Llevamos
en el Club Náutico Reloncaví más de 15 días. Hemos tenido tiempo de
dormir, caminar, conocer, rehacernos y reponernos de la travesía y
ya estamos aquí, con fuerzas renovadas y ganas de compartir
experiencias.
Prometimos
una versión más larga de cómo ha sido la travesía, con fotos,
como hicimos con el cruce del Atlántico y... preparados, listos ¡ya!
Así
fue nuestra travesia Panamá-Las Perlas-Galápagos-Isla de
Pascua-Puerto Montt.
Después
de mucha espera conseguimos cruzar el Canal de Panamá y fondeamos en
la zona de Las Brisas de Amador ya con el skyline de la ciudad de
Panamá como paisaje, chao a las palmeras y a la arena blanca de San
Blas.
Con
los líos del papeleo (hay que hacer un zarpe y salida del país) y
las últimas compras de comida freca (visita al mercado, last minut
en el super) levantamos ancla para ir a pasar unos días en Las
Perlas.
El
viento brillaba por su ausencia así que tocó hacer las alrededor de
35 millas a motor. Llegamos a la isla Contadora y fondeamos en
Saboga, justo al frente; por primera vez en el viaje del Alea
teníamos que controlar las mareas y calcular el fondeo teniendo en
cuenta que podía variar tres o más metros entre un momento y otro
del día.
El
tiempo estuvo en su mayoría lluvioso y no vimos más veleros por
allí.
Cambiamos
fondeo y fuimos a la bahía de San Miguel en la Isla del Rey. Ahí el
efecto de la marea era impresionante. Bajamos a tierra calculando que
la marea estuviera baja para no quedarnos con la auxiliar barada por
horas cuando quisiéramos regresar, pero hubo que andar un buen
trecho por el fondo de barro para llegar al pueblo, afortunadamente
unos pescadores se hicieron cargo de Aleita y la fueron acomodando a
la subida del agua. El pueblito era simpático, nada turístico, sin
internet y un bar que no parecía un bar, pero agradable de pasear.
Al día
siguiente fuimos a un fondeo precioso entre Isla del Rey e Isla
Cañas, con una entrada estrechita pero un espacio interior amplio,
bonito, para olvidarse de todo y descansar. Creo que Carmen habría
alargado un poco la estancia en el archipiélago pero nosotros
sabíamos que no era la mejor época del año para ir a Galápagos,
que el hecho de que tuviéramos el fenómeno del Niño -suavito pero
ahí- tampoco ayudaba ya que cabía esperar vientos más flojos de lo
habitual y nosotros queríamos ir a vela aunque supusiera ir más
lentos, o simplemente sería porque ya estábamos en modo “travesía”;
la cuestión es que tras tres días en las Perlas, Johan se dedicó
por la mañana a limpiar a fondo el casco -sabíamos en que Galápagos
inspeccionan con buceadores- y partimos después de comer.
Siendo
tres las guardias iban a ser más cómodas. La previsión era velar
dos horas y dormir cuatro, todo un lujo. Nos distribuimos los turnos
sin dificultad y empezamos lo que sería nuestra rutina por los
siguientes 10-15 días.
Al salir de las Perlas, lo que más impresiona es la cantidad de pescado que hay en el mar. Nos podíamos pasar largos ratos viendo como el mar hervía literalmente con peces saltando en cualquier lugar al que dirigieras la vista. La pesca fue desde luego efectiva pero no dio para mucho entretenimiento: Johan y Carmen soltaron una línea con tres pulpitos y antes de frenar el hilo ya habían pescado dos!!! Con eso y un atuncito días más tarde cubrimos todas nuestras necesidades de comer y aun nos dio para alguna conserva!
Los
elementos que definieron esta travesía no fueron especialmente
amables. Una corriente en contra constante, normalmente de un nudo, a
veces un poco menos, a veces un poco más. El viento siempre de “casi
proa” nos obligaba a hacer contínuos bordos y aun así no
conseguíamos mantener un rumbo ni lejanamente directo a Galápagos.
Teníamos que hacer sur hasta dejar atrás la isla de Malpelo y
después hacia el oeste, pero parecía a ratos una misión imposible.
