Aquí estamos de nuevo -y de nuevo pidiendo disculpas por el tiempo sin escribir- para contar nuestras aventuritas porque cada día es diferente aunque sigamos en el mismo maravilloso, increíble y sin par escenario de San Blas
Lo que os tengo que contar hoy es medio serio así que para que la explicación me quede coherente tengo que empezar por ciertos antecedentes... ahí va!!!
antecedente de hecho núm.1
Yo -Silvia- tenía asignado el papel de sanitaria de a bordo, o sea que me apunté hasta a tres cursillos de primeros auxilios y fui la responsable de preparar -y posteriormente de mantener- el botiquín. Formación teórica no me falta y además soy una forofa de las series médicas de la tele... en fin, lo más en la materia
antecedente de hecho núm. 2
Cuando Johan se puso enfermo con la espalda y tuve que ponerle inyecciones se demostró que del dicho al hecho hay un buen trecho y que de la teoría a la práctica hay todo un mundo; tengo pánico a las jeringuillas y la vida me a demostrado que es un terror absoluto, no tengo miedo de que me pinchen (que también) tengo pavor a la aguja... para poner una inyección: tardo alrededor de 20 minutos, lloro, tiemblo, siento que me voy a desmayar. Y al final la pongo. A todo esto decir que Johan es un santo, que se las quiere poner sólo, que me anima y me tranquiliza y jamás se ha quejado de mi torpeza (otro me habría puesto la jeringuilla por sombrero)
antecedente de hecho núm. 3
Johan es una persona resolutiva, que tiene las ideas claras y que parece tener siempre la solución preparada... aunque a veces resulte un poco ¿excesiva? recuerdo ahora mismo el día que pescamos el atún de 50 kg y para cortar la espina del bicho me pidió la sierra de carpintería...
Bueno, pues ya estoy lista para contar la nueva aventura
Llevábamos unos días -semanas- sin pescar NADA y Johan fue a Panamá a comprar el anzuelo que mejor nos ha funcionado en la zona; manita de santo, en una semana pescamos 7 EJEMPLARES de sierra y barracuda (nos inflamos a hacer conservas) y la felicidad del pescador volvió a instalarse a bordo.
Días más tarde estábamos navegando y en el cebo sólo pillábamos plantas (con los alíseos el saragazo ha llegado hasta aquí y pone difícil la pesca), así que en un momento dado Johan decidió ir a recoger el hilo para comprobar que estaba limpio -o limpiarlo- y seguir pescando.
El día era soleado, navegábamos solos una travesía de 25 millas, con un viento estupendo, toda la vela arriba, olas largas y una velocidad estupenda.
Johan, sin mucho aspamiento, me llama y me dice que tiene un problema
AGGGGHHHHRRRR! Tiene el pescado de plástico que usamos como cebo pegado en la cara (tipo piercing a lo bestia) y yo ya empiezo a marearme
- ¿se te ha clavado?, pregunto temblando antes de oír la respuesta
- pues sí, la cucharilla ha saltado con la cresta de una ola y sin darme cuenta lo tenía en la cara
Del anzuelo triple de la cola del cebo, uno estaba clavado en el labio pero sin llegar a la parte "mala" y el otro había atravesado completamente la piel de la barbilla pero sin llegar al interior de la boca
él me manda que suelte el anzuelo del hilo de pesca (tiene un nexo que se suelta facilito pero yo no era capaz ni de pensar) y que tiene que ir dentro (yo sólo quería que se sentara porque en mi opinión si yo me iba a desmayar, él se TENÍA que desmayar y mejor que le pillara sentado)...
El pescadito en cuestión es este (tiene dos anzuelos triples aunque en la foto le falta el del final de la cola)
Y aquí viene lo del antecedente número 1. ME SÉ LA TEORÍA, YO SÉ LO QUE HAY QUE HACER.
Abro rauda la caja de herramientas, hay que atravesar completamente el anzuelo (no intentar sacarlo por el mismo camino por el que entró ya que provocaría desgarros graves) y desinfectar bien. Tengo la herramienta adecuada -creo- y gasas y alcohol preparado.
