Seguimos
con nuestras historietas que si algo tiene de bueno este modo de
vivir es que siempre hay algo que contar.
Estuvimos
al menos cuatro días diciendo “mañana salimos”... pero no sé
si por pura pereza o por que la meteo no nos parecía ideal no
encontrábamos el momento. La cosa requiere de algo de planificación
porque para salir de Williams con destino a aguas argentinas hay que
conseguir un zarpe en la Armada y hacer los
trámites de aduanas, hay que
avisar previamente y sólo pueden realizarse a las 10h, a las 15h y a
las 18h. El zarpe es válido por 24 horas y te piden la hora estimada
de salida. Para salir temprano en la mañana (además de todo lo
dicho necesitábamos marea creciente porque en el lugar que estábamos
con marea baja a ratos estábamos casi en el fondo de barro,
imposible salir), hay que hacer el zarpe la tarde anterior.
Otro
velero -el Manta- quería hacer la misma travesía y preferían salir
el mismo día que nosotros porque si dejábamos libre nuestro amarre
su maniobra de salida era mucho más fácil... factores y más factores.
Salimos
un lunes con una meteo que nos pronosticaba viento del oeste (el
normal y habitual en la zona) pero solo de 4-5 nudos así que no
debía ser problema.
La
maniobra de salida, rápida y bien, el viento nulo. Todo apuntaba a
la mayor de las perfecciones. Hasta que dejamos el abrigo de la
bahía.
El
supuesto viento de 5 nudos era de unos 25, corriente no muy dura pero
en contra, dirección -aquí si habían acertado- oeste (o sea, en
contra, también).
Íbamos
avanzando a motor, dando cabezazos, despacio (algo más de tres
nudos) pero hacia la meta. Se prometía un día largo.
Detrás
de nosotros el Manta optó por poner vela y hacer bordos. Tenían que
apoyarse con el motor así que era una opción más distraída (no
más barata) pero decidimos probar también.
Abrimos
el génova, ajustamos el rumbo y rápidamente subimos por encima de
los 5 nudos por hora, aunque el plotter nos informaba amablemente que
la velocidad efectiva hacia el destino no pasaba de los 3'4
nudos.
Bordo
para aquí, bordo para allá íbamos haciendo hasta que el motor
empezó a hacer un ruido raro, acelerándose y desacelerándose sin
más. Johan bajó a la carrera para mirar y pof pof pof pof... el
motor se paró.
Recogimos
la vela y Johan se fue a ver qué pasaba y cómo solucionarlo.
Yo me
puse a la rueda y estabilicé el barco poniendo popa al viento... os
lo creáis o no la velocidad que alcanzábamos, sin motor, sin vela,
era de 3'7 nudos. O solucionábamos pronto el problema o llegábamos
en un plis plas... a Puerto Williams.
Los
del Manta nos vieron a través del AIS y se ofrecieron a esperar a
ver si necesitábamos ayuda pero agradecimos y declinamos el
ofrecimiento: si no podíamos solucionar era más fácil volver a
vela al punto de partida.
En
unos minutos Johan cambió filtros, purgó aires y brummm brummm
brummm ¡ya estábamos en marcha de nuevo!
¿os
acordáis de los problemas del diesel y la estufa? ¡nosotros
también!
Llegamos
a Ushuaia alrededor de las 17h (la marea estaba a mitad de su ciclo
decreciente) y optamos por el AFASyN, una de las dos marina que hay,
porque según las guías y las cartas tiene mayor calado.
Amarramos
abarloados al Manta e iniciamos los trámites de entrada en el país.
Paseo
a Prefectura (que siempre se hace más largo por aquello de no saber
dónde vas): tuvimos que rellenar tres veces el mismo impreso (no hay
fotocopiadora) que tardaron 1h en entregarnos. Con ese documento
tuvimos que dirigirnos a Adunanas (en la zona del muelle comercial, a
mitad de camino de “vuelta a casa”) donde en 15 minutos
cumplimentamos todos los impresos correspondientes. Ya éramos
legales en Argentina!
Nuestro
objetivo para el día siguiente era investigar cómo era el Club
Náutico porque el AFASyN queda muy lejos del centro. El precio que
nos ofrecieron en el AFASyN era de 210 pesos argentinos por día
incluyendo agua -no electricidad- y wifi. La primera vez que visitas
el puerto, si te quedas una semana te regalan dos noches de cortesía;
el centro dispone de un local social y baños y duchas. Ofrece
también la posibilidad de sacar el barco a dique seco (no hay
travelift, es un carro con carriles) aunque la cola es larga.
