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martes, 19 de mayo de 2015
Tìtulo Penando para pasar Penas
Hola después de muchos días. Salimos sin problemas de Chacabuco y pasamos por unos fondeos preciosos, pero llegamos a Mariuccia (un fondeo superprotegido) y allí nos quedamos estancados con pronósticos por encima de los 40 nudos (dentro del fondeo nunca más de 20) por días y días. Hicimos una aproximación de 50 millas y mañana otro salto igual y estaremos a las puertas del Golfo de Penas que es el que nos causa todos los males: vientos fuertes y olas desatadas que no están en nuestros planes. Si todo sigue como ahora el lunes puede ser un buen día para cruzar y volver a la belleza y protección que nos regalan los canales... cruzad los dedos con nosotros.
Saludos!
martes, 5 de mayo de 2015
Hasta Chacabuco (y chao a la "civilización")
Hoy dejamos atrás Chacabuco para buscar el Golfo de Penas.
Es nuestro último internet por un ratito así que hoy el post va a ser larguísimo, para poder "quedar al día" con fotos.
A partir de la próxima semana... post de travesía
Salimos
de Jéchica por la mañana pero sin exagerar (pasaditas las 9h)
porque solo queríamos navegar unas veintitantas millas hasta
“árboles espectrales”, apenas dejamos atrás el brazo en el que
está la marina, pudimos poner vela... y disfrutar, fue una
navegación preciosa, sin correr mucho ni ir despacio, con un día
nublado pero sin lluvia, con delfines, lobos de mar y montones de
pájaros (me chiflan los cormoranes)... tan bien nos iba, que vimos
la entrada del fondeo y decidimos pasarla de largo, 12 millas más al
sur había otro recomendado por la guía Imray y a 2 millas de éste
otro que aparece en la de los italianos.
Disfrutamos
como campeones y por la dirección del viento optamos por la caleta
Madina -44°49'24S 073°42'75- donde nos dejamos caer poco antes de
las 17h.
En el
fondo de la caleta había un barco de pesca atado a dos boyas (proa,
popa) que nos ponía un poquito difícil el fondeo, pero hemos
aprendido que en estos casos lo mejor es dar unos gritos y pedir
permiso para abarloar. Los del Don Pedro debían estar escuchando
música porque al final tuvimos que echar mano del megáfono que
llevamos en en mástil y sí, nos daban permiso para abarloar.
Al
ratito, Johan ordenando por la cubierta, aparecieron los chicos del
pesquero para preguntar si queríamos un cafecito, de ahí pasamos a
cenar juntos, además les comentamos de la pesca de nuestras sierras
y ellos nos preguntaron si hacíamos trueque una sierra por un
salmón... la pasamos genial en el Don Pedro.
En la
mañana ellos querían conocer al Alea, así que dejamos el fondeo
tardecito después de un desayuno largo y lleno de café y risas con
la tripu de los vecinos
y
después nos despedimos con ánimos de aprovechar el viento que
seguía soplando del norte para llegar hasta Puerto Aguirre
También
hicimos todo el trayecto a vela (e iban ya más de 70 millas sin
motor) pero no fue tan divertido como el día anterior, con más
lluvia, al dejar el abrigo de las muchas islas y llegar al Canal
Moraleda, este nos recibió otra vez enseñando las garras. No
pasamos de 38 nudos pero no bajámamos de 30. Los pescadores nos
habían indicado un “atajo” en la carta que nos fue fenomenal
pero la navegación fue mucho más incómoda. Embocando Puerto
Aguirre la corriente empezaba a ponerse en nuestra contra. Veíamos a
un ferry de pasajeros de los grandes que no podía llegar al muelle y
estaba simplemente a flote esperando que el viento calmara, por la
VHF oímos que habían cerrado los puertos de la zona.
Elegimos
el fondeo que nos pareció más resguardado de los tres que señalan
las guías, el conocido como La Poza 45°09'51S 073°31'10W, echamos
el ancla en 10 m con 55m de cadena y nos fuimos a descansar.
El
nuevo día se despertó calmado y soleado, perfecto para ir a pasear.
