Cuando estábamos restaurando el velero, a ratos, me quedaba ensimismada mirando las nubes que se pintaban de rojo al atardecer. Entonces, en seco, con pintura por todos lados, soñaba que un día me dedicaría a tiempo completo a ser observadora de nubes.
De eso hace ya cuatro años.
Con el tiempo y la experiencia he comprendido que me inclino más a la diversidad que a la exclusividad y que -aunque me gusta con locura ver los dibujos y colores de las nubes- a esa afición -u oficio- he de sumar la de mirar a los pájaros (todo un descubrimiento!!) y que
por encima de las demás está mi afición a mirar los colores del mar.
El agua puede pintarse de mil colores; en algunos rincones de las Espóradas en Grecia vi azules que creí irrepetibles.
El mar tiene sus sorpresas y aquí, en San Blas, me he reencontrado con esos colores y con
muchos más. El mar tiene una infinita paleta de azules.
Un besito a todos... me voy a ver atardecer
muchas de las fotos son obra de Paqui, durante 3 semanas nuestra repotrera oficial
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