Salimos
del estero donde se encuentra Suárez con buen tiempo, cruzando los
dedos para que la meteo que teniamos correpondiera con el mar que nos
encontraríamos, cruzándo los dedos -hasta de los pies- para que el
arreglo en la cadena del piloto automático funcionara.
Y lo
de cruzar los dedos funcionó.
Estuvimos
los dos casi toda la noche arriba -no hicimos “guardias”- yo
bajaba a descansar cada hora un ratito, Johan apenas dejó de vigilar
que todo estaba bien: hablamos con el faro Rapper, navegamos con
vela-motor (somos de los que preferimos lento y a vela, pero a
veces... llegar lo antes posible es una prioridad incuestionable).
Muy de madrugada hablamos con el faro San Pedro ya del otro lado ¡lo
habíamos conseguido!
Nuestro
destino era caleta ideal pero estábamos llegando en plena oscuridad
y estábamos bien de ánimos así que decidimos seguir y parar en la
primera buena caleta que nos pillara con luz de día.
En la
radio oímos a otro velero intentando comunicar con el faro San
Pedro, los llamamos, eran un barco belga que iba de sur a norte. La
meteo que nosotros teniamos era muy desfavorable (habíamos
aprovechado una ventanita pequeña) y así se lo dijimos. Hablaron
finalmente con el faro que les dio el mismo pronóstico que teníamos
nosotros, viento subiendo a 30 nudos del norte con rachas de 50.
Dieron las gracias y dijeron que preveían estar en Rapper a las 8 de
la mañana ¡¡¿¿??!! ¿navegar hacia el norte con rachas de 50
nudos del norte? ¿su español habría sido suficiente para entender
la meteo? Nos contaron que llevaban 3 semanas esperando y ya estaban
cansados. Nos quedamos preocupados y no hemos vuelto a oir de ellos
(cosa en principio positiva) y esperamos que todo fuera bien... la
paciencia es una de las artes más complejas!
Llegamos
alrededor de la 9'30h a la caleta Puerto Island (48°03' 074°35'3W);
un espacio muy amplio pero con una entrada protegida por islas, con
una majestuosa cascada al fondo y una cascadita donde echamos las
líneas de popa. El fondo no es maravilloso (el ancla no cogía en el
lugar en que queríamos) así que Johan fue hasta el lecho que bajaba
de la cascada (que debía ser de grava y barro) y alli dejamos caer
la Rocna, usando 75 m de cadena llegamos a situar la popa donde
queríamos, remé y até los cabos sin problemas (estoy mejorando) y
ahí pasamos un día tranquilo
La
mañana siguiente fue nublada pero sin lluvia y decidimos bajar tanto
como las escasas horas de luz nos permitieran. Nuestro objetivo en
esta área era el glaciar Iceberg y la meteo era buena para dos o
tres días más tarde y queríamos estar cerca para asegurarnos la
visita. Fue una navegación tranquila pero espectacular. Yo fui
llevando la rueda a ratos (tengo que practicar) y no quería bajar
para nada porque el paisaje me tenía hipnotizada. Es cierto: hay
mucha nubosidad, es fresquito (todavía no es crudo invierno) pero es
taaaan bonito!
Llegamos
a Caleta Yvonne (48°39'8S 074°19'03W) con buena luz para la
maniobra del fondeo. Es un lugar recogido, tanto que yo no veía la
entrada (angosta, angosta), una vez dentro el espacio aun se divide
en dos. Bajamos la auxiliar en la poza más amplia y nos metimos en
la chiquita: ancla y dos cabos a tierra (maniobra limpia y rápida,
empezamos a ser expertos) y allí pasamos dos días estupendos. Las
caletas en las que estamos fondeando son tan protegidas, tan
remetidas entre las montañas, que nunca tenemos sensación de
fuertes vientos (aunque sabemos que los hay) y a cambio nos
dificultan la comunicación por radio (tanto con Miguel de Argentina
que nos da la meteo en las tardes, como con Wolfgang que lleva una
net patagónica en las mañanas, por suerte o milagro, con los del
Galactic siempre ha ido bien y nuestros ángeles de la guardia nos
han tenido siempre informados de la meteo).
Pero bueno, a lo que íbamos, porque el gran día por fin llegó. Puede -seguro- que veamos glaciares más grandes, más espectaculares, dudo que más bonitos, pero ninguno, ninguno será mi primer glaciar. Estoy enamorada del glaciar Iceberg, lloré como una niña perdida en los azules del hielo, feliz de estar aquí, sabiendo que el esfuerzo por llegar había tenido su premio. Aun nos queda mucho que recorrer y yo siento que ya he llegado.
La
mañana se levantó tranquila y fría. Nos separaban del pie del
glaciar unas 17 millas que habría que hacer a motor. No hacía sol
pero no llovía y la luz era bonita.
Y al
pasar un recodo vimos el azul del glaciar; yo -que soy del género
miedoso- ya empezaba a ver témpanos de hielos, cabezas de glaciar,
peligros por todos lados. Johan tranquilo, seguro, feliz, me iba
llevando hacia destino
Los
témpanos y las cabecitas del hielo flotando llegaron pero nosotros
seguimos adelante (solo hay que saber llevar la rueda, tener la cabeza frìa... y
afortunadamente yo no era la encargada)
Por
fin habíamos llegado (48°43'15S 073°58'7W). Johan llevó al Alea a
escasa media milla de donde vimos desprenderse un pedazo de hielo;
estábamos maravillados, prendados, emocionados. ¿Cómo puede la
naturaleza hacer cosas así de bonitas? ¿cómo podemos ser tan
zafios y tan torpes como para estar destrozando tanta belleza? El
glaciar ha retrocedido varias millas en los últimos años; las rocas
que quedaban descubiertas con los desprendimientos hace milenios que
no veían la luz.
Os
dejamos unas fotos para compartir con todos un pedacito de maravilla
indescriptible con palabras, difícil de captar con una cámara...
Después
de flotar un buen rato frente al glaciar, decidimos regresar a Yvonne
a pasar la noche para enfrentar al día siguiente el primer paso para
cruzar la Angostura Inglesa (otro punto con cierta dificultad... esto
de los canales es la mar de entretenido), regresamos casi en
silencio. El fondeo, siendo el lugar conocido, fue increíblemente
rápido y bien. Nos fuimos a dormir con los ojos llenos de azul.
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