Es cierto que el Mediterráneo nos enamoró y nos secuestró una buena temporada, que después de eso tuvimos planes menos ambiciosos y cambiamos la idea del sur del mundo por una vueltita por el Atlántico que nos llevara a Groenlandia.
Pero Patagonia, Tierra del Fuego debían seguir ahí, pegando fuerte en el subconsciente, porque finalmente los vientos nos dejaron justo aquí, donde habíamos soñado.
Al ver las guías había una foto que me tenía robado el corazón y hacía que mi imaginación volara sin control: una caleta protegida, entre árboles verdes, con un glaciar tocando al mar a la proa del velero. Yo quería esa foto.
Tantos sueños, tantos deseos... todos se han cumplido en apenas una semana!
Alex y Marta nos vinieron a ver 13 días así que en su visita pudimos llegar más lejos, ver más cosas...
Es verdad que hemos tenido algún día más ventoso que nos ha tenido resguardados en un fondeo (tan bueno el lugar que ni el viento sentíamos), que en la navegación de regreso a Ushuaia nos cayó un tormentón de los que hacen historia (aunque navegamos a vela, rápido, lindo, medio regateando con otro velero, sacando decimillas y risas de cada racha de viento, empapados pero contentos).
Pero de esos 13 días yo me quedo con el paso por Seno Pía. Olla me tiene robado el corazón... pero Pía, mmmmmm, Pía se quedó con algo más que eso.
Al bajar en los meses de invierno solo visitamos el brazo este de los dos en que se divide el Seno. Fue imposible fondear en Beaulieau porque estaba completamente helado y tal vez la única -y no recomendable forma- de atar a los árboles era, tras abrirnos paso rompiendo hielo, caminar sobre las aguas... heladas.
Ahora el paisaje era muy distinto, el día lindo, el fondeo acogedor, espectacular, ese era el lugar de la foto. Ya desde el fondeo el paisaje era absolutamente maravilloso.
Pero tras un paseo gratificante, a penas media hora de subida por la ladera de la montaña... la foto, sí, esa foto que yo buscaba, estaba allí esperándonos!
No estábamos solos en el fondeo, compartíamos paraíso con el Phoenix, un velero ¡de Rumanía!, Mario -con dos vueltas y pico al mundo- y un amigo fueron nuestros compañeros de charla por una noche.
Al día siguiente queríamos navegar hasta el pie del glaciar (o de los glaciares, según la meteo) porque Pía tiene dos brazos en los que tocan al mar sendos glaciares.
Yo, como siempre, miedosa. Johan como siempre, tranquilo. Alex y Marta, como corresponde, expectantes. Dejamos el fondeo después del desayuno y pusimos rumbo al glaciar que cae en el brazo este del Seno
Aunque no había los bloques de hielo del invierno... el camino libre de obstáculos no estaba. Yo siempre con el "ya estamos bastante cerca", Johan con el "vamos a acercarnos un poco más" y así adelantando metro tras metro.
Y cuando ya estábamos muy, muy cerca, Johan dijo con una gran sonrisa -y es que me conoce mejor que nadie-: "bajad la auxiliar y así podéis hacer esa foto con la que estás soñando"
Y bajamos la auxiliar, y nos quedamos allí los tres viendo como el Alea iba sorteando el hielo para dar una vuelta a los pies del glaciar... y haciendo no una foto sino decenas.
Volvimos a embarcar, subimos la auxiliar y aunque yo pensaba que ya había tocado el cielo, todavía nos quedaba mucho día por delante. Salimos con calma del brazo este y nos dirigimos hacia el brazo oeste donde nos esperaba otro glaciar.
Al enfilar el tramo final vimos que había otro velero allí, ¡se veía tan pequeño en la inmensidad del paisaje!!
¿qué no véis el velero? |
es eso chiquito dentro del círculo |
¿ahora mejor? |
Era el Kuaka, un velero de Nueva Zelanda pero con tripulación de Alaska. Ellos se quedaron al menos a una milla del final -cosa que a mí me pareció muy sensata- pero esta vez ya no me atreví a sugerir que era suficiente y dejé que Johan nos llevara despacito hasta el mismo pie del glaciar. Creo que los paisajes no necesitan comentarios
Por si a alguien le interesa mi opinión, yo habría echado el ancla allí y me habría quedado a vivir para siempre; despertarme cada mañana con el glaciar a tocar con la punta de los dedos, ver pasar las estaciones y con ellas los cambios del color del cielo, del hielo... sí, ya sé, si no me hubiera matado un temporal, lo habría hecho el hambre, quien sabe si al final me habría cansado pero lo cierto es que yo me quería quedar.
Johan, siempre más sensato, paró el motor y dejó que el velero se meciera llevado por la corriente durante algo más de media hora, después me miró con cara de "ya lo sé, pero lo siento, no puede ser" y puso rumbo al que sería nuestro fondeo por esa noche, a penas un poco al sur.
Con Marta nos fuimos de paseo, a ver esa maravilla desde otro ángulo, a sentirnos un pedacito pequeño en medio de tanta inmensidad, a grabar las imágenes en la memoria, para siempre, siempre, SIEMPRE...
Todavía un mes y ya me invade la añoranza.
Me siento tremendamente feliz y afortunada.
Gracias Alea y gracias Johan por hacerlo posible.
para comunicarnos por el mail sailingalea@yahoo.es
5 comentarios:
Enhorabuena !!! se ve grandioso !!! la fuerza de la naturaleza me estremece.
Maravilloso! Tenemos el mismo sueño, muy lejos aun pero estamos en camino. Siguen mandando fotos y comentarios porfavor.
SY Tranquility Crew
La naturaleza es impresionante. Gracias por compartirlo. Saludos
La naturaleza es impresionante. Gracias por compartirlo. Saludos
El Alea rodeado de hielo, probrecito mio, se me hace muy raro verlo asi! Que ganas tengo de volver a embarcarme con vosotros. Mil besos.
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