Os cuento un poco más de Puerto Williams, aquí, en el fin del mundo
Puerto
Williams, además de ser la puerta del Cabo de Hornos -para los
amantes del mar- es el punto de partida para un maravilloso trekking
alrededor de los Dientes de Navarino -para los amantes de la montaña-
y es un lugar con mucho encanto.
Vista aérea de Puerto Williams, Micalvi al fondo |
Como
ya hemos explicado otras veces, el Micalvi, es una marina original en
la que el “pantalán” no es otra cosa que un barco dejado varar
que hace de punto de amarre y que acogía al más famoso bar de
navegantes... que actualmente es solo una sala donde consultar
internet y compartir un rato, sin bebidas porque ya no es un bar
Pero estar aquí amarrado, a veces, puede ser estresante!. Voy a
intentar explicar lo de estresante. En los meses de temporada alta
por estas latitudes, el Micalvi está lleno de veleros que viajan a Cabo de Hornos, Antártica, Ventisqueros y que continuamente
entran y salen, se llenan de pasajeros -que tienen que pasar sobre
tres o cuatro barcos para llegar al suyo y que nos siempre son muy
diestros a la hora de hacerlo; resultado: algunas malas caras, algún
candelero roto, gente pasando por tu cubierta a las 2h de la mañana-.
Entonces
pasa que uno de los veleros quiere salir y salvo que sea el último
que llegó toca hacer una maniobra conjunta (él que se va dejaría a
la deriva a los que están abarloados a él si lo hiciera sin más,
hay que coordinar para que todo el mundo quede bien atado). No
siempre es sencillo porque hay tres filas de veleros y en ocasiones
hay que mover cuatro o cinco para que salga uno.
El velero azul quiere salir entre los otros dos porque no tiene suficiente calado para hacerlo por el exterior. Cabos por aquí y por allá, defensas, gente, risas, nervios... Micalvi's life. |
Si a
eso le sumamos que hubo al menos cinco días con el puerto cerrado y
al menos tres grandes veleros, con los pasajeros a bordo, esperando
para partir en cuanto se pudiera, que en la marina no cabe un
alfiler, que hasta las boyas están llenas... los nervios estaban
bastante a flor de piel.
La
meteo parecía ir a mejorar y tres veleros querían salir,
prácticamente todo el mundo tuvo que permanecer a bordo porque su
partida suponía mover a unos cinco veleros. Día de espera conjunta.
Nada. Decidieron salir a las 5 de la mañana (qué suerte para los
vecinos, o sea, nosotros, jaja) Despertador a las 4'30h para
abrigarse bien que aunque el verano está resultando maravillosamente
bondadoso son la temperatura -no con el viento- ese día, nevó por
sorpresa.
nevada veraniega |
Cuatro
treinta de la mañana, casi toda la marina en pie. Tienen que salir
dos veleros de la fila intermedia, nosotros en estamos justo en medio de ellos. Para eso deben dejar su amarre al
menos dos veleros de la última fila (uno de los que parten es un
gran catamarán) y nosotros debemos afirmarnos al siguiente velero.
Salen
los dos veleros, sale el catamarán, sale el velero de la primera
fila que quiere navegar, sale nuestro vecino -segunda fila- y
nosotros afirmamos nuestro barco al siguiente, regresan los dos
veleros que han tenido que salir para hacer espacio.
Todos
estamos muertos de frío pero a las 6 de la mañana volvemos a estar
tan ricamente en la cama. Cuando podemos... preferimos estar en la
boya.
Al día
siguiente prevemos que todo va a ser paz y tranquilidad: ya han
salido todos los que querían salir -o eso pensábamos- y el día
está calmado; ya no nieva y hasta ha salido el sol. No hay a penas
viento. Decidimos ir a comer un menú del día después de un buen
paseo para celebrar.
Cuando
estamos en el segundo plato entra el comodoro de la marina a
buscarnos (sí esto es tan pequeño que a poco que te busquen... te
encuentran) y nos pide que volvamos porque después de tantos días
con el puerto cerrado hay al menos cuatro barcos dando vueltas en la
bahía esperando para entrar, dos de los amarrados quieren salir a
las boyas y tenemos que mover el barco para que pueda poner un poco de orden y "reorganizar la flota". Se nos queda el plato en la
mesa y corremos a maniobrar. Aprovechando la “gran movida” -la
segunda en 12h- decidimos ir a la tranquilidad de la boya (eso sí,
compartida con los amigos finlandeses del Manta, que esto sigue a
rebosar) e iniciamos -por fin- unos días tranquilos en el
maravilloso Puerto Williams.
El
domingo amaneció inauditamente soleado (aquí el tiempo es de más
cambiante) y aprovechamos para caminar. Johan ha sido un gran
montañero... yo no soy una gran caminante pero a mi paso voy haciendo con alegría.
Objetivo
Cerro Bandero, la primera parada dentro del circuito (más que
recomentable) de los Dientes de Navarino.
Nos
sorprendió no lo bonito -no esperábamos otra cosa- sino lo
organizado del camino (bien señalizado, cuidado) que a nuestros ojos
lo hacía más atractivo que los paseos por el famoso parque de
Lapataia
Con un
par de botellas de agua, un par de bocadillos y algo de fruta,
iniciamos el paseo que debía durar entre cinco y seis horas al
famoso cerro.
Aprovechando
el maravilloso día y el hecho de que aquí es período de vacaciones
escolares, nos cruzamos con varias familias, grupos de amigos y desde
luego montañeros que estaban caminando arriba y abajo. Todo el mundo
saluda, todo el mundo tiene una sonrisa, todo el mundo se para a
comentar algo... genial
A
ratos es estupendo cambiar el azul del mar por el verde de la
montaña, y la verdad, si lo que uno busca es sentirse pequeño
arropado por la inmensidad de la naturaleza... lo mismo que sirve el
mar sirven los árboles
A las
tres horas de camino cuesta arriba y calculando lo que quedaba por
bajar... yo tiré la toalla en el primer mirador
Las
vistas eran geniales, el día era genial, los bancos eran
estupendos...
me di
por satisfecha con esperar a Johan que emprendió en solitario el
último tramo.
La
bajada fue más rapidita y a la hora prevista estábamos de regreso y
como no caímos en la tentación de celebrar con una cervecita. A
estas alturas todavía no conocíamos ningún bar en Williams así
que preguntamos y nos mandaron a uno que resultó ¡estupendo!
Una
buena cerveza austral de barril y unas patatas fritas y estábamos en
el paraíso
Y
entre tanto hemos vuelto a Ushuaia, hemos vuelto a Williams.
Ahora,
del 1 al 9 de marzo tenemos el reto de Cabo de Hornos (recordad que
nos queda una plaza disponible... hay que darse prisa) y después...
rumbo norte!
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