Aquí estamos, ya en Canarias, y después de un mes de navegar y navegar tenemos unas ganas enormes de compartir con calma nuestras peripecias. Gracias a las crónicas que hemos podido enviar (con la BLU y el pactor y la ayuda de Baldo) ya sabéis en líneas generales qué nos ha pasado, pero ahora os lo contamos con detalle y con fotos (o sea, que toca armarse de paciencia que esto va a ser largo)
Salimos de Corfú puntuales el día 1 de septiembre. Nuestra tripu había llegado la noche anterior y no nos faltaron ganas de salir nada más embarcarlos -el viento era bueno- pero se impuso la lógica no náutica y preferimos descansar y salir por la mañana.
Y entre esto y aquello Grecia iba quedando atrás. Han sido dos años y medio de ensueño. Parte de nuestro corazoncito se queda en esas aguas. Mundo, lo vas a tener difícil para superar esto!!!
Al día siguiente, hicimos diesel y antes de que la fórmula uno acuática atacara de nuevo ya estábamos rumbo al oeste. A ratos a motor, a ratos a vela, a ratos echándo mano del génaker
Las guardias nocturnas (ya éramos sólo cuatro pero todavía cómodas) nos ha tocado hacerlas todas a motor (y todas significa las de toda la travesía)... qué se le va a hacer, ya se sabe que el Mediterráneo en sept. es tacaño con los vientos!
Después de un noche navegando decidimos parar en Porto Empedocle porque no teníamos una buena previsión de meteo. Llegamos y nos enviaron a un pequeño pantalán dentro de un sucio puerto comercial. Nos pidieron 60 euros la noche y nos dimos media vuelta para ira a San Leone a penas dos millas atrás. Se trata de una de recreo; la guía díce que hay que entrar pegaditos a babor porque el fondo el poco profundo y toc toc toc toc... fondo de arena besando la quilla. Nos dimos media vuelta cuando apareció una zodiac diciendo que ahora la entrada buena está a estribor (tan difícil será poner una boyita???) y entramos y amarramos. Lo primero fue mirar la meteo y al ver que no era tan mala decidimos seguir hacia Sciacca -a los de la marina no les hizo mucha gracia, qué le vamos a hacer- aunque se nos hiciera noche en el camino.
A unas millas de llegar hablamos con la marina y nos dió precio (35 la noche con agua y luz) y nos dijo que nos reservaba la última plaza.
Arribábamos a la marina sobre las 21,30, justo detrás de otro velero y sí... el velero estaba ocupando nuestra plaza. Peeero, les dijimos que habíamos hecho la reserva por teléfono y ellos muy ingleses y respetuosos con las cosas ¡se fueron sin queja alguna! en fin, que amarrados en un buen puerto, pudimos dormir a pierna suelta y al día siguiente dar una vueltita por la ciudad, hacer compras de fruta y verdura, poner la lavadora y demás cosas que se pueden practicar en tierra firme
Y en esta marina, aunque poquito, volvimos a disfrutar de eso que tanto me gusta que es hablar con la gente de otros veleros que como nosotros viven viajando; nuestros vecinos eran de Chicago y esperaban una buena meteo para ir a Gibraltar (para ellos una buena meteo es la que te permite ir a motor o a vela pero nunca ciñendo), un italiano que se había encontrado una defensa grandota en el mar y nos la cambió por una pequeñita, otro que nos recomendó no esperar y llegar hasta Mazzara del Vallo, más al oeste y así cuando llegara el viento nos pillaría un poquito más adelantados en la ruta.
Y decidimos hacerle caso y después de comer -aunque eso suponía llegar de nuevo de noche, grrr- pusimos rumbo a Mazzara.
Y sobre las 03.00h de la madrugada hacíamos nuestra entrada en el puerto. Se trata de un puerto comercial que en su interior acoge a dos marinas de recreo, una de la Lega Navale que es a donde nos dirigíamos. La guía indica que es mejor no adentrarse mucho por temas de calado y echamos un vistazo. Se veía un puesto libre al final del segundo pantalán y allí había un abuelillo (después descubriríamos que era el guardia nocturno) que nos señalaba que había muertos para amarrar. Sin embargo no lo vimos claro -el espacio parecía pequeño, el cabo del muerto del vecino entorpercía la maniobra) y fuimos a ver el primero de los pantalanes: había dos plazas libres y allí habíamos visto barcos más grandes así que el calado no sería problema.
Desde el principio vimos una botella de cinco litros de agua flotando al final del primer pantalán, parecía lo que en Grecia estábamos acostumbrados a ver, una señalización de una trampa de pesca que cae vertical; también podía ser una señalización un poco cutre de un ancla, en cualquier caso no la perdimos de vista para no pillarla.
