miércoles, 22 de abril de 2015

Bajo la cordillera, Tictoc y alrededores (13 a 17 de abril)

Después de un día de lluvia y tras haber cargado todo lo que podíamos de diesel, partimos de Quellón, no con el rumbo que habíamos planeado en principio (Melinka) sino dirección Tictoc donde esperamos encontrarnos con el Pic la Lune

El paseo (unas 40 millas) fue la mar de entretenido:





Salimos a motor hasta alcanzar el canal principal, subimos las velas aunque el viento no era mucho (íbamos a 3/4 nudos), el viento subió y navegamos felices a 5/6 nudos, el viento subió mucho (rachas de 40 y el barco disparado) y el viento se fué al llegar al pie de la cordillera (tocó echar mano del motor). Llegando a Tic Toc y para redondear la tarde ¡atunazo! ¿pero no dice todo el mundo que no se pesca en estas aguas??? mmmm, ya teníamos menú para los amigos del Pic



Llegados a Tic Toc nos gustó más la caleta cercana de Silva Palma (43°38'31S 073°00'02W), ancla sin líneas a tierra, buena protección salvo -tal vez- para sures fuertes, unas vistas preciosas y un arcoiris dándonos la bienvenida. Genial





El día siguiente amaneció increíblemente soleado, las vistas eran impresionantes así que nos inventamos tareas de cubierta, Johan recogiendo-repasando aquí y allá, yo me dediqué a hacer la colada sin prisas




Todo el mundo dice que es casi imposible lavar porque no hay forma de secar, sabemos que estos días no van a durar pero los exprimimos al máximo y los disfrutamos hasta la última... la ropa se secó antes de caer el sol a final de la tarde!


Hablamos con el Pic y como se anunciaban rachas del sur para la noche propusieron que nos cambiáramos a Pto Escondido, apenas dos millas más al este, así que dijimos adiós a nuestro lindo fondeo y nos cambiamos de lugar



Pto Escondido (43°37'17S 072°53'34W) parece sobre el papel perfecto para vientos del Sur, el entorno es nuevamente sobrecogedor.




En esas tres millas que nos separaban del fondeo anterior, Johan no dejó de probar la pesca y por dos veces perdió el cebo (la línea mordida, pensamos que por salmones) así que llegados al lugar, preparó una línea con un cable de inox al final y se fue con el dinghy a seguir pesacando (sin suerte) y dejándome disfrutar de verlo tan chiquito y entregado a lo suyo en un entorno tan maravilloso



Ahí se ve Johan como granito de arena en el desierto, remando la auxiliar con la caña echada!

Al ratito llegó el Pic la Lune, tantos días hablando por la radio se hacía raro tenerlos allí; 



son simpáticos por de más y nos apetecía mucho pasar un rato con gentes que han vivido en el sur (no paseado, vivido vivido) por unos 6 años, conocedores de rutas, secretos, trucos, y cualquier cosa que se nos pudiera imaginar. Gente estupenda, lo más de lo más. ¿el menú? una rica crema de calabaza que nos trajo Sonia, atún con ensalada y tarta con nata montada... ¿quién dijo que íbamos a comer mal? 



Por la noche llegaron las rachas anunciadas... pero no la protección que prometía el fondeo, no teníamos viento directo del sur sino del sureste (tal vez por el efecto de las montañas) y pudimos vivir en carne propia eso del efecto Venturi (el viento amplificado por la configuración del entorno) y pasamos una noche movida, con rachas de 40 nudos, sin dormir demasiado con el barco que parecía navegando...

A las 9h llamamos al Pic por la VHF -ellos habían salido un rato antes- y nos confirmaron que fuera del fondeo apenas había 10 nudos cuando nosotros seguíamos por encima de los 30... salimos pitando.

Como las prisas no lo son tanto para un aficionado a la pesca, Johan tuvo tiempo de preparar la caña y ¡zas! una sierra preciosa



Me preguntó si quedaban botes para hacer conservas, yo le dije que como 8 o 10 botes y ¡zas!¡zas!
dos sierras más en 10 minutos. Guardamos la caña por una buena temporada porque tenemos el congelador lleno y no hay botes en los que envasar... pero tenemos comida para días y días.




Nuestro siguiente destino, unas 5 millas más al sur Juan Yates... un rincón para llegar y perderse por días. Entre un laberinto de islas, en una esquinita amarrados con dos líneas a los árboles nos sentimos en el paraiso, lleno de pájaros, delfines, lobos de mar!









a veces el pájaro no quiere salir en la foto
 El solazo seguía siendo de escándalo, hasta daba para tostarse sin más en la cubierta!!!! pescamos, lavamos, secamos, tomamos el sol ¿estaremos de verdad en Chile?????