En el
Club Náutico, Uka -el encargado de todo- nos explicó que al final
del muelle el calado era suficiente (en verdad el mismo que en la
otra marina) y que el precio era de 101 pesos argentinos incluyendo
agua, electricidad -¡importante, podíamos poner la estufita
eléctrica y dejar descansar unos días a la Dicky- y wifi; no
disponen de zona social, ni de duchas o baños; es precio de
temporada baja válido hasta final de octubre, a partir de entonces
nuestra cuota sería de unos 170 pesos. Hay que pagar una cuota única
mensual de 250 pesos como socio visitante. Es cierto que es una zona
más ruidosa (está a pie de carretera) pero ir a comprar el pan
supone un paseo de 5 minutos y no de 25. ¡Nos cambiamos!
Al
regresar a AFASyN para movernos, el encargado nos comentó que había
cometido un error y que el mes de septiembre (estábamos a 23) era
considerado temporada baja y que podíamos quedarnos por 105 pesos...
mmm... nos mantuvimos en el Plan Club Náutico y en media horita
estábamos paseando por la ciudad con el barco amarrado en su nuevo
hogar.
Mucha
gente nos había comentado que Ushuaia era sólo “así-así”,
mucho ruido, muy ciudad (con cierta connotación negativa), que era
mucho más “auténtico” estar en Pto Williams. Bueno, si queréis
nuestra opinión, echando mano de la filosofía de “disfruta lo
bueno de lo que hay y no te pares a ver solo lo malo”, nos ha
parecido un lugar estupendo.
Es
cierto que las aguas de la bahía están muy sucias, es cierto que
las primeras noches no pegamos ojos porque los ruidos de la ciudad se
nos hacían raros e incómodos, que las marinas no son una maravilla,
que no hay otros veleros con gente con la compartir y charlar.
Pero:
se puede pasear por horas, hay un montón de buenos supermercados,
hay donde comprar, por ejemplo, los filtros que usamos viniendo,
tiendas de mecánica, electricidad, electrónica, hay cafeterías
donde te puedes sentar a tomar un buen croissant, hay donde cenar un
asado (y aunque no vayas a tomarte el café ni te comas unbuen asado... es bonito
saber que la posibilidad está ahí), hay muchísima vida por las
calles, hay hospital, hay dentista... hay de casi todo. ¡Hay hasta biblioteca!!
un barcito con encanto |
comprando el pan... y una pastita para el café de la tarde! |
para una supergolosa como yo ¿se puede pedir más? |
como cualquier biblioteca del mundo, el mejor lugar para perderse: buena lectura, gente amable dispuesta a ayudarte en cualquier cosa, calefacción, wifi... una biblioteca : un paraíso |
¿Mejor
Ushuaia que Williams? Mejor tener un velero e ir de una a otra según
te apetezca!!!
Desde
aquí hay mucho menos que pasear que en el lado chileno, pero aun así
se puede hacer alguna excursión interesante, así que después de 10
días disfrutando de la ciudad, soltamos amarras y pusimos rumbo al
parque nacional de Lapataia... será para la próxima.
2 comentarios:
Silvia, nadie te ha debido contar en todos estos años, quizás por educación, quizás por modestia, es que cuando se habla de nudos, es siempre de millas náuticas por hora y no hace falta hablar de nudos por hora ya que están incluidos en la palabra "nudos". Como pienso que eres una persona que nunca dejará de gustarle aprender cosas (por poco prácticas que sean) me he arrogado el derecho de ser yo el que te lo cuente. Si te molestaran estas líneas, que no creo, consuélate sabiendo que nunca podría emular tus aventuras ya que soy totalmente capaz de marearme en un cubo de agua, lo que me obliga a amar el mar y mirarlo desde la playa.
Hola Gato... nadie ofende cuando lo que hace es enseñar de buen talante ¡gracias!
normalmente utilizo a Johan como corrector de los post (tanto de contenido, como de estilo, como para las cuestiones más técnicas) pero hoy me he puesto el mundo por montera y he publicado sin su ok! y así me ha ido
Gracias por la -necesaria- rectificación que ya he corregido en el texto
Gracias por navegar con nosotros!
silvia
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