¿No
os ha pasado nunca que tenéis mil cosas que hacer -y los medios para
hacerlas- y lo vais dejando pasar y de repente es tan tarde que
hacerlas ya no es tan fácil?, bueno, a mí me pasa todo el tiempo, y
aquí estoy con las últimas posibilidades de tener una comunicación
-mala pero ahí- de internet para contar mil cosas en el blog. Cosas
que podía haber escrito hace semanas, pero en fin, es lo que hay,
así que hoy toca
POUPOURRÍ
DE PENSAMIENTOS E INFORMACIÓN
- Lo que dejamos atrás 1°parte.
Cuando
llegamos a la marina habían varios veleros y caímos justo para la
fiestaza de fin de año así que fue fácil establecer contactos,
conocer caras nuevas, saber de dónde era cada quién, de dónde
venían a dónde iban...
Al
día siguiente pensamos ilusionados que habría algún tipo de
encuentro vespertino en el “social house” algo así como las
“happy hour” del Caribe; pero no había nada. Lo comentamos con
la gente del Tara y la conclusión fue sencilla: si no hay bar ni
happy hour... pues no lo inventamos. Fuimos por todos los veleros
proponiendo un encuentro informal a las 17'30, cada cual con su
bebida, tal vez algo que picar y ¡premio! Durante semanas hemos
disfrutado (mucho) de un buen rato de charla después del día de
trabajo. Hemos podido compartir información útil, historias de
vida, proyectos y sueños. Gracias a todos por hacer el viaje más
vivo, más pleno (a Tara, MeerBaer, Petit Prince, Lojan, Walkabout,
Krestel, Bomika, Trobadeur, Illawong, Anna Carolina, y otros cuantos
que se me quedan en el tintero)
Con
la cosa del happy hour nos hemos ido animando y hemos organizado
también alguna que otra barcoa, la última cuando todos los que
partían hacia Polinesia (la mayoría) estaban prestos a zarpar. La
especialidad culinaria del Alea esta temporada ha sido el alioli
(contra a todos mis principios hemos empezado a hacerlo a máquina si
es para un grupo grande... sale rico!) Total que en la barbacoa
llevamos un buen perolo para acompañar a la carne asada y ni
siquiera alcanzó para cuando las brasas estuvieron a punto; Frank me
preguntó como se hacía lo invité a que viniera a bordo al día
siguiente y así hacíamos una prueba. No me preguntéis cómo pero
de repente iba de boca en boca que a las 12h en el Alea había taller
de alioli... ¡la virgen! Al día siguiente éramos como 8 personas,
cada cual con su huevo, su aceite, los ajitos y el minipimer. Risas y
pan con salsa.
Esto es vida (¿entendéis por qué nos ha costado
tanto dejar la marina?)
- Lo que dejamos atrás 2°parte.
Pero aunque la marina Reloncaví nos
ha acogido y nos ha regalado amigos, no todo es la gente de mar.
Amigos que haces a través de amigos y que te tratan como si fueras
el mejor de los amigos, te acogen, te descubren, te pasean...
Verónica y su familia han sido un regalo que por si solo habría
valido las 5500 millas navegadas para llegar aquí. Además de estar
siempre alerta y atentos a cualquier necesidad, nos regalaron un fin
de semana precioso y con ellos descubrimos el volcán Osorno, los
saltos de Petrohué, el lago Llancahué; pero sobre todo descubrimos
la generosidad y la hospitalidad de los chilenos
O llega un día en que llaman al
casco y aparece una maravillosa pareja de argentinos que puestos a
elegir destinos de vacaciones, han elegido Chile y así de paso nos
conocían... guau, a veces la vida te manda regalos que no sabes si
te han caído del cielo o de donde, pero que te hacen sentir que
estás por las nubes!