La meteo nos daba dos o tres días con viento sur (siempre supone
solecito) y habíamos decidido quedarnos en Puerto Aguirre hasta que
un norte o un oeste nos llevaran a vela a Pto Chacabuco, nuestro
próximo destino, desde donde teníamos que ir a renovar nuestras
visas de permanencia en el país.
El
paseito hasta el pueblo fue estupendo, las vistas del lugar con el
Alea allá fondeados, preciosas
El
pueblo está a los pies de una ladera, hay que bajar una buena
pendiente para llegar a capitanía, donde la Armada nos esperaba para
certificar nuestra recalada en el lugar
Hicimos
algunas compras de verdura, tomamos un cafecito, paseamos por las
calles encontrando recuerdos de que cada vez estamos más al sur
De
regreso al fondeo, pasamos a saludar al guardia del parque en el que
habíamos dejado la auxiliar, amable como toda la gente que hemos
encontrado hasta ahora estuvo charlando sin prisa con nosotros
Nos
explicó que el camino que nos restaba hasta Chacabuco era casi
siempre complicado (el usó en algún momento la palabra imposible).
Con pronósticos de viento escaso la realidad es que el canal del
seno Aysen encañona el viento y donde anuncian 10 pueden haber
rachas mantenidas de 30-40... mmmm... si algo hemos aprendido es a
escuchar a los locales.
Esta
charlita cambiaba nuestros planes -siempre flexibles- y decidimos que
lo mejor era salir YA para llegar hasta un fondeo a 20 millas, en la
entrada del seno y al día siguiente llegar a Chacabuco aprovechando
los dos días de calma. Dicho y hecho, mejor ir a motor que no poder
ir. Dijimos adiós a un entorno precioso y nos fuimos a navegar.
El
paseo, aunque a motor, fue lindo, definitivamente navegar a los pies
de la cordillera es algo que nos gusta -mucho, mucho- y a cada recodo
los ojos se nos abrían más y más
Alrededor
de las 18'30h -nos quedaba una hora de luz- estábamos llegando a la
caleta Gato (45°17'89S 073°11'86W) y vimos a un pesquero grandote
que se metía dentro ¡otra vez nos quitaban el sitio!, sin
problemas... ya hemos aprendido como funciona.
La
entrada a la caleta es angosta -de nuevo- y hay que pasar muy
pegadito al costado de estribor (hay una piedra por la mitad del
paso) pero la sonda nunca dio menos de 7 metros. Llegamos al lugar y
preguntamos si podíamos abarloar y la respuesta fue de nuevo que sí;
ellos salían a las 6'30 de la mañana pero estaban sujetos a un
muerto y simplemente nos pasarían el cabo, no teníamos que madrugar
(aunque los dos sabíamos que madrugaríamos)
Vimos
la película del día (este invento del proyector y la pantalla
gigante está siendo la mejor novedad de nuestra vida a bordo...
bueno, tal vez después de la estufa!) y nos fuimos a dormir.
A las
6'30h pusimos pie a tierra y oh! Sorpresa, por la noche habían
llegado dos pesqueros más que habían fondeado en otro muerto y
ahora quedaban a escasos metros de nuestra popa (veíamos peligrar
las placas solares) así que no nos quedó otra que maniobrar para
poder dar atrás y abarloarnos a ellos... que salían a las 7'30h de
la mañana. Total, que a las 8h estábamos tomando un café, ya solos
en el fondeo, disfrutando del entorno
A las
9h estábamos saliendo de la caleta y enfilando el canal. El viento
era desde la misma esquinita, de 25 nudos para arriba, la corriente
era de al menos 2 o 3 nudos en contra, hubo un momento en que pensé
que navegábamos para atrás... no nos costó mucho tomar la
decisión, media vuelta y de regreso a la caleta. El medidor de
velocidad iba loco (de 2 nudos cuando lo teníamos todo en contra
pasó a 8 con todo a favor) el indicador del viento, según nos
acercábamos al refugio, igual de cambiante (pasó en un plis plas de
35 a 10 nudos) y la sonda no se quedaba detrás (en unos metros
habíamos pasado de 115m a 15) la entrada fue fácil por conocida,
difícil porque la corriente era alucinante... pero entramos, dejamos
atrás los cabos de los pesqueros, buscamos un rincón en la cabeza
de la caleta, echamos el ancla... y disfrutamos del sol
Supimos
sacar partido del día de regalo, cada uno con sus cosas
Johan
Silvia
y tras
un minucioso estudio de las mareas (en este seno son fuertes, nos
había quedado claro) y de la meteo (había un pronóstico de NW de 5
nudos que nos tenía que entrar casi de través) decidimos salir a la
mañana siguiente muy pero que muy temprano
A las
4h de la mañana (noche oscura) levantábamos el fondeo, con cuidado
de no enredarnos en la maraña de cabos de los muertos de los
pesqueros, con cuidado de no comernos la roca de la entrada...