Delante del primer pantalán vimos un sitio perfecto e iniciamos la maniobra: defensas puestas, cabos preparados, el abuelillo presto a pasarnos el cabo del muerto... marcha atrás y CRASH
un ruído feísimo, algo enganchado en la helice, humo en el motor, susto de muerte (yo al menos) y algún que otro grito.
Me asomo al costado y veo que nos estamos comiendo la botella que habíamos visto antes
¡pero si la habíamos pasado de lejos!!!!!
Johan, con una serenidad alucinante -al menos visto desde fuera- dijo que él pensaba que teníamos suficiente arranque atrás como para llegar al barco vecino y empujándonos podíamos llegar a la plaza de amarre pero en un momento dado PLOFFF, el barco paró en seco y nos quedamos ahí flotando sin control alguno a unos pocos metros de una rocas feas y grandes
¿ya os he comentado que yo tenía un susto de muerte? pues ahora era peor.
Ahí flotando, Johan estudiando la situación, se me ocurrió que podíamos atar a tierra con un cabo largo. Lo tenemos practicado en Grecia, yo salto con el cabo de 50 m. y ato al pantalán; a bordo recuperan cabo usando el winche y vamos yendo atrás hasta poner el barco en su sitio.
Ok, me quité la ropa y salté (espero que os acordéis que eran más o menos las 03.30h. de la madrugada) y nadé todo lo rápido que pude. Llegué al muelle y no había forma de atar el cabo de las narices: había cogido el final que tiene un ojo fijo -si había un bolardo o similar ni siquiera tenía que perder el tiempo en hacer un nudo... pero no había- y la anilla por la que lo tenía que pasar era demasiado pequeña, el abuelo me cogió el cabo y no sabía que hacer con él, desde el barco me gritaban "ata donde sea, pero ata ya", al final respiré hondo y pude pasar el cabo por la anilla y desde el barco empezaron a darle al winche... pero ni por esas lo moviamos un milímetro.
Por mi parte no conseguía ni a la de tres subir al pantalán (flotante, sin nada a lo que agarrarse) , el abuelillo que tiraba de mí pero no tenía fuerza ni para subir un mosquito, lo intenté a través de una barquita vecina -nada- y finalmente pude escalar por el cabo de un muerto (sí, asquerosillo) y allí estaba yo: el pobre Alea flotando en mitad del puerto, yéndose a las rocas, Johan con las gafas y el tubo intentando entender qué pasaba, Tani con el bichero apoyado en las rocas -tan cerquita estábamos- Xavi intentando hacer cosas útiles... y yo en bragas y sujetador tiritando de frío junto a un señor viejito, sacado de una película de esas en blanco y negro.
¿y qué estaba yo pensando? no os lo váis a creer pero es verdad... pensé "que me tenga que pasar esto con la ropa interior desconjuntada -sujetador negro y bragas amarillas, para llorar- y mal depilada" ainshhh, qué dura es la vida a bordo.
Pero sigo con el relato de LA AVENTURA de la travesía.
Johan me llamó para que volvier al barco y buscar la botella de buceo -sí, sí, la que cambiamos en Ghityon por nuestro arpón de pesca, bendito el momento- y pese a las quejas del abuelillo volví al agua.
Diagnóstico subacuático: no habíamos pillado un cabito sino una red completa que estaba cerrando toda la entrada del pantalán uno en plena marina deportiva. ¿increíble? yo díría que sí, pero cierto; debieron suponer que a esas horas ya no entraría nadie y plantaron la red a lo largo de toda la entrada. Alrededor de la hélice había metros de red con montón de pescado aun vivo y algo que inmovilizaba el barco y resultó ser un cabo que nos envolvía la quilla.
Para asegurar el barco lanzamos el ancla de la auxiliar -sí, una miseria para el velero pero menos es nada- y yo volví al agua para hacer firme un cabo desde nuestro costado al cabo del muerto del vecino y evitar así que nos fuéramos a las rocas.
Después de un buen rato el barco empezó a moverse ¡sí! Johan había liberado la quilla y podíamos ir atrás ayudados por el cabo que ya teníamos en el pantalán.
Entre todos fuimos situando al Alea en su sitio, fijamos nuestros muertos... y nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente empezamos a buscar lo necesario para volver al agua y liberar la hélice; eso sí, estábamos en Italia y la botella de buceo llena que nos prometieron a las 11h llegó a las 17h, tuvimos que pelear para que nos dijeran donde comprar una nueva linterna estanco... pero lo conseguimos y Johan bajó y bajó una y otra vez, y sacó metros y metros y metros de red con montones y montones de pescado en ella.
