Parece que fue ayer que estábamos celebrando rodeados de amigos el fin de la restauración, todo flamante, todo nuevo... y ya toca empezar a cambiar-reponer-reparar algunas cosas.
Hemos comprado cadena nueva (ya explicamos que nos ha costado más de tres viajes a Panamá y al final la hemos tenido que traer en 4x4 + lancha directa a Kuna Yala) pero hay más cosas que reparar: toca reponer la patente, la pintura del casco pide a gritos un retoque: la cubierta porque ya no le queda antideslizante y se ha convertido en un peligro, la pintura naranja porque ya desde el principio nos ha dado problemas y dejó de brillar como debería por no hablar que en el último año nos han chocado 3 barcos y tenemos la pintura tocada en más de un punto.
Ya hace dos años, en Canarias, compramos candeleros nuevos que no hemos tenido ocasión de instalar, y “ya que estamos” cambiaremos los guardamancebos (hemos comprado cabo de dynema en lugar de cable de inox, a ver qué tal funciona).
En nuestra lista de deseables-casi-imposibles sigue estando encontrar una solución para las escotillas de la joupette porque hasta ahora nada nos da resultado.
El bímini está dejando de ser estanco.
El prensaestopa está para cambiar... desde hace un año según la recomendación del fabricante.
Hay que revisar la balsa salvavidas
Arrrgggg.... ¿necesitaremos otros 18 meses trabajando?
Mmmmm... nos vamos a conformar con un mesecito y a ver hasta dónde llegamos.
La gran pregunta es ¿dónde?
En Panamá, en este lado del Atlántico hay varias opciones; la más “fácil” Shelter Bay pero todo el mundo dice que es carísimo y que no acostumbran a cumplir los plazos; Panamarina acaba de comprar un travelif, pero todavía no está instalado y hay una lista de espera larga para utilizarlo; Turtle Marina tiene un flamante travelig... demasiado pequeño para nuestro peso. Parece que también existe una opción en Bocas del Toro pero queda un poco lejos de todo y puede llevarte un día completo conseguir un pincel si olvidaste comprarlo en la capital antes de salir del agua
En estos casos lo mejor es preguntar a los que ya llevan tiempo por aquí y la mayoría nos dice que la mejor opción es ir para Cartagena de Indias
¡bien! Podemos sacar el velero por mejor precio y además conocer una de las ciudades más bonitas del mundo según cuentan. Pues nos vamos a Cartagena.
Decidimos salir a finales de septiembre, pero parece que si nosotros le hemos cogido cariño a San Blas, San Blas nos ha cogido cariño a nosotros y no nos quiere dejar salir.
Primero Johan se enfermó, una gripe de esas de 40ª de fiebre y que te dejan sin poder mover un músculo; así que fueron unos diez días de mimos, sopa de pollo y paracetamol hasta que pudo volver a ponerse en marcha.
Entonces nos dirigimos a Porvenir para hacer los trámites de salida del país y el funcionario de turno estaba enfermos (sin sustituto a la vista) y tocó esperar nuevamente; cuando por fin nos pusimos en marcha, con una paradita en Cayo Holandés para salir con mejor ángulo... ¡se rompió un tornillo del alternador!
Justo a la hora prevista de salida
– las 17h- estábamos con el alternador encima de la mesa del
salón, el tornillo se había roto a
la altura de la tuerca y es redondo sin ranuras en la cabeza; cuando
girábamos la tuerca giraba el tornillo y en consecuencia ni se aflojaba ni
había como soltarlo para sustituirlo por uno nuevo; sin internet para
estudiar la forma de abrir el trasto y trastearlo no podíamos hacer
más que mirarlo, intentarlo, pensar y pensar...
las 18h, las
18'45... y Johan tiene una idea genial (si uso la minisierra por
aquí, corto por allá, hago este apaño provisional) y ¡funciona! A
las 19 levantamos fondeo y para Cartagena, con una cosa más en la
lista de tareas: reparar el alternador.