De repente aparece por la proa allá a lo lejos alguien remando en un kayac ¿pero no estábamos en el fin del mundo? Se acerca el tipo, Klaus, y nos cuenta que ha venido desde Puyuapí con su kayac, que se anuncia mal tiempo para mañana y que si tal vez tuviéramos intención de bajar al sur podríamos acercarlo un tramo en su camino, desde luego!!!

Yo me esperaba hasta pingüinos antes que encontrarme a un tipo paseando a remo en pleno otoño austral por los pies de las laderas... ¡vivir para ver!




A la mañana siguiente y con Klaus a bordo partimos hacia Añihue, a él lo teníamos que dejar en un punto del camino para que siguiera con su remo; soltamos cabos y a navegar





Klaus tenía como reto personal doblar un cabo, así que allá, en mitad de la nada, iniciamos la operación de desembarco.


Y lo dejamos -echándole un ojito por si acaso- cumpliendo sus retos personales



Cada vez más pequeñito en la línea del horizonte. Esperamos que todo le fuera bien, y quien sabe, lo mismo nos vuelve a  aparecer en cualquier fondeo.


Nosotros, en un día nublado seguimos rumbo sur






Continuará

martes, 21 de abril de 2015

Llegando al sur de Chiloé. Huildad y Quellón

Llevamos unos cuantos días sin internet, pero antes de echar mano sin remedio a las crónicas de ruta (las que van cortitas y sin fotos) vamos a intentar apurar al máximo los cuatro sitios con conexión que nos quedan antes de perdernos en el sur de los sures.

Nos han pasado muchas muchas cosas, algunas algo surrealistas (todas buenas) pero queremos ir pasito a pasito. Nos quedamos en Pailad y el siguiente punto de fondeo fue el estero Huildad.

Como no teníamos prisa y pese a la corriente que no siempre nos quería empujar en la buena dirección, hicimos casi todo el camino a vela.

La entrada en el fondeo no es muy ancha -al menos entonces no me lo pareció- pero se hace sin problemas simplemente mirando la corriente que se mueve. Elegimos una zona amplia donde echar el ancla y ¡ohhhh! parecía que estabamos en Canadá: una montaña cubierta de árboles hasta donde nos alcanzaba la vista.

Al día siguiente nos dimos un buen paseo con el dinghy hasta donde según la guía estaba el pueblo. No hay tal pueblo sino un camino largo bordeado de casas (eso sí, un centro de salud y una escuela sí hay) que nos sirvió para ejercitar los músculos. Sólo queríamos comprar algo de pan; pasábamos junto a la casita más destartalada de la zona cuando vimos asomar una señora en la ventana y le preguntamos por una panadería; no la hay en el pueblo pero nos dijo que ella tenía pan. Pensamos que nos lo quería vender pero nada de eso, nos regaló todo su pan y tan contenta. Estuvimos charlando con ella por más de media hora (una vida dura la de estas gentes) y seguimos con nuestro camino de ida y vuelta



Por la tarde vimos entrar un velero, ¡bien, compañía!, bandera holandesa ¡son los Lyra!,





 habíamos coincidido con ellos en Puerto Montt pero no habíamos tenido tiempo para charlar sin prisas. Hoy cena aquí, mañana paseito recogiendo conchas, mañana cena allí... despacito y disfrutando del momento, que el verano se nos alarga y ni siquiera diríamos que estamos en el Chile frío y desapacible que nos habíamos dibujado en la mente.



Con una puesta de sol de las que hacen historia, nos despedimos de Herman y Rian y de Huildad para ir a nuestro último fondeo en Chiloé, la ciudad de Quellón



La navegación hasta Quellón fue cortita (vela y motor) y entramos por el canal más al este (que en las guías cuentan como algo difícil pero que en verdad no lo es, entran hasta ferrys grandes de pasajeros); lo que no fue tan fácil fue tanto fue encontrar dónde echar el ancla. Quellón es un puerto pesquero que reúne una flota grande grande, hay muchas boyas pero claramente son para barcos de faena y no invitan a amarrarse sin más. Preguntamos a la Armada a través de la radio y nos confirmó que son todo boyas privadas y que si acaso lo mejor era pedir permiso para abarloarse a un pesquero.




Preferimos ir a buscar el fondo de la bahía, más tranquilo, y en 12 metros dejamos caer el ancla y allá nos quedamos sin problemas por los próximos tres días.

Estábamos avisados de que la ciudad no es un lugar seguro (han habido casos en que la auxiliar ha sido robada) y que no es fácil ir de paseo por esa razón (no saber dónde dejarla) pero nosotros optamos por ir al muelle de los pescadores, pedir "asilo" y siempre hubo quien nos vigiló el botecito sin problemas





Fue un gusto ir de nuevo a pasear por las calles, encontrar un ciber, un super, ¡una peluquería!

