jueves, 27 de agosto de 2015

Empiezan los ventisqueros. Garibaldi

Salir de Emilita tuvo su dificultad. A las 9h estábamos desayunados y listos para iniciar la maniobra -teníamos 4 cabos a tierra- pero aunque la tarde de antes yo había estado un par de horas quitando nieve de la cubierta, durante la noche había vuelto a caer con ganas y teníamos más de 30 centímetros. Imposible ordenar los cabos, pensar en usar las velas, si antes no volvíamos a quitar palas y palas de nieve.



Con la cubierta algo más despejada nos pusimos a los cabos. Deshacer los nudos no fue mal -son unos cabos con los que da gusto trabajar- pero se me congelaron las manos en el proceso... además los propios cabos estaban completamente congelados, fundidos con los árboles que tan bien nos habían sujetado. La parte buena es que ya sin nudos estábamos tan “atados” como con ellos y pudimos subir a bordo la auxiliar en el mismo fondeo. Después, simplemente usando el motor del velero, adelantamos mientras recogíamos la cadena y los cabos dejaron tierra para volver a su lugar, a bordo.


Entre esto y aquello, eran más de las once cuando el último cabo quedaba bien adujadito en su lugar e iniciábamos la etapa de los ventisqueros!


Por fin, después de un largo camino, de una larga espera... estábamos en el brazo noreste.
La meteo que nos había dado Miguel para los próximos días era inmejorable: después de ser barridos por una depresión tras otra, de haber soportado viento y más viento, teníamos ante nosotros -como al salir de Natales- una previsión de al menos una semana, probablemente diez días de vientos suaves o nulos. Pero -todo tiene un pero- se iba el viento y llegaba el frío. Los partes de meteo de las tardes cambiaron su centro de interés; el tema del viento lo solventábamos en un plisplas -vientos de tal dirección de 4-5 nudos para todo el día- y las temperaturas centraban nuestra atención. El poquito viento iba a venir del sur, directo de la Antártica: seco... y frío!.

Para la semana siguiente a nuestro zarpe de Emilita la previsión empezaba en días de -2° bajando (dos graditos al día más o menos) hasta llegar a un par de noches con -11°, eso sí, según bajaban los grados bajaba la nubosidad y si la cosa no cambiaba nos esperaban al menos tres días de cielos azules y sol radiante.


Así las cosas, sacamos de los armarios la ropa más abrigadita, por primera vez decidimos no apagar la estufa por las noches y nos dispusimos a disfrutar de una nueva etapa del viaje.



El primero que nos encontrábamos en el camino se llama -sin más- Seno Ventisquero. Tiene un buen fondeo al pie del glaciar pero para llegar ahí hay que pasar por un par de angosturas y con las temperaturas que teníamos previstas nos daba un poco de miedo quedarnos congelados por ahí dentro, así que decidimos seguir hasta el Seno Garibaldi que tiene fama de ser uno de los más bonitos de la zona. El día estaba medio nublado a ratos pero sin nieve ni lluvia; tocaba ir a motor pero muy tranquilos. Las cartas -desde que cruzamos Cockburn- están muy desplazadas así que toca ir con el radar todo el tiempo y controlando mucho, especialmente ya dentro de los ventisqueros. En el Garibaldi -como en casi todos- hay una barra en la entrada, de poco calado, con un paso que señalan todas las guía y que no es difícil de localizar. Ya dentro fuímos haciendo norte envueltos de unas paredes verticales impresionantes, unos paisaje de esos que hacen que te quedes encogido y pequeñito.



Desde cualquier rincón teníamos preciosas vistas del glaciar




Hay tres fondeos: uno justo tras la barra, muy cerca del canal principal, otro, a dos millas del pie del glaciar con ancla y popa atada a la isla Pirincho que según la literatura te evita los hielos que bajan del glaciar y un tercero que da la guía de los italianos en una entradita a penas unos metros al sur de la isla.




Sólo al llegar a la altura de Pirincho empezamos a encontrar hielo en el agua, pero no nos gustó mucho la idea de quedarnos en ese fondeo porque la posibilidad de quedar “atrapados” estaba ahí, y el viento -aunque flojo- giraba al sur; en esas condiciones estaríamos fatal. La alternativa que daban los italianos no parecía muy viable, tal vez en verano, pero era un espacio mínimo y con la nieve no se veía ni un arbolito al que hacer firmes los cabos. Tal vez teníamos que volver a Emilita... mientras valorábamos la situación Johan vió una esquinita que no parecía del todo mal; fuimos muy lentos a comprobar el calado de la zona y vimos que teníamos el espacio justo para encajar al Alea, orientado norte/sur, atado a tres árboles. Era fácil salir a la manaña siguiente y si congelara y tuviéramos que quedarnos un rato, estaríamos protegidos para los vientos predominantes (54°44'4S 069°58'9W).


La tarde estaba maravillosa, Johan me dijo que mejor hiciera alguna foto porque tal vez a la mañana siguiente el paisaje fuera más gris... acertó!




El plan era navegar las 2 millas que nos separaban del pie del glaciar, disfrutar de las vistas y bajar de nuevo para poner rumbo a Seno Pía; sin embargo, lo que el día anterior eran unos témpanos a la deriva esa mañana era hielo casi cerrado.



A penas navegamos media milla hacia el norte antes de dejar que la sensatez se impusiera y viramos al sur. La navegación fue lenta y laboriosa (Johan está hecho ya un experto) y los hielos nos acompañaron hasta el canal principal.




 Íbamos a probar suerte en Pía.

(estamos deseando poner fotos porque es difícil explicar -a ratos- lo bonito que es esto)
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At 27/08/2015 13:29 (utc) our position was 54°55.78'S 068°29.48'W

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