domingo, 16 de agosto de 2009

Trizonia... ¿nos quedamos para siempre?



Después de la ventolera y del susto de Lepanto, ver aparecer el perfil de Trizonia fue realmente un gustazo.

Nos habían comentado que había una marina en la que podríamos estar gratis y allí que nos fuimos.

Grecia está llena de este tipo de marinas. Dicen -no sabemos si malas lenguas o gentes bien informadas- que aquí ha sido práctica habitual aceptar el dinero con que la UE financiaba la construcción de marinas, con el fin de promocionar el turismo, y una vez construidas, y el dinero utilizado, no tener a nadie que quisiera hacerse cargo de la explotación de las mismas -cosa perfectamente entendible puesto que casi en todos los lugares puedes amarrarte al muro de la ciudad gratis o por un precio muy simbólico- por lo que las flamantes marinas pasan a ser ocupadas por pescadores de la zona o veleros que aun sin poder disfrutar de los servicios habituales (luz, agua, duchas) pueden pasar la noche de forma segura sin gastarse un euro.

En Trizonia hemos encontrado barcos que están amarrados de forma permanente.

A nuestra llegada, la marina estaba completa y fondeamos en la bahía, pero por la mañana vimos un hueco y decicimos amarrarnos para dar un paseito por la isla.
Queremos quedarnos apenas unas horas, a lo más un día, porque tenemos a nuestra primera turista-pasajera-amiga a punto de llegar a las proximidades de Atenas y nos gustaría ver Galaxidi y no queremos perdernos las ruinas de Delfos, tenemos que cruzar el canal de Corintio... uff! que empezamos a estresarnos




Pero definitivamente, si algo hemos aprendido en estos meses de navegación es que vivir -vivir bien- es dejar las prisas a un lado, disfrutar de lo que tienes en el momento y no querer abarcarlo todo.

El mundo es grande y si bien sabemos que Delfos, su oráculo, las ruinas, son algo espectacular... no nos apena pensar que queda atrás sin ser visitado, en la lista de cosas pendientes que tal vez, algún día..., y decidimos quedarnos a disfrutar de la isla.

Trizonia no tiene museos ni ruimas.

Apenas hay un supermercado (mini, muy mini) con precios prohibitivos (6 huevos=2,4€)

Un montón de restaurantes con terracitas donde sentarse a leer o simplemente a mirar
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Un par de playas tranquilas donde se bañan los pocos habitantes de la isla.

Y todo eso nos parece suficiente para quedarnos dos días y disfrutar del ritmo lento de las horas

Aquí os dejo unas fotos para compartir eso que es tan difícil describir con palabras

























y unas cuantas para mi colección de observadora de nubes




miércoles, 12 de agosto de 2009

El puente, Lepanto y salir por piernas... digo, por velas

para empezar mil perdones por el retraso en la publicación de los post, pero desde que el Alea está lleno hasta las sentinas de los amigos que nos visitan en verano el tiempo se nos escapa de las manos y es difícil encontrar un momento de serenidad para escribir en condiciones; hoy sí hemos encontrado el ratito y aquí estamos!
Dejamos Messolonghi a buena hora por la mañana -por algún milagro hemos madrugado!- y ponemos rumbo a Navpaktos (nombre un tanto impronunciable que después descubrimos que es Lepanto donde Cervantes quedó el pobre algo tocado de la mano) aunque el destino se encargaría de llevarnos a dormir a Trizonia
El mar como un plato nos permite disfrutar del paisaje; nos cruzamos a apenas unos metros con un pesquero tradicional que nos hace volver a pensar en esa otra cara del mar formada por las gentes que trabajan sin descanso para llevarse a casa unas capturas cada vez más escasas... nuestros respetos para ellos (eso sí, seguimos sin entender cómo echan las redes y al avistarlos siempre lo hacemos con un poquito de susto por si acabamos enredados en sus artes).
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En el camino tenemos que pasar por un famoso puente que une las ciudades de Rion y Andirríon; os iba a contar que es el puente más "no-sé-qué" de Europa pero Johan dice que no sea así y que me moleste en buscar en la wikipedia y daros la información correcta, pues bien, hay va lo que he entendido del susodicho puente



Junto al viaducto de Millau en Francia es uno de los puentes más largos suspendidos por cables: el francés tiene algunos metros más, en cambio el griego es el más largo suspendido ya que la cubierta no se apoya en los pilones... en fin y resumiendo (que la info que encuentro está en inglés y no se me da bien la traducción): una impresionante obra de la ingeniería que da gusto ver desde abajo!




Nos habían avisado de que el viento acostumbra a ser fuerte en la zona y es cierto!. Al aproximarse al puente hay que llamar por el canal 14 de VHF para solicitar permiso de paso. Así lo hacemos y nos indican que tenemos que pasar entre el tercer y cuarto pilón de nuestro estribor; tenemos que informar de la altura de nuestro palo (21m) nos dicen que el punto más bajo de la sección por la que vamos a pasar mide 24 -nosotros pasamos justo en el centro o sea que fácilmente mide más de 30- pero según nos aproximamos la perspectiva hace que parece que nos vamos a chocar, nos vamos a dejar el palo en el puente, nos vamos a... pasamos sin problemas, of course.



Al hacer el trayecto oeste-este tienes que pasar en la zona sur del puente, lo que es un poco rollo porque vamos a un puerto que está en el norte; parece que no todo el mundo tiene nuestro sentido de las normas porque un velerito francés ni llama por radio ni respeta los carriles: algo antes de llegar al puente va de sur a norte y casi se lo come un ferry!!! hay campeones en todos sitios



Poco a poco el puente se queda atrás y el Alea avanza a buen ritmo con toda la vela abierta. Lepanto nos espera.