Y después de un buen rato sólo quedaba probar que le motor quiesiera arrancar sin problemas. Y arrancó. Bueno, lo cierto es que al principio el eje hacía un ruído un poco raro, en el "accidente" se vió un poco afectado el cojinete del eje pero no nos impedía seguir navegando así que... podemos decir que todo quedó en el susto.
RESUMEN:
tuvimos muy MALA suerte
- porque es alucinante que alguien ponga una red de pesca en la entrada de un pantalán
- porque decidimos no quedarnos con el primer amarre
tuvimos muy BUENA suerte
Y al día siguiente -siguiendo las instrucciones de los de Mazzara- nos fuimos a Favignna ya que decían que el viento era prefecto. ¡Ja!
Salimos alrededor de las 10.00 de la mañana y empezamos a navegar. El mar estaba muy pero que muy movido y había viento pero en contra -of course- así que nos pusimos a hacer bordos y más bordos, y más bordos... y después de mucho viaje y mucho meneo, después de rendirnos y poner el motor, llegamos ¡a Marettino!
Es una isla pequeñita, pequeñita, la más próxima a Cerdeña y por lo tanto a nuestro próximo destino. Tiene una marina que nos pedía 50 euros, un fondeo con muy mal tenedero... y la parada del ferry donde finalmente nos instalamos. Salíamos por la mañana así que no pudimos ver nada, pero no sabemos qué misterio tendrá la isla pero los cuatro nos quedamos mirándola al partir con la idea clara de que algún día volveríamos a caminarla sin prisas.
Y aquí empezaba una etapa larga de travesía -nos habíamos malacostumbrado a no hacer guardias más de una noche seguida- unas 175 millas hasta Teulada en el sur de Cerdeña
Fue una travesía tranquila, sin incidentes, pero pesadota porque tocó hacerla casi toda a motor. Un ratito pudimos poner el génaker (y nos tocó llamar a un mercante que nos pasaba cerquita y al que molestamos un poco haciéndole maniobrar) pero la mayor parte fue con el chucuchú del motor molestando.
Salimos de Corfú puntuales el día 1 de septiembre. Nuestra tripu había llegado la noche anterior y no nos faltaron ganas de salir nada más embarcarlos -el viento era bueno- pero se impuso la lógica no náutica y preferimos descansar y salir por la mañana.
Empezamos con motor, después pudimos desplegar las velas por un rato, pero al caer la noche cayó también el viento y tocó poner la máquina!
Y entre esto y aquello Grecia iba quedando atrás. Han sido dos años y medio de ensueño. Parte de nuestro corazoncito se queda en esas aguas. Mundo, lo vas a tener difícil para superar esto!!!
Organizamos las guardias: la primera noche por parejas hasta conocernos un poquito. A partir de ahí, individuales: durante el día de una hora, por la noche de dos. Con tanta a gente a bordo -éramos cinco- se podía dormir un montón y ni guardias parecían!
Y la primera noche... PESCAMOS un atuncito de unos 3/4 kg. Bueno, si hay que ser honestos pescamos dos, pero el primero se escapó -fui un poco lenta al preparar la red- pero el segundo no se nos fue a ningún lado, bueno, sí, a la sartén!
atún a la plancha, dos sesiones de marmitaco de atún...
En principio nuestros planes eran bordear Sicilia por su cara norte, arribando por Messina, pero los vientos del primer día, los que nos dejaban ir a vela, nos empujaban hacia el sur, y hacia el sur que nos fuimos. Después, cuando tocó motor y ya lo mismo nos daba arriba que abajo , el hecho de que Nacho tuviera que desembarcar y llegar a tiempo a su avión, hizo que Siracusa pareciera la opción más segura; si a eso le sumamos que yo estoy enamorada de esa ciudad, pues no hay más que decir.
Llegamos a Siracusa un poco antes de las 17.00h y en la entrada de la gran bahía vimos una especie de carrera de lanchas (la fórmula uno del mar!) y por radio oímos que daban instrucciones a otro velero de esperar hasta las 17.00, o sea, que ni estudiado. Al llegar a la ciudad vimos que el feo muro de hormigón que habían levantado frente al paseo ya no estaba y que podíamos amarrar en la pared (a la griega). Perfecto.
Ya en tierra nos enteramos que debíamos dejar el muelle antes de las 9.00 o quedarnos todo el día porque volvía a haber carrera. Nacho se organizó para dejar el Alea (ha sido corto pero estupendo, nos ha encantado tenerte a bordo y cruzamos los dedos para que se repita ¿en Groenlandia?) y nos fuimos a cenar una pizza (no encuentro una tecla que pueda describir lo BUENÍSIMA que me estuvo mi pizza de ahumados , mmmm) y un helado de pistacho, y a dormir.
