viernes, 18 de octubre de 2013

Más rascacielos


Y aquí va una sorpresa porque en el último sitio dónde me debéis imaginar es en este!



Porque Panamá tiene un skyline la mar de hermoso pero este rascacielos no está en Panamá (ni el mozo que me acompaña es panameño!!)

¿dónde me he escapado? 


¡Sí! ni más ni menos que a Chicago, Estados Unidos de America

Ah! y el mozo que me acompaña... ¡mi hermano!

¿y qué por qué me ha dado por dejar al velero y a Johan en Panamá e irme por ahí de vacaciones?

Bueno, la respuesta parece un poco rebuscada pero de verdad que es sincera.

Va pasando el tiempo y hay cosas que reponer, reparar en el barco; desde el primer momento nos pareció interesante tener una buena máquina de cóser, para poder reparar las velas si es necesario, para hacer un bimini nuevo, para... para tantas cosas.

Como siempre Johan se dedicó por meses a buscar y buscar opciones en internet, a leer en foros las opiniones de usuarios, a buscar la empresa dónde comprar más barato.

La opción: una Reliable que puede coser hasta 9 capas de tela de vela, hace zigzag y cose recto, es potente y de un tamaño muy manejable. El precio 499 dólares (le hemos comprado una rueda de inercia mayor de la original para que no se pare en las costuras, con eso el precio 580 dólares). Precio del envío a Panamá ¡350 dólares!
Precio de un billete de avión a Chicago donde vive mi hermano ¡475 dólares!

Conclusión... ¡me voy a Chicago!

Y como siempre -no tenemos remedio- caemos en el "yaqueestoy" y encargamos una ancla fortress que comprada directamente en Estados Unidos sale por la mitad de precio (y ya sin gastos de envío), además de unos filtros, unos recambios, una bomba de pie para la cocina...

Mi billete me permite llevar dos bultos de 23 kilos más el equipaje de mano pero me cuesta imaginarme cómo me las voy a apañar.

Hacemos los pedidos, la casa de mi hermano parece un almacén, tacho los días del calendario (nunca he visitado Chicago, hace un año que no veo a mi hermano y he visto a mi sobrino sólo una semana en su año y medio de vida) y por fin parto de viaje mientras Johan hace vacaciones de mí y se queda cuidando del velero.

La verdad es que me gusta la vida en el mar

La verdad es que San Blas me tiene enamorada

Pero entre nosotros: poder caminar durante horas, poder perderme durante horas en una librería gigante, poder ir al cine, poder perder horas decidiendo en qué restaurante comer (¿mexicano, libanés, italiano, griego?), poder charlar con la familia, poder visitar museos, callejear, ver tiendas de moda... 
¡también tiene su gracia!

Han sido unos días MARAVILLOSOS y sólo puedo decir que seis días me han parecido poco, muy, muy poco.

Chicago me ha encantado










Pero lo mejor, de lo mejor, de lo mejor
poder pasar unos días con los míos.
Gracias Jose, Jeannie y David por hacerme sentir en casa
Gracias por arrancarme mi mejor sonrisa


Gracias Johan por regalarme estos días.

El regreso no fue sencillo; tenía tres bultos: la máquina sobrepasaba el peso y el ancla no llegaba; puse una pieza de la máquina dentro del embalaje del ancla; ok, iba por buen camino. Pero todos los filtros, bombas, piezas y piecitas, más mi ropa, más el regalito de Johan... no acababan de encajar en el equipaje de mano. Hice lo imposible -como meter la ropa interior usada en la caja del ancla- y por fin los pesos y volúmenes cuadraron. Rumbo al aeropuerto.

De Chicago salí sin problemas; tenía una escala técnica en México, pero ya con todas mis tarjetas de embarque estaba tranquila. Antes de salir de Panamá me preparé los documentos del velero, Johan me hizo una carta reconociéndome como tripulante; no siempre es fácil entrar en un país que no es el propio sin billete de salida.

En México empezó el lío; no querían dejarme embarcar por más documentos y argumentos que presentara. Necesitaban la autorización expresa de Panamá. Faxes, mails, llamadas telefónicas y los minutos que pasaban. Mis cuatro horas de escala empezaban a parecerme pocas.

¿ya? No

y así iban pasando minutos y se acercaba la hora del cierre del vuelo

¿ya? NO

¿podían quedarse con mis dos bultos -o sea- 40 kilos- si yo tenía que hacer noche en México? NO

Lloré -literalmente-, argumenté -había hablado con inmigración en Panamá antes de salir- y pataleé

¿ya? NO

Pararon el vuelo por mí y cuando faltaban 10 minutos para despegar me dieron el OK

Corrí por los pasillos, me salté las colas, corrí otra vez... y llegué a la puerta de embarque.

Con 10 minutos de retraso despegaba el avión, conmigo dentro!!!!

Al llegar a Panamá, mientras esperaba en la cola de inmigración oí mi nombre en megafonía pero no sabía donde acudir; ¿me estarían llamando porque no me dejaban entrar en el país? "Señorita Silvia Fernández, acuda al mostrador de Copa" grrrr

Pasé inmigración, me presenté en el mostrador de Copa y me comentaron que yo estaba bienvenida en Panamá... pero sin maletas!

Al día siguiente las llevaron al hotel sin problemas, todo quedó en un susto... y en unas risas porque llegaron abiertas y nuevamente precintadas por la Aduana de los Estados Unidos; tienen derecho a revisar cualquier equipaje y mis cajas debieron parecer sospechosas; no quiero ni pensar en la cara del funcionario cuando sacara mi ropa interior usada de entre las piezas del ancla, jaja.

Bueno, después de todo este lío... Johan está feliz con el nuevo juguete y ya tenemos nuevas colchonetas para la bañera; lo siguiente será un nuevo bímini, ya está "en construcción"


¿Alguien dijo que vivir en un barco era aburrido?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hasta cuándo estarán en San Blas? Ya tienen fecha de partida al Pacífico jajaja!!! Creo que el viento los llevará a la Polinesia y luego.......

Iván, Chile

Carles dijo...

Vuestros viajes, sean por mar, aire o tierra, siempre tienen ese punto de suspense... Siempre hay una aventura en ellos. Esto es casi una película titulada... México conection, la historia de una máquina de coser. Jajaja!

Salut!

Carles / Xaoxao