salimos al canal y nos recibió casi tan arisco como el día anterior
pero sólo casi y además esta vez nos pillaba prevenidos. El
principio fue duro pero poco a poco la cosa fue mejorando (la
corriente se puso a favor más tarde de lo que habíamos calculado,
pero el viento no era de 4 nudos ni por asomo, nunca bajó de 20 y
llegó a 40, por efecto del canal de NW y entrando de través...ni en
sueños, siempre de proa) y fuimos remontando lastimosamente hasta
nuestro destino. En los mejores momentos alcanzamos las 5'5 millas
por hora, en los peores las 0'9... y algo antes de las 10 de la
mañana estabamos llegando a Pto Chacabuco.
Ahí
hay dos fondeos, uno amplio, menos protegido, rodeado de salmoneras y
pesqueros (algo maloliente según la dirección del viento) y otro
muy protegido pero con una entrada complicada y solo posible con la
marea más alta que ya había pasado, así que no nos quedó otra que
ir al fondeo grande (45°28'5S 072°49'3W). Vimos a un barco con grúa
y pensamos que estaríamos bien allí abarloados. Pedimos permiso,
nos lo concedieron y así conocimos a Alan y Samuel. Ellos que
conocían mucho la zona nos dijeron que podíamos entrar en la
Ensenada Baja en la marea de la noche y tras mucho analizar el tema
decidimos que así lo haríamos. Yo tenía ya el corazón en un puño
(soy así) si los Pratis con su catamarán -o sea, con muy poco
calado- se habían quedado clavados en el fondo... ¿cómo iba a ser
nuestra entrada nocturna?
Con el
madrugón que nos habíamos dado, se imponía una buena siesta. A las
18h estaban Samuel y Alan a bordo; la controversia del momento era
dilucidar qué hora era la más adecuada para pasar. Ellos tienen un
calendario de mareas pero llegamos a la conclusión que se habían
hecho un lío con lo del horario UTC y el sumar y restar horas y se
equivocaban al calcular que las 19'30h era el momento oportuno; según
nuestro plotter el momento debían ser las 21'30, por radio capitanía
nos indicó que las 22'30h. El problema es que Chile este año no ha
cambiado la hora de verano a invierno cosa que no ha tenido en cuenta
nuestro Raymarine por lo que nuestros cálculos han estado 1 hora
equivocados todo el tiempo (eso explica algunas cosas como el
desajuste en nuestros cálculos de corriente del día anterior!).
A las
22.00h estábamos embocando la entrada que en el mejor de los casos
no nos iba a ofrecer más de tres metros de agua (nuestro calado es
de 2.20)
Podría
explicaros que aunque la luna debía ayudarnos el cielo estaba
encapotado y no había nada de luz; que hay que pasar pegaditos
pegaditos a la pared de una montaña bien alta y que a ratos me daban
ganas de poner las defensas, que la sonda marcaba 3'2, 3'3, 3,1 y mi
corazón corría desbocado, que me imaginaba clavadita en el fondo
viendo como el agua se retiraba y el velero escoraba sin remedio
hasta apoyar el palo en la pared...
Pero
nada de eso sería cierto!!!