Al día siguiente, hicimos diesel y antes de que la fórmula uno acuática atacara de nuevo ya estábamos rumbo al oeste. A ratos a motor, a ratos a vela, a ratos echándo mano del génaker
A unas millas de llegar hablamos con la marina y nos dió precio (35 la noche con agua y luz) y nos dijo que nos reservaba la última plaza.
Arribábamos a la marina sobre las 21,30, justo detrás de otro velero y sí... el velero estaba ocupando nuestra plaza. Peeero, les dijimos que habíamos hecho la reserva por teléfono y ellos muy ingleses y respetuosos con las cosas ¡se fueron sin queja alguna! en fin, que amarrados en un buen puerto, pudimos dormir a pierna suelta y al día siguiente dar una vueltita por la ciudad, hacer compras de fruta y verdura, poner la lavadora y demás cosas que se pueden practicar en tierra firme
Y en esta marina, aunque poquito, volvimos a disfrutar de eso que tanto me gusta que es hablar con la gente de otros veleros que como nosotros viven viajando; nuestros vecinos eran de Chicago y esperaban una buena meteo para ir a Gibraltar (para ellos una buena meteo es la que te permite ir a motor o a vela pero nunca ciñendo), un italiano que se había encontrado una defensa grandota en el mar y nos la cambió por una pequeñita, otro que nos recomendó no esperar y llegar hasta Mazzara del Vallo, más al oeste y así cuando llegara el viento nos pillaría un poquito más adelantados en la ruta.
Y decidimos hacerle caso y después de comer -aunque eso suponía llegar de nuevo de noche, grrr- pusimos rumbo a Mazzara.
Y sobre las 03.00h de la madrugada hacíamos nuestra entrada en el puerto. Se trata de un puerto comercial que en su interior acoge a dos marinas de recreo, una de la Lega Navale que es a donde nos dirigíamos. La guía indica que es mejor no adentrarse mucho por temas de calado y echamos un vistazo. Se veía un puesto libre al final del segundo pantalán y allí había un abuelillo (después descubriríamos que era el guardia nocturno) que nos señalaba que había muertos para amarrar. Sin embargo no lo vimos claro -el espacio parecía pequeño, el cabo del muerto del vecino entorpercía la maniobra) y fuimos a ver el primero de los pantalanes: había dos plazas libres y allí habíamos visto barcos más grandes así que el calado no sería problema.
Desde el principio vimos una botella de cinco litros de agua flotando al final del primer pantalán, parecía lo que en Grecia estábamos acostumbrados a ver, una señalización de una trampa de pesca que cae vertical; también podía ser una señalización un poco cutre de un ancla, en cualquier caso no la perdimos de vista para no pillarla.
Delante del primer pantalán vimos un sitio perfecto e iniciamos la maniobra: defensas puestas, cabos preparados, el abuelillo presto a pasarnos el cabo del muerto... marcha atrás y CRASH
un ruído feísimo, algo enganchado en la helice, humo en el motor, susto de muerte (yo al menos) y algún que otro grito.
Me asomo al costado y veo que nos estamos comiendo la botella que habíamos visto antes
¡pero si la habíamos pasado de lejos!!!!!
Johan, con una serenidad alucinante -al menos visto desde fuera- dijo que él pensaba que teníamos suficiente arranque atrás como para llegar al barco vecino y empujándonos podíamos llegar a la plaza de amarre pero en un momento dado PLOFFF, el barco paró en seco y nos quedamos ahí flotando sin control alguno a unos pocos metros de una rocas feas y grandes
¿ya os he comentado que yo tenía un susto de muerte? pues ahora era peor.
Ahí flotando, Johan estudiando la situación, se me ocurrió que podíamos atar a tierra con un cabo largo. Lo tenemos practicado en Grecia, yo salto con el cabo de 50 m. y ato al pantalán; a bordo recuperan cabo usando el winche y vamos yendo atrás hasta poner el barco en su sitio.
Ok, me quité la ropa y salté (espero que os acordéis que eran más o menos las 03.30h. de la madrugada) y nadé todo lo rápido que pude. Llegué al muelle y no había forma de atar el cabo de las narices: había cogido el final que tiene un ojo fijo -si había un bolardo o similar ni siquiera tenía que perder el tiempo en hacer un nudo... pero no había- y la anilla por la que lo tenía que pasar era demasiado pequeña, el abuelo me cogió el cabo y no sabía que hacer con él, desde el barco me gritaban "ata donde sea, pero ata ya", al final respiré hondo y pude pasar el cabo por la anilla y desde el barco empezaron a darle al winche... pero ni por esas lo moviamos un milímetro.
