En
tiempo “real” llevamos unos días felizmente amarrados en Puerto
Williams. No podemos decir que sea el final del viaje porque nos
falta conocer Ushuaia y hay muchos fondeos en la zona que están
esperando que los visitemos, pero sí, la verdad es que estamos con
un dulce regusto a “misión cumplida”, felices de pasear por las
calles, compartir con las tripulaciones de los otros veleros que hay
por acá.
Estar
en la ciudad, o pueblito, o enclave, nos da acceso a internet así
que hemos podido poner fotos en todos los post desde Puerto Natales
hasta aquí, por si alguien quiere curiosear estos son los enlaces (puedes pinchar sobre el texto):
Primeros síntomas de congelación
De Smyth a Magallanes
Chapuzón
Adiós a Magallanes
Centollas
Brecknock
Canal O'Brien
Caleta Emilita
Garibaldi
Primeros síntomas de congelación
De Smyth a Magallanes
Chapuzón
Adiós a Magallanes
Centollas
Brecknock
Canal O'Brien
Caleta Emilita
Garibaldi
Pero
en nuestras crónicas, nos habíamos quedado en Caleta Olla y hasta
llegar a puerto aun pasamos muchos días. Hay tres buenas crónicas
esperando ver la luz. Aquí va la primera de ellas:
Yo
creo que me habría quedado por semanas en caleta Olla, ainshhh, qué
enamoramiento me cogió a mí con el lugar: buenos paseos, vistas
inmejorables, animales por todos lados... pero sabemos que vamos a
volver y queríamos llegar a Williams así que después de un par de
días en Olla pusimos rumbo a Yendegaia.
Salimos
con apenas 3 nudos de viento del este, en contra pero tan suavito que
no nos pareció problema. Como siempre desde que estamos en Tierra de
Fuego, lo primero, ya en marcha, fue avisar al Alcamar (Alcaldía de
Mar) más próximo – Yamana- de nuestros movimientos. El señor de
Yamana nos atendió como siempre amable pero nos indicó que ante su
puesto de control (punto en el que confluyen el brazo noroeste, el
suroeste y el canal Murray) había unos 25 nudos del este, lo dijo
con voz de “yo os aviso”.
Llegados
a las inmediaciones del puesto de la Armada, los 25 nudos eran ya 30,
el mar incomodísimo porque el viento soplaba en dirección contraria
a la corriente formando una ola feota y por un momento tuvimos una
racha de 53. Nuestra velocidad iba de los 6 nudos a los 2 y de los 2
a los 6 sin ton ni son. Más tarde, nos explicarían que estas rachas
son un fenómeno que se da en la zona debido a la confluencia de
tantos brazos distintos y si lo intentas con el viento en la nariz
pueden pasar estas cosas. No nos costó mucho decidir que volver a
Olla (¡bien!) de la que solo nos separaban unas 7 millas y esperar
al día siguiente en que la previsión era de viento del oeste y por
lo tanto a favor. Flops! media vuelta.
Menos
de una milla desandada, Johan vio un recodo que parecía protegido:
buenos árboles, agua calmita. Nos acercamos y vimos una línea de
pescadores cruzando el fondeo: buena señal. Decidimos quedarnos.
Echamos
el ancla en apenas 5 metros evitando el kelp y dimos atrás hasta
quedar a ras con la línea de los pescadores. Fui a tierra a atar un
par de cabos, guau, qué arbolazos más bonitos; podía venir un
huracán que no nos íbamos a mover un palmo!!!
El día
seguía siendo frío pero las temperaturas tan extremas ya estaban
pasadas; hacía un solazo impresionante y el termómetro ya estaba
por encima de cero (vale, solo +1°, pero ¡positivo!) así que
preparamos algo de comer y por primera vez en semanas (¿meses?)
comimos en la bañera disfrutando de las vistas.
Por la
tarde decidimos visitar la Alcaldía de Mar, los llamamos por la
radio para preguntar si había inconveniente y nos dijeron que éramos
bienvenidos, así que nos calzamos las botas y allá que nos fuimos.
La distancia no era larga, pero la nieve ponia difícil el camino;
Johan iba delante haciéndome caminito, yo sólo tenía que pisar sus
huellas, a veces el hueco en el que tenía que meter mi pie para
encontrar la huella del suyo era tan profundo que la nieve me llegaba
a medio muslo, en resumen, íbamos lentos, lentos.
Pasamos
toda la tarde con la familia, que no recibían ninguna visita desde
hacía tres meses. Nos contaron que todos los puestos de Alcamar
están ocupados por familias con niños, el tiempo del servicio es de
un año, que puede prorrogarse hasta un máximo de cuatro pero
cambiando de faro; prestan servicio 24h al día.
No
pueden recibir visitas (de familia y amigos, se entiende).
Periódicamente reciben víveres y si quieren algo fuera de lo
estipulado (algún alimento especial o cualquier otra ocurrencia tipo
libros, música, películas, ropa...) hay un barco que hace la ruta
regularmente entre Williams y Punta Arenas y cualquiera puede
comprarles cosas y hacérselas llegar por esa vía. Todas las
Alcaldías salvo dos (y Yamana era una de esas dos) tienen conexión
telefónica y de internet vía satélite, ello solo por radio. La
familia coincidía en afirmar que estaba siendo un tiempo genial, que
estaban muy felices e poder estar en el faro!
Regresamos
al velero con las justas para que no nos cayera la noche encima,
habíamos cenado juntos, tomado tés y cafés... pasado un día
genial.
El
regreso fue más rápido porque pudimos encontrar nuestras propias
huellas!
Al
llegar a la playa descrubrimos que estábamos en el punto más bajo
de la marea y que habíamos vuelto a fondear en uno de esos lugares
en que hay una laaaarga playa que aparece cuando el agua se va.
Resultado: la auxiliar estaba a 20 metros del agua en medio de un mar
de piedras. Pero no hay que sufrir que Johan es ingeniero y yo he
visto algún que otro capítulo del canal Historia... así que
buscamos unos troncos redondos, manejables y si los egipcios pudieron
mover las piedras para hacer las pirámides, en 10 minutos el bote
flotaba en el
agua!!!
Me está encantando este viaje, mucho, pero mucho!!!
Nos
fuímos a dormir con la sensación de día aprovechado hasta el
último minuto, sí, es cierto, no habíamos llegado a Yendegaia pero
¿quién nos esperaba allí?. Al día siguiente... volveríamos a
intentarlo.
2 comentarios:
Hola
Tenía tiempo que no entraba en vuestro maravilloso blog, nunca habia escrito un comentario, pero por el buen rato que me haces pasar al leeros creo que es lo mínimo que puedo hacer. Desde el Caribe a la actualidad en dos días. En un placer leer vuestras aventuras, que impresionantes los paisajes, por las fotos puedo imaginar lo que en realidad estáis sintiendo al disfrutar de esos lugares tan potentes y con las condiciones tan variadas.
Os deseo mucha salud y felicidad!!!
Espero que el terremoto no se haya sentido ahí abajo!
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