Entramos
con la marea nocturna porque el Trinidad de Alan y Samuel -un
remolcador- entraba delante de nosotros cantándonos la sonda en todo
momento. Intranquilos por si sus conocimientos no eran suficientes,
embarcaron un piloto local que los fue dirigiendo sin problemas y
nosotros pegaditos a su popa. La sonda, aunque llegó a 3m, nunca
bajó de ahí y ni siquiera tuvimos que buscar un fondeo en la mitad
de la noche porque ellos tienen un muerto en propiedad y
sencillamente nos abarloamos a ellos de nuevo... a veces las cosas
son más sencillas de lo que uno se ha intentado imaginar durante
días!
Aquí
llevamos 6 días porque sabemos que sin un viento del sur o del este
la salida va a ser tanto o más difícil que la entrada
La
tramitación de los documentos fue sobre ruedas. El velero quedaba
bien custodiado. Tomamos una buseta a Aysén (500 pesos-25km) y de
ahí un bus a Cohayque (3200 pesos i/v, 65km) y de ahí otro bus a
Balmaceda (5000 pesos i/v 35km).
En el
aeropuerto de Balmaceda Johan preguntó por algún bus que nos
cruzara la frontera -solo necesitábamos un sello de salida y otro de
entrada, esperábamos hacerlo en un sólo día y sabíamos que cabía
la opción de caminarlo, unos 4 km- y un transfer de los que esperaba
los pasajeros del avión se ofreció a llevarnos (10.000 pesos). En
un par de horas teníamos nuestros sellos y podíamos ir a pasar la
tarde en Cohayque -ciudad que nos enamoró por encima de las demás
que hemos conocido hasta el momento- antes de iniciar el camino de
regreso y cenar a bordo sin problemas.
Al
regresar vimos que teníamos un nuevo vecino en la bahía, el
Polo-flat, velero de Australia, 34 pies, que está camino del norte
pero que el año pasado navegó desde el sur de Chiloé hasta Ushuaia
por el océano, que ha ido a la Antártida (fue el velero más
pequeños que fue a la Antártida el año pasado)... mil historias
que compartir
Los
días en espera de buenos vientos no se hacen pesados, cada día
cenamos con alguien, tenemos internet en el pueblo (en una cafetería
que no te deja conectar si no consumes, aunque igual te cobran el
wifi a parte... esto nos “obliga” a disfrutar de unos estupendos
bocadillos, el lugar se llama "el pollo doradito")
además
la señora de la cafetería se ha ofrecido a lavar nuestras sábanas
(no se puede pedir más).
En
Aysén hay un buen super donde reponer básicos y el entorno es
espectacular
Ayer
nos visitaron las primeras nieves en los picos de las montañas,
hemos empezado a usar la estufa durante el día (la temperatura en
las mañanas ronda los 6 graditos). Ya pasamos el rato estudiando los
fondeos que nos llevarán al golfo de Penas
Y ya sabéis, aunque las fotos van a tardar un poquito en llegar los textos van a seguir. Esperamos
que sigáis fieles a nuestras peripecias, nos gusta sabernos
acompañados.
Y no
olvides que a bordo hay sitio para ti, para que nos acompañes a
descubrir el fin del mundo.
sábado, 2 de mayo de 2015
zigzagueando
¡cuántas
cosas caben en un viaje si les dejas espacio!
Ahí
vimos como se alejaba Klaus, que cada tanto se agarra su kayac y se
rema 30 millas arriba y abajo, y seguimos hacia Añihue (43°52S
073°03W), un fondeo que sólo marca uno de los tres libros que
manejamos, que lo define como “good for all winds” pero con una
entrada angosta (tiemblo cuando leo eso de las entradas angostas,
rodeadas de piedras que a ratos velan y a ratos no).
El
camino por nublado y lluviosillo no fue menos bonito, navegar en el
lado de la cordillera tiene su premio, verte rodeado de montañas que
no se acaban, a las que las nubes les roban la cima.