Por mi parte no conseguía ni a la de tres subir al pantalán (flotante, sin nada a lo que agarrarse) , el abuelillo que tiraba de mí pero no tenía fuerza ni para subir un mosquito, lo intenté a través de una barquita vecina -nada- y finalmente pude escalar por el cabo de un muerto (sí, asquerosillo) y allí estaba yo: el pobre Alea flotando en mitad del puerto, yéndose a las rocas, Johan con las gafas y el tubo intentando entender qué pasaba, Tani con el bichero apoyado en las rocas -tan cerquita estábamos- Xavi intentando hacer cosas útiles... y yo en bragas y sujetador tiritando de frío junto a un señor viejito, sacado de una película de esas en blanco y negro.
¿y qué estaba yo pensando? no os lo váis a creer pero es verdad... pensé "que me tenga que pasar esto con la ropa interior desconjuntada -sujetador negro y bragas amarillas, para llorar- y mal depilada" ainshhh, qué dura es la vida a bordo.
Pero sigo con el relato de LA AVENTURA de la travesía.
Johan me llamó para que volvier al barco y buscar la botella de buceo -sí, sí, la que cambiamos en Ghityon por nuestro arpón de pesca, bendito el momento- y pese a las quejas del abuelillo volví al agua.
Diagnóstico subacuático: no habíamos pillado un cabito sino una red completa que estaba cerrando toda la entrada del pantalán uno en plena marina deportiva. ¿increíble? yo díría que sí, pero cierto; debieron suponer que a esas horas ya no entraría nadie y plantaron la red a lo largo de toda la entrada. Alrededor de la hélice había metros de red con montón de pescado aun vivo y algo que inmovilizaba el barco y resultó ser un cabo que nos envolvía la quilla.
Para asegurar el barco lanzamos el ancla de la auxiliar -sí, una miseria para el velero pero menos es nada- y yo volví al agua para hacer firme un cabo desde nuestro costado al cabo del muerto del vecino y evitar así que nos fuéramos a las rocas.
Después de un buen rato el barco empezó a moverse ¡sí! Johan había liberado la quilla y podíamos ir atrás ayudados por el cabo que ya teníamos en el pantalán.
Entre todos fuimos situando al Alea en su sitio, fijamos nuestros muertos... y nos fuimos a dormir.
estas son las rocas que casi nos comimos
A la mañana siguiente empezamos a buscar lo necesario para volver al agua y liberar la hélice; eso sí, estábamos en Italia y la botella de buceo llena que nos prometieron a las 11h llegó a las 17h, tuvimos que pelear para que nos dijeran donde comprar una nueva linterna estanco... pero lo conseguimos y Johan bajó y bajó una y otra vez, y sacó metros y metros y metros de red con montones y montones de pescado en ella.
Y después de un buen rato sólo quedaba probar que le motor quiesiera arrancar sin problemas. Y arrancó. Bueno, lo cierto es que al principio el eje hacía un ruído un poco raro, en el "accidente" se vió un poco afectado el cojinete del eje pero no nos impedía seguir navegando así que... podemos decir que todo quedó en el susto.
RESUMEN:
tuvimos muy MALA suerte
- porque es alucinante que alguien ponga una red de pesca en la entrada de un pantalán
- porque decidimos no quedarnos con el primer amarre
tuvimos muy BUENA suerte
- porque no hacía ni una brizna de viento
- porque supimos encontrar respuestas rápidas a problemas inmediatos (que si los cabitos y demás)
- porque habíamos comprado una botella de buceo y Johan sabía usarla
- porque actuamos como un buen equipo
- porque le jodimos la red (con perdón) al malo de la película
pues como la lista buena es más larga que la mala... la cosa no estuvo tan mal.
Fuimos a celebrarlo con una pizza -como no- y al volver le pregunté al encargado de la marina si corríamos riesgo de atrapar otra red en el caso de decidir salir antes del amanecer; el tipo, sin despeinarse, me dijo que no había problema, que normalmente la recogían antes y que en cualquier caso ese día no la habían echado (le faltó decir que por culpa nuestra que la habíamos roto demasiado!!) en fin.
Que a pesar de todo Mazzara es una ciudad preciosa y en la marina no nos trataron mal!
Y al día siguiente -siguiendo las instrucciones de los de Mazzara- nos fuimos a Favignna ya que decían que el viento era prefecto. ¡Ja!
Salimos alrededor de las 10.00 de la mañana y empezamos a navegar. El mar estaba muy pero que muy movido y había viento pero en contra -of course- así que nos pusimos a hacer bordos y más bordos, y más bordos... y después de mucho viaje y mucho meneo, después de rendirnos y poner el motor, llegamos ¡a Marettino!
