viernes, 11 de septiembre de 2015

Alcamar Yamana


En tiempo “real” llevamos unos días felizmente amarrados en Puerto Williams. No podemos decir que sea el final del viaje porque nos falta conocer Ushuaia y hay muchos fondeos en la zona que están esperando que los visitemos, pero sí, la verdad es que estamos con un dulce regusto a “misión cumplida”, felices de pasear por las calles, compartir con las tripulaciones de los otros veleros que hay por acá.

Estar en la ciudad, o pueblito, o enclave, nos da acceso a internet así que hemos podido poner fotos en todos los post desde Puerto Natales hasta aquí, por si alguien quiere curiosear estos son los enlaces (puedes pinchar sobre el texto):

Primeros síntomas de congelación
De Smyth a Magallanes
Chapuzón
Adiós a Magallanes
Centollas
Brecknock
Canal O'Brien
Caleta Emilita
Garibaldi

Pero en nuestras crónicas, nos habíamos quedado en Caleta Olla y hasta llegar a puerto aun pasamos muchos días. Hay tres buenas crónicas esperando ver la luz. Aquí va la primera de ellas:

Yo creo que me habría quedado por semanas en caleta Olla, ainshhh, qué enamoramiento me cogió a mí con el lugar: buenos paseos, vistas inmejorables, animales por todos lados... pero sabemos que vamos a volver y queríamos llegar a Williams así que después de un par de días en Olla pusimos rumbo a Yendegaia.


Salimos con apenas 3 nudos de viento del este, en contra pero tan suavito que no nos pareció problema. Como siempre desde que estamos en Tierra de Fuego, lo primero, ya en marcha, fue avisar al Alcamar (Alcaldía de Mar) más próximo – Yamana- de nuestros movimientos. El señor de Yamana nos atendió como siempre amable pero nos indicó que ante su puesto de control (punto en el que confluyen el brazo noroeste, el suroeste y el canal Murray) había unos 25 nudos del este, lo dijo con voz de “yo os aviso”.

Llegados a las inmediaciones del puesto de la Armada, los 25 nudos eran ya 30, el mar incomodísimo porque el viento soplaba en dirección contraria a la corriente formando una ola feota y por un momento tuvimos una racha de 53. Nuestra velocidad iba de los 6 nudos a los 2 y de los 2 a los 6 sin ton ni son. Más tarde, nos explicarían que estas rachas son un fenómeno que se da en la zona debido a la confluencia de tantos brazos distintos y si lo intentas con el viento en la nariz pueden pasar estas cosas. No nos costó mucho decidir que volver a Olla (¡bien!) de la que solo nos separaban unas 7 millas y esperar al día siguiente en que la previsión era de viento del oeste y por lo tanto a favor. Flops! media vuelta.

Menos de una milla desandada, Johan vio un recodo que parecía protegido: buenos árboles, agua calmita. Nos acercamos y vimos una línea de pescadores cruzando el fondeo: buena señal. Decidimos quedarnos.


Echamos el ancla en apenas 5 metros evitando el kelp y dimos atrás hasta quedar a ras con la línea de los pescadores. Fui a tierra a atar un par de cabos, guau, qué arbolazos más bonitos; podía venir un huracán que no nos íbamos a mover un palmo!!!



El día seguía siendo frío pero las temperaturas tan extremas ya estaban pasadas; hacía un solazo impresionante y el termómetro ya estaba por encima de cero (vale, solo +1°, pero ¡positivo!) así que preparamos algo de comer y por primera vez en semanas (¿meses?) comimos en la bañera disfrutando de las vistas.



Por la tarde decidimos visitar la Alcaldía de Mar, los llamamos por la radio para preguntar si había inconveniente y nos dijeron que éramos bienvenidos, así que nos calzamos las botas y allá que nos fuimos. La distancia no era larga, pero la nieve ponia difícil el camino; Johan iba delante haciéndome caminito, yo sólo tenía que pisar sus huellas, a veces el hueco en el que tenía que meter mi pie para encontrar la huella del suyo era tan profundo que la nieve me llegaba a medio muslo, en resumen, íbamos lentos, lentos.
 




 En una horita estábamos en casa de la gente de Yamana, nos recibió dando brincos Florencia, la niña de 5 años de la familia. Yo iba vestida como sigue: camiseta de ropa térmica interior, camiseta de manga larga, suéter polar, chaleco polar, chaqueta impermeable; pantalón interior térmico, pantalón de paseo, pantalón estanco, dos pares de calcetines... y me sentía bien, bueno, después del paseo algo acalorada. Florencia vestía: calcetines, botas, pantalones de malla tipo legins y camiseta de tirantes...

Pasamos toda la tarde con la familia, que no recibían ninguna visita desde hacía tres meses. Nos contaron que todos los puestos de Alcamar están ocupados por familias con niños, el tiempo del servicio es de un año, que puede prorrogarse hasta un máximo de cuatro pero cambiando de faro; prestan servicio 24h al día.



No pueden recibir visitas (de familia y amigos, se entiende). Periódicamente reciben víveres y si quieren algo fuera de lo estipulado (algún alimento especial o cualquier otra ocurrencia tipo libros, música, películas, ropa...) hay un barco que hace la ruta regularmente entre Williams y Punta Arenas y cualquiera puede comprarles cosas y hacérselas llegar por esa vía. Todas las Alcaldías salvo dos (y Yamana era una de esas dos) tienen conexión telefónica y de internet vía satélite, ello solo por radio. La familia coincidía en afirmar que estaba siendo un tiempo genial, que estaban muy felices e poder estar en el faro!


Regresamos al velero con las justas para que no nos cayera la noche encima, habíamos cenado juntos, tomado tés y cafés... pasado un día genial.

El regreso fue más rápido porque pudimos encontrar nuestras propias huellas!

Al llegar a la playa descrubrimos que estábamos en el punto más bajo de la marea y que habíamos vuelto a fondear en uno de esos lugares en que hay una laaaarga playa que aparece cuando el agua se va. Resultado: la auxiliar estaba a 20 metros del agua en medio de un mar de piedras. Pero no hay que sufrir que Johan es ingeniero y yo he visto algún que otro capítulo del canal Historia... así que buscamos unos troncos redondos, manejables y si los egipcios pudieron mover las piedras para hacer las pirámides, en 10 minutos el bote flotaba en el
agua!!! Me está encantando este viaje, mucho, pero mucho!!!




Nos fuímos a dormir con la sensación de día aprovechado hasta el último minuto, sí, es cierto, no habíamos llegado a Yendegaia pero ¿quién nos esperaba allí?. Al día siguiente... volveríamos a intentarlo.

2 comentarios:

Julio Cèsar Lozano Pizzano dijo...

Hola
Tenía tiempo que no entraba en vuestro maravilloso blog, nunca habia escrito un comentario, pero por el buen rato que me haces pasar al leeros creo que es lo mínimo que puedo hacer. Desde el Caribe a la actualidad en dos días. En un placer leer vuestras aventuras, que impresionantes los paisajes, por las fotos puedo imaginar lo que en realidad estáis sintiendo al disfrutar de esos lugares tan potentes y con las condiciones tan variadas.
Os deseo mucha salud y felicidad!!!

Anónimo dijo...

Espero que el terremoto no se haya sentido ahí abajo!