La travesía es de unas 190 millas hasta llegar a la primera boya que señaliza el largo canal de entrada hasta llegar al fondeo, queremos llegar de día y calculamos -como siempre- unas 5 millas/hora, lo que nos da unas 38 horas de travesía; queríamos salir a las 17h y así la previsión sería llegar a las 9 de la mañana; si fuéramos un poquito más rápido tendríamos 3 horas de margen -amanece sobre las 5'30/6h- y fuéramos más lentos tendríamos casi todo el día.
La previsión es de entre 5 y 10 nudos de viento en todas las direcciones así que suponemos que será una motorada... siempre mejor que esperar a que lleguen los alíseos y tener el viento en contra!
Salir dos horas tarde no suponía mucho problema así que aunque ya era noche oscura, levantamos por fin el ancla -con su nueva y flamante cadena- y ¡en ruta!
Hacía un año que no salíamos a mar abierto así que teníamos nuestras reservas ¿nos acordaríamos? ¿estaríamos bien? ¿el velero también?
La previsión de las guardias la que quedó establecida en el cruce: tres horas cada uno entre las 20h y las 8 de la mañana.
Otra vez a dormir en el salón
A leer el libro con la luz roja del frontal (para no deslumbrarnos), a escuchar música con un único auricular (para no perdernos los ruidos del barco), a controlar el AIS y a intentar no dormirnos hasta pasado el tiempo estipulado
Pero también otra vez a ver el mar y nada más que el mar hasta donde alcanza la vista
Otra vez ver amanecer
Navegábamos a motor pero pronto se nos puso de manifiesto que en la ruta hay una importante corriente a favor; con el motor a 1400 revoluciones íbamos a 5'8 o 6 nudos... bajando a 1100-1200 aún íbamos por encima de las 5 previstas...
Al atardecer nos vimos rodeados de nubes de esas que si estás cómodamente sentado en una cafetería con vistas al mar hacen que te quedes embobado mirando sus formas caprichosas... pero que si estás navegando te hacen ver tormenta, rayos, truenos, viento.
La segunda noche fue mucho más movida: primero, alrededor de las 9 de la noche oímos en la radio una llamada de un mercante a otro avisando de que navegaba con la maniobra restringida porque arrastraba unos cables ¡de seis millas de longitud!
Glups! Nosotros lo habíamos visto en el AIS y calculamos que le pasábamos justo detrás sin problemas pero había que dejar un margen de dos millas por los costados y 7 millas por la popa. En ese momento íbamos a vela, con rizos para mantener nuestras 5 millas de promedio deseado, pero contactamos con ellos por la VHF y acordamos pasarles por delante; pusimos el motor y nos plantamos en los 7'5/7'8 nudos; si manteníamos ese ritmo por una hora lo conseguíamos, de lo contrario teníamos que desviarnos para evitarlo y hacer millas de más.
Superado el obstáculo (finalmente el mercante se vio obligado a reducir su velocidad porque otro velero estaba en su ruta y no respondía a la radio en ningún idioma!) volvimos a las velas y la tranquilidad, hasta que empezó la tormenta: relámpagos que me ponían la piel de gallina -hasta cuando dormía- con unos truenos ¡atronadores!
Tengo pánico a las tormentas eléctricas (y esto es otra historia que queda en el tintero) así que pasé mala noche; Johan tampoco muy tranquilo, pero con ese calmoso saber estar que tanto le envidio...
Entre esto y aquello y frenando el barco todo el viaje, a las 8 de la mañana encontramos la primera boya
¡Civilización!
Comunicamos a la guardia costera nuestra presencia y nuestro deseo de entrar en el país; seguimos las boyas y ¡tachán! La ciudad ante nosotros.
La verdad yo me esperaba unos preciosos edificios coloniales pero nos recibió esta imagen
¿esto es Cartagena de Indias?
Habrá que investigar
1 comentario:
Me encantaba el blog de la reconstrucción. Por favor, documentar todo, y fotos, muchas fotos...
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