Es una isla pequeñita, pequeñita, la más próxima a Cerdeña y por lo tanto a nuestro próximo destino. Tiene una marina que nos pedía 50 euros, un fondeo con muy mal tenedero... y la parada del ferry donde finalmente nos instalamos. Salíamos por la mañana así que no pudimos ver nada, pero no sabemos qué misterio tendrá la isla pero los cuatro nos quedamos mirándola al partir con la idea clara de que algún día volveríamos a caminarla sin prisas.
Y aquí empezaba una etapa larga de travesía -nos habíamos malacostumbrado a no hacer guardias más de una noche seguida- unas 175 millas hasta Teulada en el sur de Cerdeña
Fue una travesía tranquila, sin incidentes, pero pesadota porque tocó hacerla casi toda a motor. Un ratito pudimos poner el génaker (y nos tocó llamar a un mercante que nos pasaba cerquita y al que molestamos un poco haciéndole maniobrar) pero la mayor parte fue con el chucuchú del motor molestando.
¿y cómo se pasan las horas si no hay mucho que hacer?
pues leyendo
relajándose uno un poquito
teniendo los ojos bien abiertos ante las visitas inesperadas
viendo atardecer
o amanecer (si tu guardia te obligó a madrugar)
y así, poquito a poco tres días y dos noches después amarrábamos en la marina de Teulada. Es una marina un poquito en mitad de la nada pero no especialmente cara y con buenos servicios. A unos 500m un camping donde pudimos comernos una buena pizza (era el último día de la temporada y si pedías una pizza de jamón te ponían todo el jamón que les quedaba en el frigorífico... por aquello de gastarlo)
Para hacer gasoil había que ir al pueblo (5km) en taxi (pese a que la guía dice que la marina tiene gasolinera). Como sólo tenemos dos tanques de 20l tocó pedir prestados tanques entre los vecinos, llamar al taxi y para el pueblo. El taxista nada más llegar se dirigió a nosotros en español -parece que mi italiano no le había impresionado demasiado- y nos contó que estaba casado con una cordobesa -que pequeño es el mundo- que tenía familia en Barcelona y me preguntó como si nada si vivía en la zona de Terrassa... y todo esto poco después del primer café de la mañana
Y con el pan fresco a bordo y un poco de fruta y verdura, volvimos a la marcha para afrontar la "etapa reina": casi 400 millas hasta Formentera.
En este tramo pudimos ir a vela a ratos -bastantes- aunque nunca en las noches y para nuestro gusto nunca suficientes... pero es lo que hay
En muchos tramos el mar ha estado incómodo con ola corta y alta, el viento de empopada que no nos dejaba navegar cómodos, pero mejor que con la máquina puesta.
Y en esta travesía como hemos pasado las largas horas...
pues leyendo
trabajando un poquito, lo justo
pescando
viendo puestas de sol
Tani
Y desde luego todos los que nos habéis seguido a través del blog y gracias a los cuales esta aventura es más grande y más llena. Brindamos por vosotros!
y así, poquito a poco pudimos anotar en el cuaderno de bitácora que llevábamos más de mil millas navegadas. Xavi había comprado una botella de Lambrusco para celebrarlo pero nadie quiso descorcharla la noche anterior -que dicen que da mala suerte celebrar antes de tiempo- y como tampoco parecía buena idea levantarse a las 04.00h de la madrugada, dejamos la celebración para el día siguiente.
Arribamos a Formentera prontito por la mañana y amarramos en el muelle de la gasolinera. Mientras el depósito se llenaba fui a preguntar precios en la marina ya que nuestra intención era descansar una noche. 177€ agua y luz a parte!
En fin, que dije educadamente buenos días y nos fuimos a fondear y a decidir nuestro siguiente paso.
Sin posibilidad de estar relajados en la marina y con un viento la mar de bueno, no veíamos mucho sentido a seguir.
Tani, después de 14 días de navegación nos informó de que ya se bajaba. Fue estupendo oírle explicar que siempre había visto el mar como una novia esquiva pero irresistible y que después de atravesar casi todo el Mediterráneo se había dado cuenta que tenía mucha idea romántica en la cabeza y muy poco conocimiento de lo que en verdad es navegar. Que había disfrutado del viaje pero que prefería volver a su montaña y su bicicleta...
Xavi, que tenía el pie lesionado desde el tercer o cuarto día y empezaba a tener justo el calendario para volver al trabajo, también se planteaba bajar, y nosotros decidimos que partíamos en cuanto bajáramos a tierra para consultar la meteo y hacer algunas compras.
En resumen, que a las 10 de la mañana estábamos bebiendo Lambrusco para celebrar nuestras 1000 millas!
Preparamos la zodiac mientras la tripu preparaba las maletas... y Xavi en el último momento se puso el bañador y dijo que ¡qué demonios! mejor se daba un bañito en las increíblemente bonitas aguas de Formentera mientras íbamos a tierra y que no tardáramos que Gibraltar nos estaba esperando... a los tres!
