martes, 28 de octubre de 2014

Canal de Panamá


Y después de tanto trabajo tocaba el premio: limpiar, recoger y empezar.

Dejamos atrás Portobelo, nuestra zona, lo conocido, y nos fuimos a Shelter Bay Marina, nuestra primera marina en más de dos años. Johan demostró que esto de gobernar un velero es como ir en bicicleta: no se olvida. Amarró a la primera y por fin disfrutamos de eso tan bonito que es -cuando no se tiene a menudo- salir por la regala y pisar tierra.

Desde la marina teníamos que aprovechar para iniciar los trámites del cruce, hacer la compra, llenar agua y diesel, comprobar esto y aquello. Un par de días para disfrutar además de las instalaciones si el tiempo nos dejaba.

También en Sheter Bay recibimos a Carmen que nos va a acompañar en la travesía hasta Isla de Pascua. 

Intentamos explicaros pasito a pasito como se hace esto de cruzar el Canal de Panamá o por lo menos cómo lo hemos conseguido nosotros.

Empezamos por enviar un formulario a través de internet con los datos del barco y solicitando hora para que el medidor viniera al barco para certificar nuestro tamaño (nosotros encontramos el formulario en un blog inglés pero supongo que el Canal te lo facilita)

Dos horas más tarde hay que llamar para confirmar que han recibido el documento y solicitar hora para el medidor. Aunque habíamos llamado por teléfono el día anterior y nos habían asegurado que trabajaban los 7 días de la semana, después de 10 llamadas sin obtener respuesta, alguien descolgó el teléfono para decirnos que para veleros sólo atendían de lunes a viernes... era sábado: dos días de fiesta que llegaron sin preguntar!

El lunes volvimos a llamar y nos dijeron que el medidor atendía en los flats (fondeo de espera frente al canal) y a las 10 de la mañana estábamos allá. Llamamos de nuevo y nos dijeron amablemente que no nos podían medir hasta el jueves ¡pardiez! no queríamos más días de fiesta, queríamos cruzar.



El fondeo en el flat es cómodo, esperar no tanto. Decidimos aprovechar el tiempo yendo a tierra para sacar dinero del cajero. Miráramos por dónde miráramos sólo podíamos ver mercantes, grúas, más grúas. Decidimos bajar con la auxiliar y buscar un buen punto de desembarco, recordábamos que los amigos del Piropo nos habían dicho que no era difícil... muchas grúas más tarde vimos una escalera que subía muro arriba y un lugar con gente trabajando. Desembarcamos y Carmen quedó a la espera. Hablando con los trabajadores nos dijeron que había un cajero justo a la salida y que mejor habláramos con seguridad que estaba en el mismo lugar. Allá que nos fuimos. Allá que llegamos y ... se desató el pánico: que quiénes éramos, que cómo habíamos llegado a aquel recinto privado, que qué buscábamos, que qué queríamos. Chequeo de pasaportes, llamada de teléfono. Decimos que hemos llegado en el barquito auxiliar y que allí alguien nos espera. ¡Pánico multiplicado por dos!, nos prohiben ir al cajero -lo podíamos tocar con los dedos- y nos llevan en coche escoltados de vuelta a la auxiliar donde nos encontramos a Carmen ¡escoltada por más policía! una lancha rápida con todas las luces y las sirenas había llegado alertada por la seguridad de tierra apenas hacía unos segundos. Menudo numerito habíamos montado y sin poder grabarlo para hacer un youtube
Nos remolcaron al Alea para asegurarse que no nos despistábamos por otros rincones y lo celebramos con un vinito. 




Aprovechamos para llamar a Tito que facilita las ruedas (como defensas), los cabos y cualquier cosa que puedas necesitar para el cruce. Nos confirmó que nos traía las ruedas (3 dólares por cada una; hay que pagar 1 dólar para que las retiren del otro lado del canal) y nos dijo que iba a "mover algunos hilos" que el medidor viniera antes.  Y los movió. El martes temprano el medidor confirmó que medidos 44 pies! Además dejó puesto por escrito que no podíamos pasar abarloados a la pared ni a un remolcador; únicamente en el centro del canal, solos o abarloados a otra embarcación (vela o motor). 