Algo después otra familia se coló
en nuestras vidas y Miguel, Gabriela, Nacho y Cami son ya de esos
amigos para siempre, siempre prestos a prestar un coche, regalar una
dirección, indicar un qué y un cómo en una ciudad que desconoces,
pero también compañeros de navegadita, gente con quien compartir
una rica tarta o simplemente con quien ver la vía láctea dibujada
en la oscura noche de un fondeo.
Porque si navegar en nuevos lugares
es siempre un reto, conocer a nueva gente siempre es un regalo.
(¿entendéis por qué nos ha costado tanto dejar Puerto Montt?)
- Lo que dejamos atrás 3°parte.Y todo esto nos pasaba mientras estábamos en Puerto Montt... que tiene sus encantos la ciudad.Desde la marina es muy fácil llegar al centro (está a unos 7 km) puesto que hay buses (línea Chinquiue, los de color naranja y blanco) que pasan cada 5/10 minutos y tienen un costo de 450 pesos (unos 70 céntimos de euro).Ya en el centro hay un buen paseo por la costanera viendo el mar que llega a los pies de la ciudad, una calle de tienditas, algún bar, un centro comercial lleno de tiendas, un montón de supermercados. ¡Nosotros hemos encontrado hasta un buen dentista!Pero el mayor atractivo turístico es el centro de artesanías y el mercado de Angelmó. Una calle llenita de pequeños puestos en que imperan las prendas de lana bien abrigada pero donde también encuentras ristras de mejillones (choritos según denominación local) ahumados.Un mercado con pescado y marisco frescos, ahumados, filetedos, enteritos, ya listos en forma de ceviche. Una fiesta para los sentidos.(Empezábamos a pensar que nos instalábamos definitivamente en Puerto Montt hasta la temporada siguiente!)
- El trabajo que nunca se acabaPero no todo ha sido relajo (bueno, casi, pero no). Tras la travesía hemos hecho unas cuantas mejoras (hemos instalado la nueva calefacción Dikinson por goteo de diesel, hemos aislado las escotillas del salón y más cositas), reparaciones (hemos cambiado las mangueras del wc para no tener sustos por el camino por ejemplo, hemos repasado a fondo del motor fuera borda y un largo etcétera), tareas de mantenimiento (filtros, aceites y demás) y una larga lista que aburriría a cualquiera. Pero lo que de verdad nos ha frenado ha sido la avería en el pactor (el modem que nos permite enviar mails con la radio de onda corta y recibir la meteo) sin el que de ningún modo estábamos dispuestos a salir. Imposible repararlo e imposible conseguir uno nuevo de segunda mano a precio y en tiempo razonables, finalmente optamos por enviarlo a Alemania desde donde apenas hace unos 10 días regresó reparado y en plena forma.
- Renovación del visado de permanencia en el país
Y con esto y aquello y teniendo en
cuenta que nuestro visado de permanencia en Chile (tres meses) empezó
a correr al ingresar en Pascua allá por el 1 de diciembre, pues se
nos caducaba. En esta situación hay dos posibles soluciones
- Renovarlo en capitanía (solo puede hacerse una vez, después necesariamente hay que salir del país) por un costo de 100 dólares por persona.
- Salir del país y regresar. Lo más fácil desde Puerto Montt, una excursión a Argentina (lo más cercano -y bien bonito- La Angostura, lo más popular Bariloche) el precio del finde sale por menos de los 200 dólares... así que nos fuimos de excursión! (empezaba a parecer que dejar Puerto Montt era imposible)
Escribimos esta crónica ya en rumbo, desde un lindo fondeo en Chiloé, pronto regresarán los relatos de travesía, a través del pactor, sin fotos... pero todavía alcanzamos a explicar la preparación de la travesía en la segunda parte de este post. Será pronto (que el internet se nos acaba) en menos de una semana!!! o sea
CONTINUARÁ...
1 comentario:
Gracias x compartir vuestras experiencias..la verdad es que es precioso el viaje que están haciendo...
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