Pues ala, Tani rumbo al norte y nosotros tres rumbo al sur!
por cierto... en todo este lío de cambio de planes alguien me estaba estafando mi noche de dormir a pierna suelta, que ya llevábamos tres del tirón y yo empezaba a tener sueño, en fin.
Y del tirón, como quien no quiere la cosa, levantamos ancla y nos fuimos hacia el sur de la Península.
Dos noches más de guardias, dos días más de pelear para que la mar cruzada no nos volviera locos, dos días mar ahora a motor y ahora a vela.
La novedad de oír los partes meteorológicos en castellano en la radio, dos o tres peces que se escaparon antes de que nos diéramos cuenta de que los anzuelos habían perdido la punta, unas cuantas siestas, más lectura, más amaneceres y puestas de sol.
A la altura de cabo de Gata, el parte anunciaba para el día siguiente F5/6 del oeste, justo de proa y no quisimos arriesgarnos a llegar a Gibraltar -con sus corrientes y demás- con un mal pronóstico así que decidimos quedarnos en Almería.
En un ataque de egoísmo, no le dijimos a nadie donde estábamos. Tenemos muchos buenos amigos por el sur pero lo que de verdad nos pedía el cuerpo era descansar y descansar, dormir y dormir.
Salimos a cenar los tres, Xavi compró un vuelo para partir al día siguiente y nosotros hablamos con dos amigas de Málaga, la única cita ineludibe a la que no queríamos ni podíamos fallar.
Al día siguiente soplamos una tarta para celebrar las 1521 millas recorridas.
Xavi nos dejó -de momento, sabemos que vas a volver- y Julia y Susana ya estaban en el pantalán para secuestrarnos por un día.
El lunes a primera hora queríamos salir hacia Gibraltar así que el domingo nos fuimos a dormir a buena hora; en algún momento indeterminado de la madrugada me desperté con frío, fui a cerrar el ventanuco que hay a los pies de mi cama y vi luces y no sé dónde estaba mi cabeza, de repente pensé que estábamos navegando y nadie hacia guardia y nos íbamos de morros contra tierra
Grité a Johan "estamos llegando a tierra" y pobrecillo pensó que estábamos acercándonos al pantalán y me dijo que no pasaba nada que teníamos una defensa
yo busqué ropa y corrí como una posesa y johan detrás; no entendía bien por qué no se oía el ruido del motor y si íbamos a vela quien estaba de guardia
cuando abrí el tambucho y vi que estábamos amarrados no entendía nada, tardé unos segundos en entender qué pasaba, que yo estaba soñando, que en verdad estábamos seguros en puerto y
me dió una llorera... total que decidimos que necesitaba relajarme un día antes de seguir... y nos quedamos una noche más
Grité a Johan "estamos llegando a tierra" y pobrecillo pensó que estábamos acercándonos al pantalán y me dijo que no pasaba nada que teníamos una defensa
yo busqué ropa y corrí como una posesa y johan detrás; no entendía bien por qué no se oía el ruido del motor y si íbamos a vela quien estaba de guardia
cuando abrí el tambucho y vi que estábamos amarrados no entendía nada, tardé unos segundos en entender qué pasaba, que yo estaba soñando, que en verdad estábamos seguros en puerto y
me dió una llorera... total que decidimos que necesitaba relajarme un día antes de seguir... y nos quedamos una noche más
Y como el mundo es pequeño -que ya lo he dicho más arriba- en cuanto nos metimos en la cama para hacer la siesta de después del desayuno oímos que nos llamaban por nuestro nombre!
Eran Alberto y Ximo, a los que conocíamos de Valencia que regresaban de su verano rumbo a Burriana: aperitivo, visita por la tarde... no dormí mucho pero disfrutamos de estar entre amigos que no es menos importante
Y por fin... salimos con un viento importante , F6/7 (en la marina nos dijeron que nos guardaban el amarre si decidíamos volvernos al ver el mar fuera) a toda vela seguimos nuestra ruta.
El viento nos duró sólo un ratito -del que disfrutamos un montón- y como todo el viaje, un rato a motor un rato a vela, nos fuímos aproximando a la zona del estrecho que la verdad nos asustaba un poco.
Mirar el plotter era una fiesta de barcos por todos lados... la mayoría fondeados
Lo mejor de esta travesía fue que un grupo de delfines nos acompañaron durante toda la noche. Cuando subí para empezar mi guardia de las 23.00h Johan me dijo que llevaban un rato jugando junto al Alea, se veían preciosos con la luz verde reflejándose en el agua en la que no paraban de dar saltos y brincos.
