Todos sabemos que tenemos una reflexión pendiente sobre el dar, el recibir, la
solidaridad, la gente buena en malos tiempos; pero de momento os queríamos hacer partícipes de esta aventura que ha sido un poco de todos: la vuelta a casa.
Cuando conseguimos comprar los pasajes de avión, nos faltaba cuadrar el modo de bajar del barco (ya que no teníamos acceso directo a tierra) y de llegar al aeropuerto.
Entendíamos que lo mejor era contratar una ambulancia y que con la camilla adecuada, los sanitarios se hicieran cargo del traslado.
Me fui a Portobello donde se encuentra el centro médico más próximo; en el primer lugar en que pregunté me dijeron que tenían dos ambulancias pero que una es donativo de una ONG y que tras dos años de adornar el parking aun no está legalizada y por lo tanto no ha entrado nunca en funcionamiento; la otra, bueno, la otra sí funcionaba pero como el chófer estaba de vacaciones, pues tampoco estaba operativa.
Me fui al segundo centro asistencial donde me dijeron que sí había una ambulancia pero que sólo podía desplazarse dentro del ámbito comarcal (o regional, no sé bien como se divide territorial y administrativamente Panamá) y que no podían llevarnos al aeropuerto sin una autorización especial y que tendríamos que hacernos cargo de los gastos que surgieran.
El día siguiente me dijeron que no habían recibido la autorización pero que podíamos arreglarlo saliendo antes de las 6 de la mañana para que la ambulancia estuviera en su lugar a las 9h. Eso suponía ir a una velocidad de vértigo por unas carreteras no muy buenas. Además no se hacían cargo de sacarlo del barco y teníamos que pagar... bueno la pregunta fue ¿cuánto están dispuestos a pagar? Necesitábamos un plan B
Buscamos una ambulancia privada; por el traslado (unos 120 km) nos pedían 800 dólares. Necesitábamos un plan C.
En la bahía hay un barco con un sevillano que vive a bordo. Esta historia se ha definido desde el principio como una historia de amistad desinteresada y de solidaridad. Felipe, que no nos conoce de nada, me acompañó en la odisea de las ambulancias y finalmente se ofreció para llevarnos en su coche. Si dicen que cuando dejas que las cosas pasen la vida fluye... nuestra historia iba fluyendo.
No disponíamos de camilla y Johan no podía caminar así que finalmente decidimos desembarcarlo atado a la pasarela del barco y trasladarlo a tierra en una barca local (que también nos consiguió Felipe) tripulada por Máximo y su hijo que no dudaron en dejar el trabajo y poner su lancha y su fuerza para llevarnos a tierra. Ahí estaban -como han estado en todo momento- Julio y Maribel para echar un cable.
Y así fue en imágenes la aventura
Felipe había adaptado el coche para que Johan pudiera ir cómodamente tumbado y así emprendimos en viaje a Panamá City.
Por primera vez en más de 20 días Johan volvía a ver el cielo y los árboles. Ataviados con la camiseta del foro naútico de La Taberna del Puerto que tanto nos ha empujado hacia casa, cual talismán habíamos iniciado el viaje desde casa hacia casa.
El asiento del avión se hacía cama y Johan pudo hacer todo el trayecto acostado sin problemas. Ha sido estupendo poder hacer el viaje en estas condiciones óptimas; ambos teníamos miedo de agravar algo, de que él llegara peor de lo que habíamos salido de Panamá, pero gracias a la posibilidad de poder viajar en primera todo ha ido bien, estupendo en realidad
En Amsterdam el enlace de los vuelos no fue problema ya que nos trasladaron en uno de esos carritos como de golf que yo siempre había mirado con una sonrisa en los aeropuertos.
En Barcelona nos esperaba el servicio de asistencia con la silla de ruedas que dejó al enfermito en el coche que nos esperaba y de ahí, derechitos a urgencias hospitalarias.
Ahora estamos en casa, metidos de pleno en otra aventura, la de conseguir pruebas, llegar a un diagnóstico, buscar la mejor manera de recuperación. Estamos todavía en una fase inicial (o sea, en la lista de espera) pero todo parece seguir su curso y en unos días esperamos tener algo -bueno- que contaros. Entre tanto, seguimos aprovechando este parón para pensar, para pensar mucho en lo bueno que nos da la vida: los amigos, la vida.
7 comentarios:
Hola chicos, os envío muchos ánimos!!! Besos
...Queridos Silvia y Johan....
Ojalá no tuvieráis que estar pasando ahora por todo esto, ojalá pudieráis seguir viendo amanecer desde el Alea....pero la vida es así, momentos buenos, estupendos, llenos de momentos mágicos y momentos tristes, malos, peores y llenos de dolor..... de los malos momentos, del dolor y de los baches que nos pone la vida también se aprende y se sacan cosas buenas....Vosotros, estoy segura, lo haréis. Estáis juntos, tenéis fuerza, ánimo, ilusión, amor, amigos.....Dentro de poco volveréis a escribir las crónicas desde el Alea....Mientras tanto, un abrazo enorme, fuerte, muy fuerte.
Os quiero.
Pili
Silvia y Johan,
Sentimos mucha alegría al verlos de regreso a casa, de casa. La aventura, como bien la has llamado, va hacia un buen desenlace. Les acompañamos en cada momento y muy pronto esperamos poder comunicarnos de forma telefónica cuando tengas más calma y tiempo libre. Recibe un abrazo estrecho desde Rodas, de parte de ASELEA y de todos los que tanto los queremos,
Diana
Animo pareja ¡¡¡ lo mas difícil esta hecho. Solo tenéis que tener un poco de paciencia... ya veréis como todo sale bien.... recogeréis lo que habéis sembrado a lo largo de toda esta maravillosa aventura. Un Abrazo fuerte. Iñaki.
de hormiga a hormiga... podemos charlar cuanto desees a través del mail!
Silvia y Johan
Una vez conseguido superar el primer escollo ahora os queda la recuperación y la vuelta al Alea que no dudo podréis realizar en breve tiempo aunque ya sabéis, mejor asegurarse la salud al cien por cien antes que sufrir una recaída por adelantarse.
Nosotros sabremos esperar con paciencia vuestras nuevas singladuras.
Ángel
Esta buena la aventura de volver en barco, pero muchas veces uno a la vuelta de los viajes ya está cansado y lo único que quiere es llegar. Por eso por ejemplo yo, cuando voy a algún lugar dentro de mi país, contrato pasajes de ida en micro y pasajes en avión para la vuelta, porque sé que ahí ya no voy a estar emocionada, sino preocupada por todo lo que tengo que hacer cuando vuelva y voy a querer estar rápico. Son los pequeños lujitos que me permito cuando estoy de vacaciones!
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