jueves, 16 de julio de 2009

Amvrakikós y Vonitsa


Pues hacia ahí nos dirigimos: Amvrakikós, un mar interior, de aguas poco cristalinas porque recoge la que llega de los ríos pero limpia, con poco tráfico de velero porque los chárters no se sienten atraídos por este rincón del mundo!!
Nos habían comentado que aquí hay montones de delfines así que desde que dejamos atrás Preveza estamos con los ojos bien abiertos... pero sólo viene a saludar uno! buen detalle por su parte!


Buscamos un buen sitio para comer y aparece una islita minúscula: va a ser mi primera isla desierta!!! alrededor hay poco fondo y muchas rutas así que me imagino que estoy en un arrecife de coral en plena Polinesia y me pongo en proa a indicarle al capi que si hacia babor, que si hacia estribor.
La isla está habitada por un montón de aves que se muestran muy poco acogedoras (entre los graznidos y las cagadas... su mensaje queda claro) y el viento empieza a arreciar
Conclusión: dejamos la isla desierta para otro momento y nos vamos a una calita que tiene una playa acogedora y un chiringuito desde el que nos llega la música.
Somos el único velero fondeado y después de comer nos parece que nos hemos ganado un buen café: nos ponemos los trajes de baño, bolsita estanco para las llaves, las gafas y algo de dinero y a nadar hasta el bar!!!
A penas nos cuesta un cuarto de hora llegar pero me he cansado de lo lindo así que por primera vez en años olvido completamente lo que leí en no sé qué revista de que un cono de helado tiene las mismas calorías que un plato de paella... qué demonios... me he ganado un super helado de chocolate!!!
En el bar preguntamos si es buen lugar para pasar la noche con el ancla y nos recomiendan la calita vecina que es más protegida


Somos en total tres veleros; todo es tranquilidad, el sonido de los grillos y poco más

Nos quedamos dos días

Somos incorregibles... a este paso necesitaremos tres años para ver el Jónico

Levantamos por fin el fondeo y nos vamos hacia Vonitsa. Hay un puerto en buenas condiciones pero la guía señala que tiene poco calado y preferimos volver a fondear junto a un par de veleros. La vista desde el Alea es impresionante!



La ciudad es pequeña pero tiene comercios para comprar cualquier cosa de comida, bares agradables con vistas al mar, la posibildad de pasear por el castillo... en fin, que nos ponemos la gorra de turista y nos vamos a dar vueltas sin prisa y sin rumbo. Un placer



La visita al castillo (a los alrededores, el interior no se puede visitar) la dejamos para primerísima hora de la mañana. El calor ya ha hecho acto de presencia y aunque de noche todavía dormimos fresquitos, de día no apetece demasiado exponerse al sol... mejor unos chapuzones!





Y claro, como buenos enamorados de nuestra Alea, a la hora de elegir un bar en el que refrescarnos con una buena cerveza elegimos el que tiene las mejores vistas!



Podríamos seguir hasta el final del lago pero decidimos volver hacia Preveza para pasar unos días en Meganisi; nos han dicho los que ya han navegado por aquí que es el mejor plan así que nos dejamos aconsejar.
Ha sido un placer perderse por aquí unos días
Volvemos a la "civilización"








4 comentarios:

Eli dijo...

Que emocionante lo de los delfines. Y una foto preciosa con el alea al fondo....
Un beso
Araceli

Anónimo dijo...

es una auténtica pasada todo lo que explicáis. Disfrutad cada segundo... pero qué tontería de consejo... pero si es justo lo que estáis haciendo!

continuáis saliendo en La Ventana de la Ser? si es que sí intento escucharos la próxima vez.

Un abrazo. Os echamos de menos.

Jose

miserman dijo...

Bueno amigos los sigo desde la cerveza de millas,me he metido en los rincones de vuestro blog, indagando esto y aquello, viendo como hicieron para hacer andar el proyecto y la verdad que es muy estimulante.Sigo tomando nota de vuestra experiencia.Por lo pronto estoy pensado que voy a poner en los 6 papelitos donde escribo distintos proyectos. Quizas este sea el momento de pensar en algunos cambios . Estamos en contacto. Besos

Eli dijo...

Ummm, ese fuet, jajaja
Besos desde Cornella