La primera y segunda noche estábamos en plena ruta de los muchos
mercantes que se dirigían o salían del Canal por lo que las
guardias no eran muy relajadas (aunque de nuevo queremos decir que el
AIS es una maravilla, que poder ver en el plotter qué mercantes hay,
a qué distancia, rumbo, velocidad... da una tranquilidad enorme)...
Tuvimos falta de viento, viento completamente en contra, a ratos
viento que nos permitía ceñir pero cómodos. Llovió varios días,
la vida dentro del barco no era especialmente cómoda con la escora
constante. Tuvimos que sacar las lonas que permiten dormir sin irse
al suelo. A ratos hasta ir al baño tenía su dificultad así que cocinar ni os cuento!
Una
mañana, Johan y yo en cubierta, oímos un ruido seco y fuerte. No
entendíamos nada porque todo parecía bien. Tras un rápido vistazo
vimos que el cabo de la escota de génova se había partido en dos.
Como la vela estaba completamente abierta no supuso ningún problema
pero teníamos que ver cuál había sido la causa y reparalo con
rapidez para poder recoger la vela si fuera necesario.
Una de
las poleas que utilizamos para reenviar el cabo al winche de la
bañera estaba completamente deformada y el roce había acabado
rompiendo el cabo. Johan controla casi a diario durante las travesías
las poleas, los obenques, etc, pero con el cabo en su lugar el
desperfecto era invisible.
Teníamos
turnos de cocina (primero la comida fresca, no usar el horno para no
abusar del gas), del limpieza (cuidando no usar demasiada agua), de
guardia (fácil y cómodo entre los tres). Leíamos mucho y veíamos
pasar las horas. Pero a ratos ver el track que íbamos dejando en la
pantalla era desalentador. Ahora, desde la tranquilidad del amarre,
leo el cuaderno de bitácora y dan ganas de llorar. Durante un par de
días las anotaciones (cada tres cuatro horas) se suceden así: rumbo
sur, llueve. La siguiente: rumbo oeste, ciñendo a rabiar; cuatro
horas después: rumbo, sur. La siguiente: rumbo oeste...
Aunque
sabíamos por experiencias compartidas, por lecturas y demás que hay
que hacer sur antes que ir al oeste, un día navegamos más de cien
millas para hacer un avance efectivo hacia las Galápagos de solo 20.
Además una noche la luz de navegación de babor empezó a parpadear
y se apagó. Al rato la siguió la de estribor ¡las habíamos
cambiado por unas nuevas el día antes de cruzar el Canal!!!
Digamos
que de alguna manera nos empezó a vencer el desánimo y nos
planteamos seriamente cambiar los planes y dirigirnos al Ecuador
continental. A favor de esta decisión estaba el hecho de que por fin
podríamos navegar cómodos y con mejor angulo de viento, que sería
más fácil conseguir repuestos y que yo he vivido en ese maravilloso
país durante una temporada y me encantaba la idea de visitar a mis
amigos. En contra, el hecho de que después nos esperaban diez días
de navegación para llegar a Galápagos y con eso retrasábamos mucho
los planes.
Mientras
deshojábamos la margarita llegamos a unas 80 millas al sur de
Malpelo y el viento y la corriente empezaron a ser menos malas y
podíamos hacer un rumbo aceptable hacia Galápagos así que casi sin
pensar volvimos al plan A.
La
navegación siguió siendo algo incómoda por la ceñida obligada, el
poco viento, la corriente en contra, la lluvia. El nuevo piloto de viento se portaba genial, pero estábamos "conociéndonos" y tocaba ir ajustando con más asiduidad, además la veleta que hicimos con la chapa marina de Panamá era de una calidad pésima -cuando la hicimos pensamos que solo dudosa- y se empezaba a curvar; en cualquier caso saber que ya apuntábamos
a la meta y que cada día restábamos millas con respecto al destino
subió la moral de la tropa. Galápagos estaba cada vez más cerca.
Ya
desde antes de salir teníamos claro que no queríamos estar en
Galápagos los 15/20 días mínimos que se merecen las islas. El
precio de esa estancia es de un mínimo de 1400 dólares y con ello a
penas te permiten estar en un par de fondeos, no puedes utilizar tu
propia auxiliar y si quieres conocer los mejores sitios te ves
obligado a contratar excursiones. Nos parecía mucho dinero y además
queríamos llegar a Chile a finales de año y quedarnos nos
retrasaría. Yo acababa de visitar a mi familia en España. Decidimos
que ese dinero y esos 15 días estaban mejor empleados disfrutando de
los míos. Además nos dirigíamos a la Patagonia donde -salvo las
tortugas gigantes- podríamos ver la misma fauna.