Johan necesitaba un corte de pelo y allá que se fue. Tenemos que decir que en este viaje (desde que salimos de España) muchas de las veces que Johan se ha cortado el pelo han sido experiencias para escribir, guardar y recordar; esta vez no fue menos. Una peluquera inexperta (que solo acabado el trabajo confesó haber aprendido mirando youtoube) llegada a este rincón del mundo desde Colombia, que se moría por hacerse fotos!!!

 



Aprovechamos para ir a comprar una fruta novedosa para nosotros que habíamos comido con el Lyra; en la frutería nos explicaron que es propia de la zona y que se llama pepino dulce...



 a nosotros por la forma nos recuerda a un bulbo de tulipán, por el sabor, así de lejos, a una pera, así que lo hemos bautizado como el tulipera!



Nuestro siguiente destino tenía que ser Melinka, pero el Pic la Lune, con Sonia y Antonio estaba en camino y nos proponían una cenita en Tic Toc... y si hay que dejarse llevar, pues sea ¡a Tic Toc que nos fuimos!


continuará

domingo, 12 de abril de 2015

Slow Sailing o ir sin prisas. Estero Pailad

    Con esa previsión de 40 nudos de viento para la madrugada, dejamos Queilén para recorrer las 6/7 millas que nos separaban de Pailad.
    La guía de los italianos da tres posibles fondeos... y los probamos todos.
    El primero (42°52'45S 073°35'27) en un bracito que parecía el lugar más protegido de los nortes; una única piscifactoría a la entrada y una boya -como casi siempre- en el lugar exacto donde deberíamos dejar caer el ancla. Le dimos unas vueltitas y decidimos probar suerte frente a la iglesia.
    En el camino encontramos un velero chileno que levantaba el fondeo del punto dos del libro (42°51'84S 073°35'40W) y nos dijeron que se estaba genial, es un recodo y parecía dar buen abrigo; decidimos quedarnos. Ancla y dos líneas largas a tierra nos dejaron bien situados. Justo a nuestro estribor el fondo subía rápido pero con las líneas y el viento de proa no tenía que haber problemas... aunque los hubo.


Yo estaba en la más dulce de las siestas cuando Johan me llamó para decir que estaban entrando 25 nudos de costado y que eso nos empujaba a la zona de menos calado. Había que soltar los cabos, levantar ancla y cambiar.
    Buff, con mi arte de remar (nada académico pero la mar de efectivo) llegué en un plis plas, los cabos tenían unos lazos largos y el as de guía estaba accesible, en 20 minutos estaba todo recogido y nos íbamos al fondeo frente al pueblo (42°51 45S 073°35'99W), en un espacio amplio de 14m de fondo de barro echamos el ancla y allí nos quedamos.


    El viento por la noche sopló, pero no más de 24 nudos, nos contaron que unas millas más al sur si se dieron los 40 anunciados, buen fondeo Pailad.

El dibujo del bajo en el barómetro

    Como no tenemos ninguna prisa, el día siguiente estaba destinado a caminar por el pueblito y alrededores. Vimos la iglesia, la escuela rural -se oía el bullir de los niños- y tomamos la carretera hacia el fondo del estero.


    Unos 2 km más adelante vimos un camino de entrada a una finca que se anunciaba como Isla Bruja y que tenía un velero dibujado. Johan dijo que podíamos ir a ver si eran navegantes; alguna otra vez hemos transitado caminos privados y la gente siempre se ha mostrado amable... allá que nos fuimos.


    Nos encontramos frente a un precioso Lodge de 4 habitaciones, yacuzzi, terraza, con vistas al brazo de mar... una preciosidad allí escondida. Lo gestionan Francisco -chileno- y Marie -de Milwauky- y son la gente más amable y feliz que os podáis imaginar. Nos invitaron a un café, charlamos interminablemente, nos contaron cómo se conocieron, cómo llegaron a aquel rincón del mundo, nos recomendaron paseos que se podían hacer en el área.

    Ellos también tienen un velero y en sus instalaciones ofrecen servicios a navegantes (dos boyas de amarre,agua para los tanques, lavandería, paseos) para más info podeis visitar su página www.islabrujalodge.com
    Nos recomendaron un paseo por el río (como una hora en la auxiliar), necesariamente con marea alta para disfrutar avistando pájaros. ¿Teníamos tiempo? Mmmmm, sí, tiempo sí, somos de los que van despacio.


    Asi que el día siguiente no hubo cambio de fodeo sino paseo por el río. Esas pequeñas cosas que nos hacen felices. Con un bocata y la caña de pescar (que no dio fruto) y las cámaras de fotos nos fuimos a pasar el día. Estuvo genial, y si no ahí van unas fotos!