Nos han dicho que es un puerto precioso y difícil: todo era cierto. La entrada es por un pequeño hueco en una muralla que envuelve la ciudad y en el pequeño puerto apenas caben cuatro veleros. Hay dos puntos (frente a la bocana y justo a babor de la entrada) en los que la guía indica 3 metros de calado. Los de frente están ocupados pero los de babor libres (quizá eso nos tenía que haber mosqueado??) así que felices iniciamos la maniobra y nos amarramos al muelle.

Rápidamente bajo a comprar algo de pan y preparo la comida; queremos pasar la tarde recorriendo todos los rincones de esta ciudad que se ve -desde cualquier ángulo y la mires como la mires- como un lugar precioso!








Pero al primer mordisco oímos un ruido que no sabemos identificar -nos hemos convertido en unos oídos muy pero que muy finos- y que nos deja algo preocupados así que Johan se tira al agua para ver el fondo y comprobar que todo va bien... y NO!!!!!!!!
A pesar de que el profundímetro nos marca los 3 m que promete la guía la quilla del Alea descansa en una montaña de grava!!! todo apunta a que para evitar que los veleros amarren en el puerto algún simpático ha tirado un par de cargas de camión de grava y el fondo -justo en ese punto- no supera el 1'8m.
Hay que salir pitando y a mitad de comida recogemos el ancla (nos llevamos de regalo la de un pescador, también es algo que avisa el derrotero, bastante inevitable ya que el puerto es un pequeño círculo) y nos despedimos con penita porque no es posible fondear a causa del viento y Lepanto queda en la lista de visitas pendientes.
Rumbo a Trizonia


El viento sigue soplando con ganas así que hoy el motor descansa; avistamos la isla de Trizonia y nos fondeamos en la bahía. Hoy no bajamos a tierra. Mañana será otro día y hoy nos conformamos con mirar desde la cubierta tras habernos asegurado que bajo la quilla tenemos agua de sobra!







sábado, 1 de agosto de 2009

Messolonghi

Nos despedimos del Jónico para empezar el camino hasta el Egeo.
Como queremos navegar con la gente que nos vendrá a visitar en los alrededores de Atenas, nos parece que la mejor opción es llegar a través del canal de Corintio: en estas fechas empieza a soplar con fuerza el Meltemi -vientos fuertes del norte- que nos harían difícil el ascenso si optáramos por ir rodeando el Peloponeso. Nos han dicho que nos perdemos una zona preciosa... pero siempre podremos hacerla a la vuelta, algún día!
Nos adentramos en el golfo de Patrás sin saber qué nos encontraremos y nos encontramos con unos lugares maravillosos, poco frecuentados por los navegantes, donde no te encuentras ni un barco de chárter. Supongo que a todos nos atrae más conocer lo que es más famoso, pero a veces dejarse llevar y perderse en lo menos conocido te regala unas sorpresas estupendas.
El trayecto desde Poros hasta Messolonghi, la primera parada, no es muy largo pero el viento no nos acompaña y podemos decir aquello de que el mar está como un plato






Nos cruzamos muy pero que muy cerquita con un pesquero. Nos parecen gente digna del mayor de los respetos: trabajando duro para conseguir una captura que apenas le dará para llegar al día siguiente (cada vez hay menos pesca, nos cuentan) pero siempre que nos cruzamos con ellos lo hacemos con el corazón encogido porque aún no hemos sido capaces de descifrar hacia dónde llevan echadas las redes y para nosotros son un elemento de peligro!



También tenemos tiempo de ir refrescando los conocimientos teóricos
¿qué indica esta señal?


Y llegamos al canal que da entrada a la marina de Messolonghi. Es un canal dragado en una zona de muy escasa profundidad ¡hay que apuntar bien! (mejor llegar de día porque las luces de las señales no funcionan todas) a sólo unos metros de la señal la gente se está bañando con el agua por las rodillas...


En toda la orilla del canal hay casas de construcción sencilla con un pequeño embarcadero, su tumbona, su sombrilla. Se respira paz por todos los rincones



Llegamos a la marina que está en plena fase de obras (llevan un par de años de retraso y pretenden dar servicio de estancia en seco a los barcos este mismo invierno) y puesto que aún no disponen de servicios (puede usarse el agua que tienen para la obra pero no hay electricidad, bares, wc, duchas...) todavía es gratuita.

Nos comentan los precios de invierno y son interesantes... pero nosotros queremos seguir más adelante.

Para llegar al pueblo es recomendable coger las bicis y nos vamos a conocerlo y hacer las compras.

Yo con la bici todavía me manejo regualar pero cada día llevo mejor lo de mantener la verticalidad sobre las dos ruedas... pero... estando en un cruce quise demostrar mis avances y mi profesionalidad y señalicé extendiendo el brazo que iba a girar a la izquierda... y patapún

Me pegué un porrazo -pequeño- y me levanté como con un resorte (aquello de la vergüenza) sin mirar los daños hasta que llegamos al super: arañazo en la rodilla y en el tobillo, un besito de Johan y una tirita y todo arreglado

Un bonito retorno a la infancia. Cada día se me ve más joven!!!!

En la marina hemos coincidido con viejos conocidos, esta vez todos franceses -de un modo u otro nos vamos agrupando por nacionalidades- y después de llenar la despensa, comer un cordero a la plancha impresionantemente bueno y consultar la meteo, soltamos de nuevo amarras: nos vamos a Lepanto!!