La gran cuestión era ¿cómo íbamos a bajar a tierra para pagar el paso del Canal? sin pago no te dan hora... Nada, ahí estaba Tito para sacarnos del apuro, por 40 dolarcitos viaje de ida y vuelta a Colón city. El hombre nos acompañó junto a la tripu de un catamarán a hacer todos los trámites. No es exactamente un agente (cobra lo que va sacando de taxis, botes, alquiler de ruedas, nada más) pero como conoce a todos te hace las cosas más cómodas.

Medido el barco hay que ir a pagar las tasas. Para un barco de menos de 15 metros son aproximadamente 1000 dólares (800 la tasa en sentido estricto, 200 entre seguros, tasas por esto y aquello) y 800 de fianza que se supone te devuelven a la semana de cruzar si no les has roto nada.

En internet, toda la información disponible habla de que es posible hacer el pago con tarjeta de crédito. NO, parece ser que la info es viejita (de unos dos años atrás) y ahora solo aceptan cash. Evidentemente tanto los del catamarán como nosotros caímos presas del pánico. Si no pagábamos porque necesitábamos varios días para conseguir el efectivo se iba atrasando la fecha de cruzar. Gracias a Tito -otra vez- conseguimos pagar todos y de nuevo a esperar que el programador te dé hora. Hay que llamar a partir de  las 6 de la tarde del día que se efectúa el pago y estar preparado porque el cruce puede ser en cualquier momento.

Llamamos a las 18h del martes con la esperanza de que nos cruzaran ese mismo día o al siguiente... pero nos dieron fecha para el sábado. Esta incertidumbre en cuanto a las fechas pone difícil conseguir la gente que has de llevar a bordo para trajinar con las líneas (hay que tener a bordo cuatro personas más el capitán). Con los sucesivos retrasos Cecile y Javier -nuestros queridos amigos del Mishto- ya no podían venir y conseguimos que Alex y Cris del Blue Wind se animaran. Como teníamos tres días por delante decidimos pasar dos fondeados y volver uno a la marina para volver al super (lo de comprar no se acaba nunca) y rellenar agua (la travesía va a ser larga) y despedirnos de los amigos. Quitamos la antena de BLU, cubrimos las placas solares para evitar que las bolas con las que lanzan los cabos las dañaran y listos; a punto para pasar.


Llegó el sábado, todo estaba a punto, salimos de Shelter Bay a las 14h porque nos dijeron que a las 17h embarcaba el piloto que nos iba a acompañar. A las 17h nos dijeron que a las 18h. A las 18h nos dijeron que alrededor de las 19h. A esa hora llegó el piloto y nos dijo que no nos movíamos hasta las 20h... agrrrr.

A las 20h una motora de 60 pies -nuestra compañera de tránsito- y nosotros levantábamos ancla y nos dirigíamos a la primera esclusa. El piloto mira la lista y nos dice que pasamos los dos barcos con un remolcador. No decimos nada, ni falta que hace. Cinco minutos más tarde el piloto nos comenta que NO podemos pasar con el remolcador y que así las cosas NO hay sitio para la motora y nosotros. Caras largas, caras de susto. Nos dice que esperemos. Llamada aquí, radio allá. Solucionado. A un muro se amarra el remolcador, al otro la motora y nosotros nos abarloamos a esta. Es un poquito irregular porque a nuestra popa a penas quedan unos metros (el mercante es grandote, pero es lo más pequeño del día, el único con el que supuestamente cabemos) cuando las compuertas y caso de ser necesario ni en broma podríamos pasar sin estar abarloados por falta de espacio. Pero pasamos.
Así las cosas nuestra tarea acaba al pasar los cabos a la motora; no tenemos que recoger cabos del canal ni trabajar con ellos, sólo relajarnos y disfrutar.