Nos
aproximamos y en el último espacio recogido -sin viento- pero
suficientemente amplio, bajamos el dinghy porque el fondeo era de los
de cabos a tierra; la carta señala una entrada -de unos 10 m de
ancho a lo más más- y dice que entres pegadito a la isla (pegadito
es pegadito) así lo hicimos, con marea alta, y todo fue bien (yo ya
solo me histerizo por dentro y al menos no pongo nervioso a Johan que
como siempre está concentrado y capaz) y tocó echar el ancla (casi
encima de la isla) y atar a tierra (con el culo casi en la montaña).
Había que atar a las rocas y aunque puestos a elegir prefiero árbol,
todo fue rápido y bien.
Y allí
estábamos, en un rinconcito en el que apenas cabíamos, de verdad
protegidos para cualquier viento que quisiera venir, una preciosidad.
Pasamos
la tarde paseando por las rocas y haciendo cositas en la bañera; el
sol que me regaló los últimos rayos de la temporada ya parecía
haber dicho adiós, pero no hacía tan mal tiempo como para no poder
disfrutar de las vistas y pasear... abrigados, pero se podía y no
queremos dejar pasar ni una oportunidad.
Se
aproximaba una baja presión para un día más tarde y aunque el
sitio era perfecto para esconderse del viento, quisimos aprovechar
que ese día podíamos navegar a vela sin problema y decidimos ir a
la caleta Poza de Oro que se veía perfecta para aguantar el temporal
si es que venía. Yo estaba un poco recelosa porque en la bajada
teníamos que navegar un canal estrechito (canal refugio) y se me
antojaba que el viento se podía encañonar. Recogimos cabos,
levantamos el ancla, subimos la auxiliar a la cubierta e izamos las
velas: rumbo sur.
En el
canal todo fue genial (si acaso algo escasos de viento) pero ¡ay
señor! La que nos esperaba al dar la curva.
El día
estaba lluvioso pero los dos estábamos en la bañera. Dejamos atrás
Refugio y nos dirigimos a Moraleda (el canal ancho y principal), en
previsión de que el viento aumentara -es lo habitual- en el canal
recogimos dos rizos y dejamos menos génova... afortunadamente. 40
nudos mantenidos con rachas de hasta 55 y una ola corta e
incomodísima fueron el recibimiento de Moraleda. Puaj!!! ya no me
acordaba que navegar a veces puede ser menos divertido.
Tuvimos
que recoger el tercer rizo (nos aproamos un poquito y el anemómetro
marcó 58) y dejamos un trapito de génova. Solo teníamos que
navegar 12-15 millas antes de resguardarnos de nuevo y a más de 8
nudos de velocidad eso era poco y menos. Nos cruzamos con un mercante
que iba hacia el norte como si en una montaña rusa se paseara. Ya
alcanzábamos la esquinita que nos iba a librar del viento cuando
vimos al mercante girar sobre si mismo y seguir nuestros pasos...
¡cómo puede ponerse el mar! El viento, a resguardo de la isla se
quedó en 15-20 nuditos, todo bien, prueba superada. Navegamos otra
hora antes de tomar el brazo que nos llevaba al fondeo, con el viento
en contra pero la corriente a favor el camino, entre niebla y lluvia,
se hizo corto y a pesar de que la entrada era nuevamente angosta, fue
un descanso echar el ancla y ver que las rachas de 35 del canal no
pasaban de 15 en el fondeo (44°08'8S 073°06'2W)... y nos regalamos
un té calentito y por primera vez encendimos la estufa para ayudar a secar la ropa.
Por la
noche, tras la cena, ya cada uno con su libro en la mano, Johan
estaba intranquilo, Miguel, un argentino que tiene una rueda de
navegantes en la radio de onda corta, nos había dado un parte según
el cual se esperaban rachas de hasta 55 en la noche. El ancla había
cogido fenomenal, teníamos espacio para el borneo, pero yo podía
ver la cabeza de Johan dando vueltas y más vueltas.
Finalmente
me dijo
- creo que es el momento de estrenar la segunda ancla!
- Pues claro!
A mí
ni se me había ocurrido pero en un plis plas la sacamos de la
sentina y la montamos (es una fortress 37), buscamos su cadena (10
metros de 10 mm) su cabo (70 metros) y nos fuimos a preparar la
maniobra. En menos de 30 minutos la segunda ancla descansaba en el
fondo de la bahía, ahora ya podía soplar.