Al dar el testigo de la guardia de la 01.00h, el grupo de tres había crecido hasta cinco, a la 03.00 seguían ahí y así hasta las 09.00 de la mañana.
Cuando estábamos llegando al peñón contactamos con la marina. Teníamos plaza reservada y llegábamos de día.
Y el faro nos dió la bienvenida y yo solo veía las cinco noches seguidas que iba a dormir bien amarradita en puerto (o eso me pensaba yo)
Con esto se cerraba una etapa que nos había llevado de Corfú a Gibraltar, 1653 millas navegadas en 21 días y un océano nuevo que nos esperaba...
EN ESTA TRAVESÍA NOS HAN ACOMPAÑADO
Nacho
Tani
Xavi
Un montón de libélulas en el sur de Sicilia, normalmente por parejas aunque llegaron a ser tres las que descansaron durante más de una hora en el guardamancebos
dos veces se posaron en el barco dos ejemplares del mismo pájaro (Lavandera boyera; nombre científico: Motacilla flava) de los que merece especial mención Agustín, que estuvo con nosotros tanto rato que tuvimos tiempo de bautizarlo y tomarle cariño
Una fea mosca verde a más de 40 millas de cualquier atisbo de tierra. Estaba tan cansada que cuando acercamos el dedo se posó en él sin más problemas.
Y desde luego todos los que nos habéis seguido a través del blog y gracias a los cuales esta aventura es más grande y más llena. Brindamos por vosotros!
6 comentarios:
Largo? Noooo! es un comentario muy, pero que muy cooorto... para tantas millas navegadas. Voy a leerlo orta vez, no sea que...
Ahora la segunda parte... Gibraltar-la Graciosa
FELICITATS!!!! por las millas, por explicarlo todo de una manera tan estupenda que hasta tengo que quitarme la sal de la cara de tanto navegar. jejeje.
Buena Mar.
Carles. / Xaoxao
Gracias por el relato. Lo he disfrutado mucho.
Les deseo lo mejor para lo que queda por delante.
Jorge
Hacía mucho tiempo que no pasaba a haceros una visita. ¡Cómo me alegro que el 'Alea' siga surcando mares!.
Tengo un camarote, reservado. Lo sé. Algún día,......., algún día,.....
Besos, Silvia.
[¿Y tu hermano?. ¿Sigue bloggeando?. Recuerdo sus preciosas fotos,....]
¿Cómo va por las Canarias? ¿Cómo está el tema del Hierro? Contad algo pronto que nos tenéis con mono de las aventuras del trio Alea! :)
ESTO PARA VOSOTROS......
Cuando empieces tu ida hacia Ítaca, desea que el camino sea largo, lleno de peripecias, lleno de conocimientos.
A los Lestrígones y a los Cíclopes, al encolerizado Poseidón no temas, tales cosas en tu camino nunca las encontrarás, si tu mirada permanece alta, si una escogida emoción a tu alma y a tu cuerpo les guía.
A los Lestrígones y a los Cíclopes, al fiero Poseidón no los encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si tu alma no los coloca delante de ti.
Desea que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas estivales en que con cuánta satisfacción, con qué alegría
entrarás en puertos por primera vez vistos.
Haz un alto en los mercados fenicios, y adquiere hermosas cosas, nácares y corales, ámbares y ébanos, y sensuales perfumes de todas clases, los más abundantes y sensuales perfumes que puedas.
Visita muchas ciudades egipcias,
aprende y aprende de los instruidos.
Siempre en tu mente ten a Itaca.
La llegada a allí es tu destino.
Pero no precipites el viaje en absoluto.
Es mejor que muchos años dure.
Y que, ya anciano, arribes a la isla, rico con cuanto obtuviste en el camino, sin esperar que riquezas te dé Itaca.
Itaca te dio el hermoso viaje.
Sin ella no hubieras emprendido el camino.
No puede darte nada más.
Aunque la encuentres pobre, Ítaca no te engañó.
Tan sabio como te has hecho, con tanta experiencia, ahora ya habrás comprendido qué significan las Itacas.
ASI SE ESCRIBIO............PARA VOSOTROS
El poniente que a vosotros os obligó a entrar en Almerimar, a nosotros, nos llevó hasta allí, ya que llevábamos 4 días navegando desde Madeira, y la intención era recalar en las inmediaciones del estrecho, pero una vez cruzado, pero con ese poniente, volábamos, y no estaba la cosa para ir desaprovechando buenos vientos, así que el mismo viento, se alió con el destino para que nos volviéramos a encontrar. Siento de veras lo de tu haberos privado de la siesta mañanera, pero me alegré, y no sabéis cuanto de reencontrarme con vosotros.
Buenos vientos.
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