Hemos salido de puerto con un montón de libros a bordo. Muchas novelas que he ido comprando o coleccionando en los últimos meses, libros de esos que guardas siempre esperando tener tiempo para enfrascarte en su lectura.
También llevamos libros sobre otros navegantes, esos que no faltan en ningún velero.
No nos hemos olvidado de los libros sobre el manejo del sextante y los de las tablas correspondientes para poder hacer los cálculos necesarios.
Llevamos tres libros sobre los puertos y fondeaderos que nos iremos encontrando por el Mediterráneo.
Parecemos una biblioteca flotante.
Pero no llevamos guías de los países que vamos a visitar.
Supongo que porque es imposible tener todas las guías; porque son caras, porque confiamos en internet o simplemente porque nos gusta ir descubriendo las cosas según nos las encontramos, con el riesgo de perdernos algo imprescindible y la posibilidad de descubrir algún rincón inolvidable de esos que no aparecen en los libros.
Así hemos llegado a Tabarka de la que no puedo contaros eso que encontraríamos en una guía, pero de la que puedo explicaros unas cuantas cosas.
También llevamos libros sobre otros navegantes, esos que no faltan en ningún velero.
No nos hemos olvidado de los libros sobre el manejo del sextante y los de las tablas correspondientes para poder hacer los cálculos necesarios.
Llevamos tres libros sobre los puertos y fondeaderos que nos iremos encontrando por el Mediterráneo.
Parecemos una biblioteca flotante.
Pero no llevamos guías de los países que vamos a visitar.
Supongo que porque es imposible tener todas las guías; porque son caras, porque confiamos en internet o simplemente porque nos gusta ir descubriendo las cosas según nos las encontramos, con el riesgo de perdernos algo imprescindible y la posibilidad de descubrir algún rincón inolvidable de esos que no aparecen en los libros.
Así hemos llegado a Tabarka de la que no puedo contaros eso que encontraríamos en una guía, pero de la que puedo explicaros unas cuantas cosas.
Está a 6 millas de la frontera con Argelia y es un pueblo no demasiado grande.
Claramente enfocado al turismo –hoteles, restaurantes, tiendas de souvenirs- ahora parece un pueblo a medias, sin más gentes que las autóctonas –que llenan los bares pero apenas los resturantes el fin de semana- y algunos navegantes dispuestos a pasar todo o parte del invierno.
Es agradable pasear por sus calles bulliciosas, comprar frutas en el mercado, subir a la fortaleza que dejaron aquí una familia de genoveses hace un par de siglos cuando algún rey les concedió el derecho de explotación pesquera de la zona o sencillamente sentarse en una terraza a tomarse un té verde siempre con el olor de alguna pipa de agua impregnando el ambiente.
Tiene largas playas ahora vacías, un paseo junto al antiguo puerto, que por haber sido construido en un lugar equivocado, pronto se llenó de arena y quedó inservible, pero que ahora sirve para dar cobijo a muchas parejas que buscan un rinconcito lejos del pueblo en el que pasar la tarde del domingo.
La vida en las calles es... una sorpresa
Yo visité Túnez hace ya un tiempo en uno de esos viajes convencionales –cuatro días de complejo hotelero en la playa todo incluido y semanita de 4x4 en el desierto- y la imagen que yo tenía no se corresponde con lo que ahora veo.
Posiblemente han pasado unos años y las cosas van cambiando. Posiblemente lo que yo vi no era Túnez de verdad.
En cualquier caso es normal ver mujeres por la calle. Algunas visten todavía de una manera tradicional y cubren su cabeza, otras podrían confundirse con cualquier estudiante española que va a la universidad. Muchas veces puedes cruzarte con un grupo de tres amigas: una con chador, otra con vaqueros y un suéter y otra supermoderna de la muerte, cogidas del brazo y riéndose por cualquier cosa!!!!!
Todo el mundo usa el móvil a todas horas y sólo entonces alzan la voz, por lo demás su tono es pausado y tranquilo.
Hay muchos hombres por las calles, muchos más que mujeres y no alcanzamos a descubrir si son jubilados, desempleados o qué. Pasean y se reúnen en bares donde beben café y juegan a las cartas o ven la tele; hay un bar cerca del puerto que siempre está lleno a rebosar de jóvenes que ven partidos de fútbol.
No les resulta extraño vernos pasear a diario por las calles, deben estar acostumbrados a los extranjeros y nunca han mirado raro que yo pasee sola si voy a internet o a comprar el pan; ni se asombran si paseamos de la mano o nos mostramos afecto en público, todo es terriblemente normal.
Cerca de donde estamos hay una zona deportiva al aire libre donde practicar futbito, baloncesto, tenis e incluso monopatín; al atardecer se llena de chicos y los fines de semana hay competiciones. Siempre hay vida en la calle.
