navegación fue de cine: viento perfecto, mar perfecto, tanto que se me olvidó la entrada, los problemas de calado, el cráter y hasta la famosa puesta de sol!!!



Y llegamos a Santorini. La isla se abría ante nuestros ojos para darnos la bienvenida e invitarnos a pasear por los alrededores de su cráter



Y en la esquinita podíamos ver a Oia, subida en lo alto de un acantilado que nos dejó con la boca abierta



Realmente -pasara lo que pasara después- la navegación era un regalo y habría valido la pena llegar hasta aquí




Sabíamos también que frente al antiguo embarcadero de Thira, desde el que parten las escaleras que te llevan hasta la ciudad, había boyas -utilizadas por los grandes cruceros de pasajeros- que si estaban libres se podían utilizar.
Allí había un velero amarrado, pero el estado de la boya y el baile imposible del barco nos hicieron desistir al momento de la idea, por no hablar de la posibilidad de que un crucero llegara estando nosotros allí sujetos!




Aunque no se puede negar que vista de lejos, la imagen es linda ¿verdad?




Los acantilados seguían dibujándose allá donde miráramos



Y llegamos a las inmediaciones del puerto.
Le pedí a Tomás que me acompañara a la proa para ir viendo el camino, el capi quería que echáramos un vistazo por si a simple vista podíamos ver algún bajo que entorpeciera el camino, mientras él nos iba cantando el profundímetro "cinco, cuatro, cuatro diez, cuatro, tres y medio..."

Como unos campeones llegamos a la bocana y la enfilamos... a apenas 2 nudos de velocidad por precaución; Tomás y yo con los ojos como platos intentando anticipar obstáculos y Johan cantando "tres treinta, tres, TOC"

ESTÁBAMOS CLAVADOS EN EL FONDO

a una velocidad de un nudo y medio y sobre un fondo de arena no habíamos causado mucho destrozo... pero había que dar media vuelta y salir

Justo frente a nuestros ojos un letrero con la frecuencia de la marina (canal 10); llamamos para pedir ayuda o instrucciones, o algo... pero nadie respondía

Johan se puso a maniobrar y a pedirle al motor lo mejor de si mismo; Tomás y yo intentamos hacer banda para ayudar (no servía de nada pero nos hacía pensar que algo hacíamos) y en unos minutos salimos de allí

Al poco se acercaron unos pescadores y nos dijeron que no había más de metro setenta. La propia marina nos había dado una mala información, en los próximos días hablaremos con otros tres barcos que han tenido el mismo problema!!!





Giramos cola y de nuevo hacia arriba. Habíamos visto al llegar un fondeo con boyas -de las normales- en la bahía de Thirasia y parecía que un ferry nos podía llevar a Thira... antes de eso Johan había localizado en fondeo en la isla del cráter... ¡teníamos que amarrarnos a algún lado!

Al pasar frente a la pequeña bahía en el cráter vimos que se trataba de un puertecito privado en el que están amarradas las goletas que sirven para los paseos de los turistas (se puede navegar en el mar interior y hacer una visita a la isla central) y que había un hueco que parecía estar llamándonos... así que no lo pensamos dos veces y para allí que nos fuimos.

Imposible dejar caer el ancla -estaba claro que había un enorme lío de muertos y cabos en el fondo- ni una boya libre; así que al más puro estilo pirata nos abarloamos a uno de los barcos

!Al abordaje!



Con la auxiliar podíamos ir a Thira -la capital- recorriendo algo más de una milla (un poquito arriesgado porque transitan bastantes ferrys pero nada complicado con un poco de cuidado), pero decidimos quedarnos ahí hasta poder hablar con alguien de los barcos que había en el puerto para asegurarnos de que no molestábamos.

A la mañana siguiente ya estaban allí los trabajadores de mantenimiento que nos dieron la bienvenida con una sonrisa y nos dijeron que estábamos perfectos, que no molestábamos y que ellos no iban a salir en toda la semana

Seguimos teniendo un ángel de la guarda!





Johan y Tomás recogieron a Asier y al día siguiente los cuatro intrépidos a bordo de Aleita nos dirigimos a Thira: por fin estábamos en Santorini

Para subir a la ciudad hay una escalera con 587 escalones, un teleférico y la opción de hacerlo en burro. Ni demasiado atléticos ni demasiado turistas, decidimos usar el teleférico peeeero... strong wind, no work; hacía un buen viento que mantendría el teleférico fuera de servicio todo el día así que...


Noooo

nosotros por los escalones!!!

vimos pasar a los burros con su trajín de arriba y abajo (el burro y el teleférico cuestan lo mismo, unos 4 euros) pero preferimos el ejercicio a dejarnos las cervicales en el intento

Y la isla que estaba a nuestra entera disposición

Siendo cuatro, optamos por alquilar un coche y sacarle el mayor partido posible, al norte, al sur, ciudades, paisajes, playas

y supongo que a partir de aquí es mejor que deje de hablar y os deje disfrutar de las imágenes



acantilados hacia el sur

la forma de la isla con el cráter en el centro


Santorini es famosos por sus vinos



que nacen de estas curiosas parras


playas blancas


Playas rojas

y siempre el mar

¿dónde está el norte? el efecto del meltemi es impresionante



y la arquitectura blanca sobre azul















Y no pudimos quedarnos a ver la puesta de sol desde Oia, la ciudad que está más al norte, porque teníamos que volver al barco en Aleita y era impensable hacerlo sin una buena luz (era una condición sine qua non de Johan) así que nos despedimos y bajamos de nuevo las 587 escaleras

embarcamos en la auxiliar y pusimos rumbo a la isla del cráter

por el camino pudimos saludar a los tripulantes de los barcos de pasajeros que estaban en mitad del camino (ahí aguantan todo el día, motor en marcha porque no pueden echar el ancla y las boyas les resultan inservibles de puro oxidadas) boquiabiertos viendo a cuatro locos a bordo de una pequeña hinchable, movidos por las olas, un poco mojados y muertos de la risa.


no vi como el sol se ocultaba por el horizonte, pero fue una de mis mejores puestas de sol




y lo que no vimos del sol... nos lo regaló la luna




y para acabar el relato de una de las islas más bonitas que hemos visitado, aquí está su faro, especialemente dedicado a nuestro amigo y seguidor Náufrago!




Este post está dedicado a Rosa porque
me ha hecho soñar con Santorini miles de veces

Supongo que no hace falta que os lo recuerde...
pero en el Alea hay sitio para que nos acompañéis!



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Conclusiones

  • la marina sólo es un buen refugio en verano cuando han realizado los trabajos de mantenimiento, nosotros no volveríamos a intentarlo sin que otro navegante nos diera información sobre el buen estado de la misma de primera mano
  • se puede amarrar a las boyas de Thirasia pero se depende del ferry que te lleve a la ciudad
  • nuestro fondeo sólo fue válido de forma circunstancial, cuando los barcos de turistas están activos no es posible hacer noche allí
  • a pesar de todo, vale la pena llegar hasta Santorini y navegar por el centro del cráter... aunque se regrese a Ios para hacer la visita con ferry
  • la isla es tan bonita como dicen... pero es muy cara (según nos cuentan porque nosotros comimos en un restaurante de carretera a buen precio y no hicimos más gasto)
  • el coche con seguro a todo riesgo nos salió por unos 35 euros
  • aunque parezca imposible... encontramos un Lidl y pudimos llenar la despensa!!!!