Los tradicionales cisnes de cuello negro... en este lugar los hay a docenas!

Montones de Martines pescadores 

No todo fueron pájaros



Nos sorprendió ver un flamenco despistado!







Al día siguiente teníamos buen viento para ir “gratis” al siguiente fondeo, así que le dijimos adiós a Pailad y pusimos rumbo a Huidad.


  • ¿por qué de norte a sur si la mayoría lo hacen a la inversa? Porque leyendo mucha información parece que los vientos predominantes en la zona son nortes por lo que de este modo podemos hacer (según las estadísticas) un 80% del trayecto a vela... con tiempo suficiente para esperar los días de viento favorable es más fácil que el pronóstico se cumpla.
Otro atractivo para nosotros es que empezando en el norte la naturaleza va a ser cada vez más y más espectacular y no al contrario. Muchos de los veleros que llegan desde el sur, apenas dedican tiempo a la zona al norte del Golfo de Penas y pasan de puntillas al norte del golfo de Corcovado. Nosotros -que llevamos 20 días alrededor de Chiloé- estamos disfrutando de cada rincón con los ojos frescos y despiertos y nos está pareciendo una zona digna de ser paseada sin prisas.

¿por qué entonces -os preguntaréis- lo más popular es sur/norte? Supongo que hay dos razones básicas; la primera que la mayoría de veleros son europeos y mirando la carta, parece que llegar por el sur es el camino más corto; la segunda es que si vas de norte a sur ¿cuál es el siguiente destino? La mayoría de veleros con los que hemos coincidido han remontado los canales y su próximo destino es Polinesia. Estando en el sur no te queda más que volver a Pto Montt para seguir el Pacífico (y por lo tanto en nuestro caso sería hacer norte/sur para después hacer sur/norte ¿pelín absurdo?... conocemos varios veleros que lo han hecho), o remontar sudamérica por la vertiente atlántica y volver al Caribe (si el destino es Pacífico, volver a cruzar Panamá, etc etc) o ir a Sudáfrica...
¿cuál es nuestro plan? Buena pregunta, pero tendréis que formularla dentro de unos meses porque hoy por hoy no tiene respuesta

    ¿por qué en invierno? Pues para empezar porque llegamos a Chile a principios de verano y con el tiempo que necesitábamos para poner el velero a punto y descansar de la travesía y hacer del viaje un paseo y no una carrera, así que si queríamos navegar en verano teníamos que esperar un año. Además nos parece buena idea estar en el sur a mediados de primavera y disfrutar del veranito ya abajito. Así que el otoño y el invierno serán nuestros meses de navegación. Además echando mano de las estadísticas, en invierno, a pesar de haber menos horas de luz (el día más corto rondará las 7h), el viento acostumbra a ser más estable, menos fuerte y nos parece que la nieve es más soportable que la lluvia. Vamos a ver qué tal.

¿por qué seis meses en los canales si lo habitual son dos o tres?
Llegar hasta aquí ha sido largo, que el “premio” fueran dos meses de navegación en uno de los escenarios más bellos del mundo no nos parecía suficiente. Queremos disfrutarlo sin prisas.

Conocimos a una familia francesa que navegó por 7 meses remontando los canales; su filosofía: navegar solo con buen tiempo; si estando fondeados se presentaba un mal día, esperaban a tener de nuevo sol para salir a conocer y pasear, si después llovía de nuevo, esperaban a tener sol para volver a navegar. Así cada fondeo podía suponer una parada de dos días o de una semana o más, pero siempre navegaron con condiciones favorables y siempre disfrutaron de los fondeos; nosotros intentaremos seguir su ejemplo.

En cualquier caso una premisa está clara: si nos cansamos del camino y queremos llegar antes... pues ¡aceleramos y ya está!


Y como siempre ya sabéis que nos encantará compartir una etapa del viaje con quien se anime a venir. Hoy hacemos un llamado especial a los “slow sailors” y ofrecemos una navegación de un mes/mes y medio partiendo de Aysén incluyendo el cruce del Golfo de Penas (costo 60 euros-persona-día si es un único tripulante; 50 euros-persona y día si son dos). Único requisito: no andar con prisas!


  • Y además,  en julio ofrecemos un paseo de invierno ( primera o segunda quincena; una o dos semanas) en los glaciares embarcando en Puerto Natales, para aventureros aguerridos. Desde noviembre hasta marzo, paseos por el sur del mundo incluyendo Ushuaia / Puerto Williams / Ventisqueros y Cabo de Hornos. Para más info (fechas y precios) escribidnos un mail sailingalea@yahoo.es