miércoles, 5 de enero de 2011

Alonissos, 2ª parte


Justo al norte de Patitiri la guía habla de dos fondeos: Rousoumi y Votsi;

en Rousumi hay espacio para fondear tranquilamente un velero,

bien organizados 2 o 3.

Decidimos ir a Votsi.




nuestro primer intento fue fondear amarrando a las rocas -teníamos a bordo un buen equipo de colaboradores que dominaban el as de guía y el arte del remo- pero cuando ya estaba todo en su sitio, al recoger un poco de cadena para comprobar si el ancla había cogido bien, podíamos recoger y recoger y recoger. El ancla no se había fijado en el fondo y podíamos irnos a las rocas. Tocaba subirla e iniciar de nuevo la maniobra.

Juanmi y Mónica a bordo de Aleita se harían cargo de los cabos de proa para no tener que desatar y volver a atar a las rocas y yo me quedaba a la rueda un par de minutos mientras


Johan con las gafas de buceo iba a mirar cómo estaban las cosas ahí abajo.

  • un par de minutos y vengo- me dijo y se tiró al agua


Cinco minutos, ocho, diez, doce... el ancla estaba apenas a 20 metros de la proa, no se veía ni rastro de Johan y yo me iba poniendo nerviosa; empecé a llamarlo a gritos y claro, contagié mi inquitud al resto del personal.

Cinco minutos más y ya iban ¿20?

Me olvidé de ponerme bikinis ni leches y salté al agua, Sergio vino conmigo, Juanmi remaba hacia donde había ido Johan, Marta a la caña

Yo ya no lo buscaba en la superficie sino en el fondo: ¿le habría dado algo y se habría ido para abajo? ¿dónde demonios estaba?



Minutos después lo vi nadando hacia mí

  • ¡Dios mío! ¿dónde estabas?, le pregunté un poquito histérica
  • he ido a la playa- me contestó con naturalidad

Sentí que todos los demonios me subían del estómago a la boca, no dije palabra, me di media vuelta y nadé al Alea como nunca antes he nadado.

No quería verlo ni oírlo. Quería matarlo.

Ya todos a bordo, Johan explicó que el fondo estaba imposible: montones de cadenas que en otro tiempo habían servido -o servían- de muertos a los pescadores reposaban por todos lados. Si volvíamos a echar el ancla lo más probable es que nos quedáramos enganchados en una de ellas, habíamos tenido suerte de que no nos hubiera pasado ya a la primera. Por eso había seguido nadando hasta la playa, repasando a fondo el terreno, para ver si había un buen lugar donde echar el hierro.

Él no entendía mi enfado ni mi ansiedad (¡mujeres!)

Yo no entendía la tranquilidad con que se tomaba las cosas (¡hombres!)

Besitos para sellar la paz (si me vuelves a hacer algo así me divorcio) y a buscar otro fondeo!


Alguna foto de este post es de "archivo"
no estaba yo de ánimo para fotografiar el momento!



si quieres ser un tripualea

pásate por la web

www.sailingalea.com

3 comentarios:

Candi dijo...

Entiendo perfectamente tu preocupación y enfado.
Nosotras queremos tener controlado el momento porque sentimos la inseguridad de lo no conocemos.
Además siempre vemos lo negativo.
Bonita entrada y bien relatada.
Un abrazo

Carles dijo...

Ay! ...los hombres... Con su tranqulidad, su manera de ser, su "pues si yo no he dicho o echo nada", su "a veces no te entiendo...", su... etc, etc, etc... Pero somos asi! lo hacemos todo para vosotras. jejeje.

El relato con su punto de suspense, ¡¡fenomenal!!

Jose Angel Lopez Barrios dijo...

Entiendo como te has sentido.... la verdad fuiste bastante paciente..... esos lugares tan hermosos a veces nos pueden jugar malas pasadas si no estamos atentos......