Nosotros
dormimos como bebés, confiados en el fondeo que no nos falló, en la
mañana vimos que la máxima recogida durante la noche fue de 36
nudos, el barco no se había movido nada de nada.
Pasamos
un día tranquilo a bordo (pequeños trabajos, lectura, película),
al siguiente fuimos a pasear por las lagunas interiores (menos
interesantes que en Pailad)
y finalmente fuimos a visitar a la
familia.
Actualmente son un matrimonio pero durante años vivieron
allí, casi el fin del mundo, con tres hijos (hacían escuela en
casa) y allí siguen los padres ahora que los hijos emprendieron sus
propias vidas. La señora de la casa hace trabajos esporádicos para
las piscifactorias, el tiempo lo pasan jugando al ajedrez y leyendo
(tele tienen pero la ven poca por aquello de que les cuesta generar
la electricidad), no tienen teléfono ni internet (se comunican con
la radio VHF con los muchos pesqueros y piscifactorías de la zona).
Para ir a la ciudad más próxima tienen que ir en bote a motor por 2
horas, desde ahí pueden tomar un bus para ir a ciudades más
grandes. Tienen un apartamento en Santiago, dicen que viven ahí no
porque no tengan otra cosa que elegir, simplemente porque ahí son
felices. Y se les nota!
En
este viaje estamos conociendo a mucha gente interesante, reconocemos
que es genial compartir el mismo idioma pero a eso hay que sumarle
que nosotros tenemos ganas de relacionarnos con la gente de acá y
que los chilenos nunca han tenido para nosotros más que actitudes
amables y hospitalarias... ganas nos dan de instalarnos aquí para
siempre jamás!
Después
de los días de relax tocaba seguir camino. En principio queríamos
navegar por el canal Puyuaguapi, informan las guías que no tiene los
mejores fondeaderos pero que navegar entre las cumbres de la
cordillera es precioso. Sin embargo en la Patagonia cruisers net
(otra red en la radio, esta manejada por un alemán donde nos
reunimos con otros veleros de la zona) dos veleros dijeron que se
dirigían a la marina Jéchica y nos decidimos por la compañía.
Aprovechando
la marea a favor -importante por aquí- salimos temprano; tuvimos que
cruzar de nuevo Moraleda que esta vez estuvo más tranquilo. La parte
oeste del canal (las islas Chonos) es también bonita, pero
diferente. Islotes e islas repartidos por todos lados, formando
recobecos y caminos sustituyen la majestuosidad de la cordillera. Las
últimas millas tocó hacerlas a motor y llegamos a Jéchica; es una
marina (secillas las instalaciones en el agua, un pantalán flotante)
pero con unas construcciones en tierra estupendas (bar restaurante,
tres cabañas, casa social para los navantes, hasta un jacuzzi!).
Como ya caía la tarde decidimos cogernos a una boya (44°25'12S
073°51'69W).
A la
mañana siguiente vino Cirilo en guardián de la marina, a
informarnos que podíamos usar el pantalán y que sí queríamos él
nos conectaba el servicio de internet, todo sin costo alguno porque
la marina estaba cerrada por temporada baja. Nos atamos al pantalán
y nos fuimos de paseo
En la
tarde llegó el Randivag, un velero sueco que viaja hacia Pto Montt
desde Pto Williams. Los ayudamos a atracar y pronto organizamos una
cenita.
El
entorno es precioso, tuvimos suerte de tener dos días claros y
despejados, paseamos, usamos los servicios que Cirilo amablemente nos
facilitó (tener internet en un lugar recóndito es genial) y
compartimos buenos ratos con Sven y Lisa.
Teníamos
pronóstico de buenos vientos del norte y decidimos partir. Los
suecos se quedaban un par de días a la espera de algún sur que los
ayudara a subir. Siguiente destino: posiblemente un fondeo llamado
“árboles espectrales” pero como siempre el viento era el que iba
a mandar.
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