Teoría lista... buff, parece que de algo sirvo
Pero una cosa es la teoría y otra la práctica porque (antecedente de hecho núm. 2) si no soy capaz de poner una inyección ¿en qué cabeza cabe pensar que voy a ser capaz de atravesar la cara de Johan con un anzuelo gigante?
Johan -entre cuyas virtudes está la de conocer me bien- se encerró en el baño y me dijo
- tú ni mires, ya lo hago yo
buff, está claro que para algo sirvo... pero para esto NO
Y aquí empezaron los problemas técnicos. Lo primero que teníamos -tenía- que conseguir era quitar el pescado de la cara dejando sólo el triple anzuelo que tenía clavado en la cara. La herramienta que yo había buscado no hacía ni mella en el metal del anzuelo; Johan me pidió que buscara otra mayor (pongo las fotos con la lata de cervecita para poder hacer una estimación de los tamaños) y se la pasé
Nada de nada, ni una muesca
A todo esto no hay que olvidar que seguíamos navegando, toda la vela arriba, olas que nos movían con suavidad pero sin descanso.
y... antecedente núm. tres... Johan, sereno y serio, me dice
- busca la cizalla que tenemos para cortar los obenques si se diera el caso
- ¡que???!!!
- ¿sabes dónde está?
- sí, pero...
. busca la cizalla por favor!
y busqué la cizalla, que la verdad es que tiene un tamaño, y el anzuelo era grande pero no tanto y tener que manejar ese trasto (habíamos cortado eslabones de cadena de 10mm sin mucho esfuerzo) me parecía desmesurado, pero Johan tenía el piercing en la cara...
Con la cizalla apoyada contra el respaldo del sofá, Johan con la cabeza ladeada, intentando mantener el equilibrio al tiempo que ponía la arandela que separaba el triple anzuelo del resto del pescado entre los dientes de la cizalla
- cuando yo te diga cortas -me dice
- es que este trasto es muy grande
- tú corta
- ahora... no (una ola nos mueve), espera, ahora ¡ya!
. clack!!!!
bien, ya sólo tenía en la cara el triple anzuelo y podía iniciar la "maniobra" de sacarlo
Más problemas, al ser triple, cuando intentaba acabar de pasar el anzuelo que tenía clavado... se clavaba uno de los otros dos.
Había que cortar la punta que tenía clavada con el máximo margen posible para que pudiera después acabar de pasarla por la cara y sacarla de nuevo
Así que otra vez la cizalla al sofá, el control de las olas, el momento oportuno para cortar.
A partir de aquí Johan pasó un buen rato con unos alicates frente al espejo intentando pasar el anzuelo (dice que la piel de la barbilla es terriblemente dura) con el problema de trabajar con la imagen reflejada (la derecha era la izquierda...) y yo me pasé el tiempo entre temblores y llantos, controlando las velas y el rumbo y que no hubiera tráfico.
Johan, frío y sereno, solucionó el problema y juntos fondeamos en Narganá donde el médico de urgencias nos atendió amable como siempre, le puso la antitetánica y le recetó antibióticos para prevenir infecciones
El capi está bien y yo, feliz de poder contarlo como si de una peli se tratara
Y si una lección he aprendido es que somos un buen equipo, que no sirvo para todo lo que querría (yo siempre pensé que en una situación extrema podría hacer aquello que sin la presión estoy segura de no poder hacer; y parece que no es verdad) pero que entre los dos nos las apañamos la mar de bien
así que sigo dedicándome a lo mío y tengo que decir que el pan cada día me sale mejor (jeje)
Y claro, si todo esto te pasa en este escenario... pues todo parece más aceptable
Besos desde San Blas dónde la gente que nos viene a visitar, como podéis ver, sufre lo indecible :-)
4 comentarios:
Menuda peripecia, Silvia hay que tener sangre fría para cortar el anzuelo de la cara de alguien, no solo a ti te pasa :-)
Buenos vientos a los dos.
Ufff! Acabo de entender porque no me gusta pescar!
Xaoxao. / Carles.
Hola chicos, vaya aventura !!! Yo estoy con Silvia, también tendría temblores. Me alegro que todo haya terminado bien.
Muchos besos y que sigáis disfrutando.
Pilarkapitan.
Esa primera foto está impresionante! Que buena vista captaste.
Colombia
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