viernes, 27 de junio de 2014

Working time


Cansados pero felices, aquí nos tenéis de nuevo!

El mes de junio no hemos tenido demasiadas visitas a bordo... el mes empezó con un viaje de Johan a Holanda donde toda la familia se reunía para celebrar el 60 aniversario de matrimonio de sus padres!
Wow, 60 años !!!! yo me quedé en casita (o sea, en el Alea) porque la última experiencia dejando solo el barco en el fondeo no fue muy agradable (dos barcos garrearon y se empotraron contra nosotros... uno de esos momentos en que agradeces que el Alea sea de acero).

Como estar de brazos cruzados no es lo nuestro, yo dediqué esos días a las labores pendientes (que siempre hay y siempre son muchas) y como lo que mejor se me da es el papel de lija y los pinceles ¡pues a lijar y a pintar!

Después de casi 6 años de aventura el barniz lo habíamos repasado alguna vez, pero la pintura de las paredes ya lo estaba pidiendo a gritos; mi meta era tener listos el salón y el camarote de las literas para cuando Johan regresara.






El trabajo es más vistoso de lo que en realidad supone en horas empleadas; dos días de lijar fueron duros (bastante duros) pero después llegó el pintar y como hay que esperar que seque la pintura, pues dos horas de trabajo y 10 de espera...



Me ha dado tiempo de leer (recomendable, El Secreto de Donna Tartt, creo que a Johan le ha impresionado más el segundo de la misma autora El jilguero) y de pasar ratitos con el vecindario (gracias a Cris y a Jordi, a Peyo y a Carlos por cuidarme tanto, no me he sentido sola ni un momento)

Y el resultado, bueno, el resultado no ha estado nada mal







Ya de nuevo los dos a bordo (qué bonitos son los reencuentros) nos hemos puesto manos a la obra con los muchos trabajos que tenemos previstos antes de abordar nuestra travesía hacia la Patagonia; últimamente nos hemos dedicado con tesón a comprar cosas y más cosas... ahora toca instalarlas!

Para empezar los cabos de amarre de popa. En Patagonia es habitual buscar un buen refugio, echar el ancla (o las anclas según sea el fondeo) y amarrar a tierra, a veces con dos cabos, a veces con cuatro; a veces sólo cabos sin ancla... Un par de fotos que sirvan como ejemplo





Es recomendable que el amarre en cuestión sea flotante, nosotros hemos comprado un cabo de polietileno reforzado con dynema que aguanta 5000 kg. Les hemos comprado los dos rollos (nos faltan dos más para proa) a la familia que viaja en el Boreal -un precioso barco de aluminio- a los que encontramos aquí en San Blas. Ellos salieron hace casi tres años de Francia con sus cuatro hijos (en aquel momento el mayor de 9 la menor de 2) y con ellos cruzaron el océano hasta Brasil, bajaron hasta Hornos, doblaron el cabo, pasaron 7 meses en los canales chilenos y aparecieron por aquí. Ahora que su aventura patagónica ha terminado, sus cabos nos acompañaran de nuevo hacia el sur



Johan decidió ponerlos en el balcón de popa así que con nuestro flamante generador (¿cómo hemos vivido sin él hasta ahora) ha podido usar todas las herramientas y ha construido un par de soportes -yo, a lo mío, me he encargado de las manitas de pintura)






Para protegerlos del sol, Johan ha hecho unas fundas la mar de majas





Hemos pintado la cubierta para volver a poner antideslizante que los últimos episodios de pesca se estaban convirtiendo en un deporte de alto riesgo



Siguiente proyecto; queremos poner un antirrociones fijo (con chapa marina, recubierto de poliéster y fibra de vidrio); parece -porque aun estamos en ello- que será una estructura con cinco ventanas y para dos de ellas hemos comprado escotillas que nos permitan ventilar cuando no estemos en rincones fríos

De momento estamos trabajando con los moldes





Y por último -de momento- estamos haciendo (bueno, Johan lo hace y yo le voy preparando cafés y zumos) un nuevo bimini, éste con paredes laterales y posterior que se puedan recoger pero que en los fondeos chilenos nos permitan hacernos una pequeña "casita-invernadero" en la cubierta para tomar un té bien caliente mientras disfrutamos de la vista de los glaciares...





Y os lo creáis o no nos ha quedado tiempo para disfrutar de las puestas de sol.


Afortunadamente -para nosotros- un buen día recibimos un mail de Úrsula y Edu diciendo que querían venir a pasar unos días con nosotros en San Blas ¡bravo! salvados por la campana. Recogimos los trastos y navegamos de nuevo hasta nuestro pequeño paraíso, donde volvemos a flotar plácidamente



¡que bien volver a estar en casa!