Así
que el plan era llegar a San Cristobal y solicitar una parada por
problemas técnicos. Es algo habitual aunque desafortunadamente
nosotros no tuvimos que inventar los problemas. Johan había hecho
una apaño temporal para las luces de navegación con un segundo
juego nuevo que habíamos comprado en Panamá, así que cuando el
agente y las autoridades se presentaron a bordo el problema técnico
era evidente. Costaba 350 dólares una estancia para tres personas de
48 (que siendo generosos ampliaban a 60 si salíamos el tercer día
al amanecer). El precio no nos daba derecho a visitar los parques
(estábamos para resolver averías) ni para mover el fondeo. Nos
parecía bien. Habíamos planteado Galápagos como una parada técnica
que hiciera más llevadera la llegada a Pascua y un lugar de
aprovisionamiento de comida fresca, agua y diesel y eso teníamos.
Antes de llegar, eso sí, pasamos el Ecuador por primera vez en nuestra navegación, celebramos con champán a las 7 de la mañana!!!
Vinieron
a bordo 6 personas de distintos estamentos (aduanas, sanidad, etc) y
nos exigieron el certificado de fumigación del barco en Galápagos
-lo teníamos- y que entregáramos la comida fresca que llevábamos a
bordo. Un técnico de salud nos inspeccionó las sentinas, baños y
camarotes en busca de cucarachas o similar y al rato llegó una
barcaza con cinco personas que iban a inspeccionar el casco.
Nosotros
dedicamos el tiempo a: cambiar la escota del génova, reparar y
reinstalar las luces de navegación, hacer agua y diesel, engrasar el
timón, compramos chapa marina para hacer mejores veletas para el
piloto de viento, las cortamos, las pintamos; se nos fueron los dos
días sin apenas darnos cuenta.
Era
absolutamente impresionante el número de leones de mar que había
por todos lados: en el agua, subidos a cualquier barco o barcaza, en
las calles, tumbados en los bancos de los paseos... Por la noche uno
de tamaño medianito decidió dormir en nuestra popa. No le importó
que pusiéramos defensas -las apartaba- y volvía a su sitio. Era
divertido verlo ahí tan aposentado y feliz. No le pusimos más
trabas después de la primera noche.
Johan
fue a hacer alguna compra al pueblo y se encontró con alguien del
equipo de buceo; a pesar de nuestra limpieza en las Perlas habían
encontrado “una especie de percebe no autóctono” entre un zinc y
el casco, nos pedían que abandonáramos el fondeo cuanto antes. Eran
las 5 de la tarde... decidimos esperar a las 5 de la mañana y
ahorrarnos una hora de guardia.
Habíamos
tardado algo más de lo previsto en llegar hasta aquí y no teníamos
ninguna garantía sobre el tiempo que nos costaría llegar a Pascua;
eran unas 2000 millas lo que podía significar unos 17 días pero
también unos 27. Carmen, ante la incertidumbre de los billetes y
demás, decidió acabar su periplo en Galápagos y aprovechar para
conocer algo de Ecuador. Así que cuando sonó el despertador la
mañana siguiente y levantamos el ancla... éramos de nuevo sólo dos
tripulantes con muchas millas en la proa!
continuará...
3 comentarios:
Que maravilla de viaje, que suerte yo sigo con tratamientos, pero con unas ganas de poder navegar que ya me gustara poder hacerlo cuando esteís más cerca.
Suerte y un fuerte abrazo Enrique
No se como he llegado a vuestro blog, pero os he seguido todos los días en vuestra travesía. Por favor, no dejéis de contar vuestra aventura! Mucha Suerte y buenos vientos!
son muy increibles los paisajes y la cantidad de sitios hermosos los que podemos disfrutar de este hermoso lugar tengo muy en mente cuando acabe todo esto realizarme un viaje ya he investigando los precios https://viajareapanama.com pero seguro cuando termine todo esto bajara mas
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