Aunque
durante toda la noche tuve la impresión de que témpanos de hielo
golpeaban el casco, en realidad todo fue fruto de mi imaginación.
Nos despertamos y el fondeo estaba despejado aunque en el canal se
veía hielo, parecía que podíamos navegar.
Nuestro
siguiente destino era caleta refugio, a apenas 18 millas.
El día
era nuevamente soleado
El
viento, de popa, algo flojucho, pero como no teníamos prisa y el día
invitaba a la relajación y el disfrute, fuimos haciendo el camino a
vela, despacito
El
fondeo está muy protegido a pesar de estar muy cerca del canal
principal.
Elegimos
el mejor rincón y echamos dos cabos a popa.
Por
primera vez estábamos en un lugar en el que se podía pasear por los
alrededores (no es nada fácil lo de caminar en estos lares) así que
aprovechamos la tarde y el buen día para pasear.
Las
vistas de las cumbres son siempre impresionantes, y es una suerte
tener la oportunidad de pararnos a ver la flora del lugar, disfrutar
viendo los patos, intentando adivinar qué pájaro era aquel que
volaba
También
teníamos unas buenas y nada alagüeñas vistas del canal que
teníamos que navegar al día siguiente, témpanos de hielo surcaban
las aguas allá donde miráramos...
Después de una noche sin novedades (vinito de la tarde, película de la noche) a la mañana siguiente partimos hacia Caleta Hugh. Para llegar al glaciar Amalia podíamos optar entre navegar el canal Pitt -más ámplio- o la angostura Guía -más estrecha y sujeta al régimen de las mareas-. Elegimos la angostura porque según las guías el canal Pitt puede llegar a estar lleno de témpanos. Y no nos cabía duda de que así podía ser porque los hielos nos iban acompañando todo el camino.
El día
era excepcional, íbamos a vela, corriente a favor, muy buena
velocidad y como siempre ¡paisaje únicos!
Sin
embargo, en el camino nos cruzamos con Sansón, un mercante chileno,
al que le pedimos info sobre los hielos en el canal y nos dijeron que
el Pitt estaba navegable, así que cambiamos de destino y pusimos
rumbo a Colibrí.
Llegamos
con mucho viento, lo que hizo más complicada la maniobra de bajar la
auxiliar al agua, pero tuvimos suerte y el viento se puso de proa y
tuve todo el tiempo del mundo para remar y elegir los dos mejores
árboles.
Al
llegar a un fondeo nuevo toda nuestra preocupación es ver cómo es
el fondo, si cogerá bien el ancla, si hay árboles adecuados (no es
tan sencillo encontrar un buen árbol, sano, gordito, a nivel del
agua para no tener que usar el machete para acceder al tronco) y
cuando todo está ok nos relajamos tanto que nos vamos a recoger
dentro y nos olvidamos de todo lo demás.
Por
eso, a veces, a la mañana siguiente, con la primera luz, descubrimos
con sorpresa que hemos fondeado en el sitio más increible
En
caleta Colibrí llevamos “castigados” una semana (es nuestra
nueva Mariuccia) porque llueve a mares -el precio de haber tenido
tanto sol-, nos ha nevado por primera vez y hay mucho viento. Pero
estamos muy protegidos (un puntito a los pies de una montaña, con
tres cabos a tierra)
tenemos
nuestra propia cascada, una isla que adorna nuestro jardín,
hasta
tenemos miles de mejillones a nuestra disposición (si no fuera por
lo de la marea roja estaríamos empachados, hay que ver cómo abundan
cuando no se “cosechan”)
y hay
un Martín Pescador que nos viene a ver cada día,... seguimos
leyendo, viendo pelis, estamos restaurando la mesa del salón.
Seguimos
adelantando hasta cuando estamos quietos.
1 comentario:
Estan por la isla Wellington?
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