                           




A nuestras espaldas se cierran las esclusas que dejan atrás el océano Atlántico que ha sido nuestra casa durante tanto tiempo, un cosquilleo raro se nota en el estómago. No sólo se cierra una puerta: se cierra una etapa preciosa de nuestro viaje



La fuerza del agua al llenar la esclusa para hacernos subir es abrumadora, la motora no consigue mantenerse en su lugar y nos vamos acercando con la popa al remolcador, Johan da todo atrás y ayuda a mantenernos en nuestro sitio mientras el agua sube y sube






Como el mercante apenas cabe en las esclusas, la maniobra de cambiar de una a otra es lenta y la noche se hace larga, cenamos algo y vemos subir el agua, abrirse puertas y por fin la última se cierra a nuestra espalda. Chao Atlántico, pronto nos vemos de regreso




Ya estábamos en el lago Gatún, agua dulce bajo la quilla!. Apenas a diez minutos de la salida de este lado del canal nos amarramos a una boya. Ya había pasado la media noche. El piloto nos dejó con aviso que su compañero, el que nos acompañaría al Pacífico llegaría alrededor de las 06h de la mañana, aún nos quedó animo para celebrar con una cerveza y dormimos una noche cortita


A las 06h en punto una lancha pasó junto a nosotros dando grandes bocinazos, salí mal vestida a ver que pasaba y me gritaron que a las 06h llegaría el piloto
- pero ya son las 06h- les digo
-ah! pues entonces llegará más tarde
genial!!

A las 07'30h soltamos la boya y empezamos a navegar por el lago Gatún. El día estaba nublado pero el escenario es bonito -eso sí, salpicado de mercantes en espera- y manteníamos los 6 nudos que nos exigían pero pronto nos pidió el piloto que bajáramos a 4 porque no íbamos a poder entrar con el primer mercante como era el plan porque era demasiado grande, ni con el segundo -por la misma razón- así que por lentos que fuéramos tendríamos que esperar un buen rato en otra boya a las puertas de las nuevas exclusas.





El lago son unas 27 millas que hicimos lentamente, perseguidos por graaaaaaaaaaandes barcos


Aunque el piloto de la noche nos había dicho que pasaríamos en el centro abarloados a la motora y trabajando los cabos solo por una banda, pero finalmente se decidió que haríamos la maniobra de la misma forma que la noche  anterior así que íbamos a concluir el cruce más fácil de todos los cruces imaginables; sin tener que recibir ni un cabo, sin tener que maniobrar nada de nada, no habriamos necesitado ni una mano... en fin, que como me dice Johan una y otra vez no hay que preocuparse por las cosas antes de que lleguen; yo llevaba días desvelada por si no sabía manejarme con los cabos y no hubo cabos que manejar!

Esperamos bien acompañados que nos llegara el turno de entrar en las esclusas





Nos abarloamos de nuevo a la motora



Y entramos por fin en la esclusa esta vez por delante del mercante con quien compartíamos tránsito




En la última etapa el agua baja, es mucho más tranquilo y sencillo. Entramos a nivel de tierra y cuando acaba de vaciar el señor que pasa los cabos (en nuestro caso a la motora) se ve así de chiquito


                            

Y se abrió la primera puerta



Y se vació la segunda esclusa



Y se abrió la última puerta y el Pacifico nos recibió con un día nublado y lluvioso, pero amable y feliz




Navegamos por primera vez en un océano nuevo, todo un mundo que recorrer, el puente de las Américas nos dió la bienvenida y cansados -acabábamos a las 17h- buscamos refugio en el fondeo de Brisas de Amador desde donde escribimos este post




Ha sido emocionante
Ha sido... de libro





Después de hacer las últimas visitas al super y al mercado de abastos, mañana partimos para las Perlas donde pasaremos entre 5 y 7 días, esperamos poder compartir todavia unas fotos. Después ya sabéis: post de travesía, a diario compartiremos posición, estado de ánimo y anécdotas comprimidas. No dejéis de acompañarnos!



7 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena proa, y que no falten los relatos durante la travesía.

Morrocoy

Martin Iut dijo...

Siempre esperando vuestros post. Saludos...

RALIP.V dijo...

A por el "" PACIFICO "".

Anónimo dijo...

Gezellig!

Anónimo dijo...

Cada vez soy mas fan de ese país más extraño que se llama Panamá! Bueno, a nosotros nos toca en enero, ya estamos avisados.....
Hans y Imma / TUVALU

Anónimo dijo...

Muy buen reportaje.
Los sigo desde hace poco y me encanta la ruta del Alea.

Gracias!!

Anónimo dijo...

Una nueva etapa... Feliz travesia y SALUT!


XaoXao