Tambien hay una tienda en la que venden alcohol. El fin de semana los chicos hacen cola con el coche aparcado en la puerta: Parece que aqui tambien se lleva el botellon.
El idioma de comunicación entre ellos ya no es el francés aunque la mayoría de ellos lo hablan más o menos –o sea, como yo, bueno, supongo que algo mejor- y en el puerto el capitán o contramaestre (no hemos descubierto qué es pero es el que manda entre los veleros que por aquí andamos, Sharif, que a mí me parece el sheriff del lugar) habla un inglés muy correcto y está siempre atento a nuestras necesidades.
En el puerto disponemos de duchas pero en el pueblo hay tres hamanes, Johan se aventuró a ir a uno de ellos con Graham, nuestro vecino que viaja junto a Margaret en el Christina Lee, un Colvic Victor de 40 pies... otro ratito os cuento la experiencia.
El idioma de comunicación entre ellos ya no es el francés aunque la mayoría de ellos lo hablan más o menos –o sea, como yo, bueno, supongo que algo mejor- y en el puerto el capitán o contramaestre (no hemos descubierto qué es pero es el que manda entre los veleros que por aquí andamos, Sharif, que a mí me parece el sheriff del lugar) habla un inglés muy correcto y está siempre atento a nuestras necesidades.
En el puerto disponemos de duchas pero en el pueblo hay tres hamanes, Johan se aventuró a ir a uno de ellos con Graham, nuestro vecino que viaja junto a Margaret en el Christina Lee, un Colvic Victor de 40 pies... otro ratito os cuento la experiencia.
Desde Tabarka salen a diario autobuses que comunican con Túnez, Bizerte, Jendouva y otro par de ciudades. Tienen unos servicios muy poco frecuentes pero hemos descubierto que es igual de económico viajar en louages, pequeñas furgonetas para 8 pasajeros que por apenas unos céntimos más que el autobús salen a cualquier hora del día, en cuanto ocupan sus 8 asientos.
Nosotros de momento hemos visitado unas ruinas romanas a un par de horas de camino, también merecen un capítulo a parte.
Llegamos para estar una semana y vamos a quedarnos un mes más o menos porque no venden botellas de campingás así que –supongo- nos iremos cuando se nos acabe el combustible de la cocina... un motivo como otro cualquiera para marcar el ritmo de nuestro avance.
Pero parece que hemos vuelto a encontrar las fuerzas para seguir con la restauración de los interiores del velero en los que aun falta algo de trabajo y este es un sitio ideal.
Seguimos descubriendo rincones...
2 comentarios:
Hola Silvia y Johan.
Me alegro de ver que ya estáis en marcha.
Me ha gustado mucho el post de la primera guardia, me ha hecho pensar y la verdad es que no recuerdo mi primera guardia nocturna, debía tener 13 o 14 años, pero si que recuerdo haber sentido alguna vez esa sensación de escape, de permanecer acurrucado en mi saco de dormir pasase lo que pasase en el exterior, esperando que se solucionase por si solo. Afortunadamente la confianza fue aumentando y la capacidad de disfrute también. Verás como al cabo de un tiempo, cuando vuelvas a leer tus propias palabras, sonreirás. De todas formas, por lo que cuentas, habéis tenido un comienzo fuerte. Eso está bien, porque a partir de ahora todo parecerá más fácil.
Mucha suerte y que paséis una marinera y feliz Navidad.
Os iré siguiendo.
P.D. Recuerdos del "Cadenote Uno" para "Alea" y de "Pentagramix" para "Choquero" ;-)
Hola, Silvia y Johan, soy Manolo (perseo56, en la taberna), sigo con interés vuestra aventura, no he podido escribir antes por problemas con la cuenta de correo, parece que ya esta solucionado.
Menuda manera de tener tu primara guardia, Silvia, pero te diré que yo también he tenido alguna así, con ganas de evadir la responsabilidad y dejar que otro solucione los problemas, pero al final, lo acabas haciendo y te sientes mucho mejor.
Gracias por seguir escribiendo también en el blog del bricolaje, algunas de las ideas que plasmáis allí, van a ser muy útiles para Calabobo, al que por cierto, no le queda mas de un par de meses para volver a su medio natural..
Me alegro mucho de que Alea sea el barco robusto, rápido y fiable que auguraba ser en tierra, es una tranquilidad enorme saber que estas a bordo de un buen barco, que va a responder bien en cualquier situación.
Espero que sigáis contando mas cosas, que los que nos quedamos aquí, estamos ansiosos por leer.
Recibid un gran abrazo de un amigo que dejasteis en tierra.
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